Gonzalo Valdés Medellín
Así como un monólogo encumbró al gran actor mexicano Carlos Ancira (El diario de un loco de Nicolai Gógol, dirigido por Alejandro Jodorowsky a finales de los sesenta), de igual manera El hombre de la rata señala ya a Javier Velázquez como uno de los más impactantes propositores del teatro unipersonal en nuestro momento. Artista que aspira encontrar el Teatro con mayúsculas, Velázquez con esta obra evoca la necesidad del hombre de todos los tiempos por encontrar la dignidad, la plenitud, el amor. El actor conduce al teatrófilo por diversos páramos de conciencia. El equilibrio con que la puesta ha sido trabajada se impone con eficacia. De la risa al llanto, del clamor desgarrado al humor hilarante, Velázquez, dramaturgo, actor, director y productor teatral presenta por primera vez El hombre de la rata en un foro de la Ciudad de México, tras más de 25 años de estarse representando en Querétaro, y allende nuestras fronteras, cosechando éxitos y obteniendo reconocimientos nacionales e internacionales. Y ahora en El Foco, foro alternativo ubicado en Tlacotalpan esquina Insurgentes, colonia Roma, Velázquez, actor-filósofo, director-humanista, poeta dramático conmueve al público y reza por la libertad: “…no el poder. La libertad, únicamente la libertad”, frase emanada de un poema de Fernando Pessoa. El hombre de la rata, inspirado el texto de Gilberto Pinto (Caracas, 1930) agrega poemas de Gabriel Zaid, Samuel Beckett y Pessoa, además de la participación en vivo del músico Ernesto Martínez quien, con notable pericia sonora ejecuta la escenofonía dotando al espectáculo de gran plasticidad, en esta puesta que arquitectura una honda reflexión contemporánea de las eclosiones morales, espirituales y éticas propias de nuestro convulsionado tiempo. Todos los jueves, a las 20 horas en el Foco, El hombre de la rata, por primera en el Distrito Federal. Hay que verla.