Discurso pronunciado por Beatriz Pagés, Directora de la Revista Siempre! y Presidenta de la Fundación José Pagés Llergo durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo 2010 que se llevó a cabo el 6 de abril.


Gracias a todos, a cada uno de ustedes, por formar parte de esta gran familia –cada vez más grande-, que se reúne cada año no sólo para rendir homenaje al legado moral y profesional que dejó José Pagés Llergo sino para promover y fomentar los valores que dieron sustento a su obra periodística.

Este año, dimos un giro a la convocatoria. No sólo estamos reconociendo a lo mejor del periodismo sino a las diversas y múltiples expresiones que se dan dentro del abanico multicolor de la  comunicación.

Esta, es sin duda, la Era de la Informática y de la Comunicación. El avance incontenible de la tecnología  ha regalado a la democracia eficaces mecanismos que, en gran medida, han puesto punto final a la opacidad del poder.

Ahí está, como ejemplo ilustrativo, Wikileaks. Ahí están los datos que han saltado, de la secrecia, a un océano común de información. Información que ya no logra quedar sepultada en los archivos confidenciales de los gobiernos y navega sin límite de fronteras desenmascarando la arbitrariedad.

Las telecomunicaciones sirven hoy para tirar dictaduras, pero también para instaurar otras.

Hace uno año, justamente, encendimos, desde este mismo foro, las luces de alarma. Señalamos el riesgo que tenía y tiene para la estabilidad del país el que algunos medios confundan la libertad de expresión con convertir las pantallas, las primeras planas o las portadas de revistas en escaparates de la violencia. Peor aún, en promotores y reivindicadores conscientes o  inconscientes del crimen.

Hace algunos días, las dos grandes televisoras del país, Televisa y Televisión Azteca invitaron  a los medios nacionales a firmar el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia. Nadie, en primera instancia, puede negarse a construir la paz.
Creo, sin embargo, que la propuesta es insuficiente. Se tiene que ir más allá.

Necesitamos de un gran acuerdo para combatir la violencia, pero donde las reglas las escribamos todos. De otra manera, caeremos, como ya hemos caído en la sospecha.

La unilateralidad ha dado pie a que nos preguntemos: ¿Por qué hoy se quiere bajar de las primeras planas la guerra en contra del narcotráfico cuando en determinado momento se utilizó como instrumento de legitimidad?

Parte imprescindible del éxito de ese acuerdo radica en la honestidad. Los periodistas y los dueños de los medios nos hemos  apartado desde hace mucho tiempo de la ruta correcta. ¿Valdría la pena preguntarnos cuánto de la anarquía, de la desigualdad, de la falta de progreso, es, también, culpa nuestra?

¿No la tenemos? Sí, la tenemos, seamos honestos. Los 35, 40, 50 0 60 mil muertos  que –según cifras oficiales- son victimas  de la lucha contra el crimen organizado son mera expresión de una realidad económica y social que ya no aguanta más.

¿Hasta dónde los medios están haciendo lo necesario para modificar esa realidad? ¿Hasta donde, desde las pantallas y los micrófonos, desde los diarios y las revistas, estamos contribuyendo a crear horrendas criaturas y hasta donde aportamos, lo que tengamos que aportar, para diseñar al mexicano del siglo XXI?

Algunos me dirán que eso es asunto del gobierno. Discúlpenme si les parezco soberbia: La formación de conciencias también es asunto nuestro. Hay 56 millones de pobres en este país que viven  una doble orfandad: la física y la intelectual.

La física, porque el gobierno ha sido incapaz de crear empleos dignos y suficientes y la intelectual porque a la baja calidad educativa se suma el papel muchas veces deprimente de los medios.

Admitámoslo. Desde todos los ámbitos hemos abierto las llaves del agua tibia para que florezca la cultura del crimen. Una cultura que  devora a diario jóvenes y niños para volverlos sicarios.

Estamos a 15 meses de que se lleven a cabo las elecciones presidenciales del 2012. Tal vez, estemos ante los comicios más inciertos de los últimos tiempos. Inciertos, no solo por los resultados sino por  el contexto de división, confrontación política e inseguridad en el que se van a dar.

Un escenario crucial para México, donde el rol de los medios va a ser fundamental. Tal vez sea temprano para decirlo, pero hay dudas que comienza a proyectar su sombra en el horizonte.

Si los medios  van a erigirse en los grandes electores – como  luego ocurre-de qué lado van a estar.  Y no me refiero a si va a estar a favor o en contra de determinado partido sino a si van a contribuir a la equidad electoral y a la futura gobernabilidad.

Es importante refrescar la memoria. Hoy la nación entera y el mismo Presidente de la República pagan las consecuencias de un vacío legal que permitió  circunscribir la competencia electoral del 2000 al poder mediático de las campañas negras y la guerra sucia.

Afortunadamente la  Corte, acaba de fallar en contra de una iniciativa  que tenía un trasfondo eminentemente de interés comercial, que lejos de fortalecer la libertad política y la libertad de  expresión, abría la puerta  para envenenar, aún más,  la democracia.

Si, entonces, a un acuerdo. Pero a un acuerdo estructural, integral,donde el objetivo sea construir un modelo informativo verdaderamente democrático, dedicado a fomentar la igualdad, los valores, el desarrollo y la paz.

Concluyo con dos breves comentarios : Este año, la Fundación José Pagés Llergo decidió declarar desierto el género Noticia. Varios colegas periodistas compitieron en un tema que, durante siete meses conmovió a México: el secuestro y posteriormente la liberación de Diego Fernández de Cevallos.

Lo declaramos desierto porque si bien técnicamente era posible dar un fallo a favor de alguien, también es verdad que la ejemplar prudencia de la mayoría de los medios  logró lo más importante: Tener hoy con vida aquí, entre nosotros, otra vez, a Diego.

Como epílogo quiero decir lo siguiente: La Fundación José Pagés Llergo, creó este año un Premio Especial al que hemos puesto por nombre  Voz y Conciencia de México. ¿Por qué? Porque en un país donde todos hablan  solamente para defenderse a sí mismos, alguien tomó la decisión, de hablar en defensa de los demás.

Doy las gracias al Dr José Narro Robles, Rector de la UNAM por haber aceptado este reconocimiento. MUCHAS GRACIAS.