Ricardo Muñoz Munguía
(Segunda y última parte)
La mayoría de los relatos son efectivos dardos de deslumbramiento. Y en su mayoría, también, de tremenda ternura. Con justísima razón han reconocido al autor en su país como uno de los escritores de relatos más brillantes y originales de la actualidad.El diálogo oculto o lejano es una característica que habita en los cuentos de Félix J. Palma: las cartas, la pared de un retrete, la desesperación que hace hablar, una gata que parece decir algo, lo que faltó por decirse entre unos ancianos, una carta perdida, el relato hacia una hija, las voces que habitan en uno, la necesidad de comunicarse con los seres queridos.
Las expresiones del diálogo oculto nos abre la mirada y la puerta al involucramiento.De los restantes cuentos damos un breve panorama sin quitarle la magia que el autor guarda para los que lleguen a las páginas: “Maullidos” es donde más se combina la ficción con la realidad pues unos maullidos de un gato fastidian a un hombre pero éste, dispuesto a solucionar esos ruidos, va a ver a la dueña pero ahí habrá de encontrarse con las sorpresas de que la gata muestra odio a la dueña y cariño hacia él; por lo que se convierte en el nuevo dueño de una gata en la que reconoce familiaridad con la mujer que lo había abandonado.
“Un ascenso a los infiernos” conmueve tremendamente porque tres ancianos (dos hombres y una mujer), que se han dedicado a especular sobre los destinos de los pacientes que ingresan a un hospital que está frente al parque donde ellos se sientan, terminarán en el hospital; la mujer le propone una relación, más que de pareja, de acompañamiento, a uno de ellos, pero éste faltará a la cita, lo que hace que ella caiga al hospital pero sus salvadores habrán de rescatarla del infierno que tanto mencionaban, aunque el único medio sea la muerte.
“El síndrome de Karenina” abre un secreto escondido en la novela Ana Karenina, de Tolstói, pero no en sus páginas sino que ahí se ha guardado una carta de amor que un hombre encuentra por accidente en casa de sus suegros, la que no dice de quién es, pero las piezas se irán acomodando hasta descubrir destinatario y remitente. “El valiente anestesista” ilustra una historia paralela, la que una mujer cuenta a su hija y cómo de algún modo se involucra ella con la historia. “Las siete vidas (o así) de Sebastián Mingorance” deshebra varias personalidades que al ir cada una por su parte descubren distintas formas de encontrarse con su alrededor.
En otro de los más sorprendentes relatos, “Bibelot”, trata sobre un vendedor de enciclopedias que, al encontrarse con una señora, ésta lo interrumpe antes de comenzar su estrategia de venta para invitarlo a pasar, pues lo ha confundido con su hijo, el vendedor decide continuar el engaño para no ensombrecer a la mujer que con tanto cariño lo trata pero después suena el teléfono, es la hija de la anciana, y ésta habrá de reclamarle su presencia pues se está haciendo pasar por un alguien que había muerto en un accidente; al salir de ahí, el vendedor habrá de encontrarse con más asombro, igual que el lector.
Un libro sin pierde, un espectáculo del mundo, que no es menor.
Félix J. Palma, El menor espectáculo del mundo. Páginas de espuma (Voces Literatura), España, 2010; 203 pp.
