Cartas desde Europa
Camilo José Cela Conde
Madrid.-La capacidad que tienen algunos seres humanos para coordinar las imágenes percibidas —que se procesan en el córtex occipital— con los movimientos de la mano —que controla el parietal medio— siempre me ha intrigado. Indignado, más bien. Algunas personas poseen esa magia que consiste en dibujar lo que ven, incorporando sus rasgos hasta un detalle tal que la precisión no sería mayor si se tratase de una fotografía. Envidio —con envidia insana, de la peor que existe— esa destreza que Antonio López ha llevado hasta extremos insólitos, de tal forma que los edificios de Madrid que traslada a sus lienzos son mucho más certeros que los que contempla uno en la calle.
¿Es eso arte? Claro que sí. El hiperrealismo es una escuela con sección propia en los museos. Sin embargo, lo que resulta cierto para nosotros podría no serlo en tiempos remotos, cuando el ser humano fijó esa capacidad insólita. “Arte” es un concepto difuso acerca de cuyo significado no nos pondremos jamás de acuerdo.
La complacencia en el dibujo y la pintura la compartimos con los chimpancés pero ellos sólo se interesan por las líneas y los colores a la hora de trasladarlos al papel. Lo que puedan haber pintado los demás les importa —igual que a los niños— muy poco. Así que las discusiones de los arqueólogos y antropólogos acerca de cuándo tuvo lugar la aparición del arte son interminables. Se duda, por ejemplo, acerca del sentido de las policromías del arte paleolítico.
¿Pretenden representar la realidad como es o la utilizan estilizada a título de ritual que podría ser incluso religioso? Melanie Pruvost, del Leibniz Institute for Zoo and Wildlife Research y diez colaboradores más entre los que se encuentra un arqueólogo de la Universidad Autónoma de Madrid han publicado un estudio sobre los caballos de las paredes de la cueva de Chauvet buscando sus semejanzas con los animales reales. Los caballos de Chauvet muestran una piel a topos, como la de los perros dálmata y los leopardos. ¿Se inspiraron en la naturaleza los artistas a la hora de dibujarlos?
Se sabe que la diversidad animal en tiempos del Pleistoceno fue mucho mayor que la actual y esa abundancia de distintos fenotipos es probable que afectase también a los colores y dibujos de la piel.
Pero sólo podemos contemplar las pautas de los caballos actuales, con la dificultad añadida de que la domesticación desgranó toda una paleta de nuevos coloridos. Pruvost y colaboradores genotiparon 31 muestras de caballos fósiles para buscar en su acervo genético el estado de los seis genes que se conocen como codificadores del color de la piel equina. El que corresponde a la pauta de manchas de leopardo se identificó en seis muestras europeas paleolíticas —es decir, anteriores a cualquier domesticación. Los autores sostienen que su descubrimiento demuestra que los artistas de Chauvet representaban lo que veían, y que ese hecho permite ahorrarse las interpretaciones simbólicas. Respecto de esto último, yo no estaría tan seguro.