Cartas desde Europa
Camilo José Cela Conde

Madrid.-Dos de los tres países europeos que se encuentran en el ojo del huracán, Italia y Grecia, han decidido capear el temporal recurriendo a gobiernos de crisis en manos de tecnócratas. El tercero, que es España, no. Pero mi país se salva por razones ajenas a las medidas de saneamiento económico. Pese a que el presidente Rodríguez Zapatero que, más que un pato cojo, era un pato disecado, hizo todo lo que se le exigía desde Bonn y París, resultó notorio que no son los poderes políticos sino esas entidades borrosas a las que se llama “los mercados” quienes dictan las sentencias de jubilación para los presidentes europeos en apuros. Como éstos, los mercados, están empeñados en que la deuda española se encuentre en la cuerda floja, demostrándolo con una puja que exige cada vez intereses más altos, parecía en vísperas electorales que lo único que salvaba a España de adentrarse por la senda de la tecnocracia era no tanto la cita con las urnas como el resultado que todas las encuestas daban por cierto: el del triunfo de la derecha. Pero si alguien creía que con la victoria del Partido Popular iba a terminar el acoso, ya sabe que se equivoca.
Igual que sucede siempre que se estrena un jefe de gobierno con apoyo gigantesco, la legislatura que comenzará en breve en España con el nuevo presidente Mariano Rajoy como jefe de gobierno va a ser un lento —o rápido— camino hacia la desilusión. A ninguna de las cabezas pensantes del Partido Popular se le escapa la evidente imposibilidad de enderezar la trayectoria maltrecha de la credibilidad financiera española.

Y en esta ocasión la economía real depende por completo de la cueva de ladrones porque el dinero necesario para levantar de nuevo a las empresas españolas no puede obtenerse cuando se manejan las cifras de empréstito actuales.
Frente al desahucio que han sufrido Grecia y Portugal, rematado por el trágala de tener que renunciar a lo que los ciudadanos habían decidido en las urnas, se une el pronóstico reservado que recibe de momento España. Ya se sabe que los ciclos económicos son en buena parte emocionales, apartados del todo de cualquier brizna de racionalidad. Pero, ¿cuánto durará la euforia por el triunfo de Rajoy? Si, forzando las hipótesis, nos preguntásemos durante cuánto tiempo se hubiese perdonado una nueva victoria del socialismo, la respuesta apuntaría a unas pocas semanas.

Es posible que el giro que supone la llegada al poder del Partido Popular español, aun limitado por las muy escasas armas de control económico de que dispone un país de la Unión Europea —que no pasen por esquilmar, sin más a sus ciudadanos—, conceda una prórroga del pronóstico reservado, ¿por cuánto tiempo? Y si el diagnóstico empeora, ¿qué va a suceder?

Se sabe que el rescate de Grecia ha sido de momento inútil y el de Italia sería imposible. Respecto de España, hay que elegir otro calificativo. Existe uno que, de momento, nadie ha pronunciado. El rescate que nos caerá encima a los españoles sería, llegado el caso, letal.