En sus diferendos con Occidente
Bernardo González Solano
Si la sociedad islámica iraní (formada por casi 73 millones de habitantes: 89% chiitas y 10% sunitas), a corto plazo no elige mandatarios menos extremistas, religiosa y políticamente hablando, lo cual no se ve fácil, en el momento menos pensado el pulso que ha mantenido contra Occidente lo puede perder —y no solo contra Estados Unidos— originando un enfrentamiento cuyo desenlace nadie puede prever.
Por bien de todos, ojalá (Dios lo quiera), todos los implicados (los gobernantes, por supuesto), deben comprometerse en buscar y encontrar una solución a sus diferendos, entre los que sobresale su furibundo antisemitismo que pretende la desaparición de Eretz (Israel), y otros tópicos no menos delicados.
Declaraciones y advertencias
Por el momento, ni el Guía Supremo de la Revolución, Alí Khamenei (desde el 4 de junio de 1989), ni el presidente Mohamud Almadineyab (desde el 25 de junio de 2005, reelegido el 12 de junio de 2009) dan muestra de cambiar con su proceder; el segundo es responsable frente el pueblo, el Guía Supremo y el Parlamento, y el primero es el dirigente religioso designado por la Asamblea de Expertos: 83 religiosos elegidos por un periodo de ocho años mediante sufragio universal. Un Estado teocrático que lo mismo puede condenar a muerte a un escritor “blasfemo” como Salman Rushdie, autor de Versos satánicos en el que despotricaba contra Mahoma o a una iraní, Sakineh Mohammadi, condenada a la lapidación por adulterio o cambiarle la pena de muerte a pedradas por la horca. En un gobierno como el iraní todo es posible.
Así las cosas, el jefe de la Marina iraní, Habibollah Sayyari, que dirigió las maniobras navales en la región de Ormuz, afirmó, el miércoles 28 de diciembre pasado, que “cerrar el estrecho de Ormuz es verdaderamente fácil para la Armada iraní”… Como dicen los iraníes, es más fácil que beber un vaso de agua…, aunque, por el momento, no tenemos necesidad de cerrarlo porque controlamos el mar de Omán y su tráfico”, según informó la cadena local, Press TV, en inglés.
Ante la amenaza, Estados Unidos advirtió a Teherán: “Ninguna suspensión del tráfico marítimo en el estrecho de Ormuz será tolerado”, declaró George Little, portavoz del Pentágono.
Irán ha amenazado en varias ocasiones a Occidente con cerrar el estrecho de Ormuz —quizás la ruta petrolera más importante del planeta—, si se le imponen sanciones a sus exportaciones. El canal es una delgada franja marítima que separa Omán de Irán y que comunica a los principales productores de petróleo del Golfo, como Arabia Saudita, con el Golfo de Omán y el Mar Arábigo.
En 2009, aproximadamente el 33% del crudo transportado por vía marítima cruzó por el estrecho, lo que representa un 17% de todo el petróleo comercializado. En total fueron 15.5 millones de barriles diarios, según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos. No por nada el Tío Sam patrulla con sus buques de guerra la zona para vigilar la transportación petrolera.
Estrecho de Ormuz: yugular de oro
Los siguientes datos aclaran el asunto: la mayor parte del oro negro exportado a través del estrecho se traslada al Lejano Oriente, Estados Unidos y Europa occidental; casi las tres cuartas partes de las importaciones petroleras de Japón y la mitad de las de China cruzan por allí.
Por lo mismo, dicen los expertos que Teherán podría sembrar de minas el estrecho, como lo hizo durante la guerra contra Irak en la década de los ochenta.
Por ello, no es mera casualidad que navegue en esas aguas la Quinta Flota de Estados Unidos, con sede en Bahrein, para vigilar las rutas del Golfo y sus alrededores. No es sólo precaución. En julio de 2010, las Brigadas de Abdulá Azzam, grupo islamista que mantiene lazos con Al Qaeda, reivindicaron el asalto contra el petrolero japonés M. Star.
De tal suerte, según datos de 2009, de los puntos de paso estratégico del petróleo mundial, el Estrecho de Ormuz es el más importante con 15.5 millones de barriles de petróleo en tránsito por día; le siguen, el Estrecho de Malaca, 13.6 millones, los estrechos daneses, 3.6 millones; Bab el Mandeb, 3.2 millones; Bósforo, 2.9 millones; Canal de Suez, 2 millones; y el Canal de Panamá, 0.8 millones.
Por otra parte, las maniobras navales que Irán realizaba desde el sábado 24 de diciembre provocaron mucha preocupación en la Casa Blanca, donde se interpretaron dichas maniobras como una innecesaria demostración de fuerza. Los ejercicios durarían diez días y se desarrollaron en la parte norte del Estrecho, frente a las costas de Irán. Incluyeron maniobras con submarinos y buques de guerra que llegan hasta el Golfo de Adén, así como el lanzamiento de misiles, torpedos y aviones no tripulados sobre el mar.
Por lo mismo, el Departamento de Estado que encabeza Hillary Clinton, considera que Irán desarrolla una estrategia desesperada para avanzar en su programa nuclear.
Mark Toner, portavoz de esa dependencia estadounidense, explicó que “los comentarios iraníes sobre el Estrecho de Ormuz son un nuevo intento para crear distracciones sobre el problema real: el reiterado incumplimiento de sus obligaciones nucleares”.
Recelo
De hecho, el recelo hacia Irán creció en Occidente en los últimos meses de 2011 debido a los avances en su programa nuclear, confirmados por el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA).
ebido a las amenazas del programa iraní, el Congreso estadounidense aprobó, hace dos semanas, medidas legislativas que amplían las sanciones económicas sobre el Banco Central de Irán y entonces —de forma inminente— las personas e instituciones que hagan transacciones con él se verán privados de hacer negocios con el sector público y privado de Estados Unidos.
El Banco Central es la principal vía para las transacciones petrolíferas del gobierno iraní y si es sancionado por Estados Unidos esto implicaría severas cortapisas a las exportaciones de crudo de Irán, que suponen un 80% de los ingresos de las arcas estatales de ese país. Diariamente, Teherán vende cuatro millones de barriles de petróleo; actualmente es el cuarto mayor productor de crudo del mundo, y la simple amenaza de cerrar Ormuz provocó que el precio del barril superara los 107 dólares en los mercados internacionales.
Así, en un irresponsable juego del gato y el ratón, mientras continúan las vencidas entre Irán y Occidente sobre el programa nuclear, como contestación sobre probables sanciones contra su sistema bancario, la Marina de Teherán lanzó el primer día del nuevo año un misil de alcance medio (no detectado por el radar) y anunció que había probado las primeras barras de combustible nuclear de fabricación nacional.
Se trata de un misil de medio alcance tierra-aire para terminar con las maniobras navales iniciadas el pasado 24 de diciembre (Día de la Navidad en Occidente, por lo que los analistas indicaron que la fecha no fue fijada por simple casualidad).
“Este misil está equipado con la más moderna tecnología de combate contra objetivos invisibles al radar y sistemas inteligentes antimisiles”, dijo el almirante Mahmud Musavi, quien precisó que era la primera prueba de este tipo de proyectil “diseñado y fabricado” en su país.
Barras de combustible atómico
Los mandatarios iraníes están jugando con fuego en lo que algunos observadores interpretan como una huida hacia adelante para tapar las tensiones internas que afrontan desde la controvertida reelección (la última permitida legalmente), en junio de 2009, del presidente Mahmud Ahmadineyab.
Asimismo, el anuncio que ha logrado fabricar barras de combustible atómico es una evidente provocación, ya que el enriquecimiento de uranio es el eje del conflicto que mantiene con la comunidad internacional sobre el objetivo último de su programa nuclear.
En fin, el último informe de la OIEA aseguraba en noviembre pasado que Teherán daba la impresión de “haber trabajado en el diseño de una arma nuclear”. Los inspectores de la agencia en la ONU demostraban también su temor de que continuarán las investigaciones secretas con esta finalidad.
La República Islámica de Irán rechaza esas imputaciones y todavía asegura que necesita la energía atómica para generar electricidad; por ello se niega a renunciar al enriquecimiento de uranio aduciendo que Occidente —incluyendo los países que le apoyan en el Consejo de Seguridad, como Rusia y China— podría impedir su acceso al combustible nuclear y que el tratado de no proliferación le da ese derecho.
Aunque las conversaciones de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU se han convertido en vía muerta desde la última reunión en Estambul el año pasado, no ayuda a convencer de su sinceridad el empeño iraní por exhibir su músculo militar y el avance de sus misiles. algunos con alcance hasta los 2 mil kilómetros lo que permitiría, sobradamente, llegar a Israel —el país, dice Ahmadineyab, que no debería existir, así como que el Holocausto jamás sucedió—, y otros que está desarrollando con alcance de 3 mil 500 kilómetros que podrían llegar a Rusia y a la República Popular China.
En Teherán el nerviosismo es evidente. En Irán sopla el frío y el calor, pero en otras capitales occidentales no sufren menos temores. Todos deben mantener fría la cabeza. No hay que olvidar que se puede saber cómo empiezan los conflictos armados, pero nunca cómo terminan.