Romney se perfila para enfrentar a Obama
Bernardo González Solano
La guerra política para los comicios presidenciales del próximo mes de noviembre en Estados Unidos se declaró el pasado martes 3, con el inicio de los caucases, que la leyenda impone que la primera batalla de las elecciones primarias estadounidenses, en el minúsculo estado de Iowa —con una población aproximada de tres millones de habitantes—, resalte el paisaje del enfrentamiento para conseguir la residencia en la Casa Blanca el siguiente cuatrienio.
Dice la conseja que los electores de este pequeño estado conservador del Middle West —Medio Oeste— tienen el “don” de elegir al candidato que se enfrentará el presidente saliente. Sin duda, la leyenda es exagerada, pero de otra forma ¿de qué hablarían y escribirían los comentaristas de los medios electrónicos y los periodistas de los medios impresos?
Así, Iowa es un ejemplo claro de la particularidad de la política estadounidense y de su diferencia con la que se practica en otras partes del planeta. El primitivismo de los caucases, su espontaneidad y pureza democrática —algunos analistas la comparan con el invento griego de la antigüedad—, son el reflejo de la profundidad de esta democracia y también, en buena medida, de su decadencia.
Caucases y primarias: los caucus electorales son reuniones de personas registradas en un mismo partido. Se desarrollan en sitios públicos, incluso en el domicilio de los responsables políticos. Mientras que las elecciones primarias son abiertas o cerradas, en las segundas el voto está reservado a los electores que declaren su filiación al partido concerniente; las primarias abiertas permiten a todos los electores, con o sin afiliación, participar en la elección de delegados.
Calendario político-electoral
El calendario inmediato de los caucases, después del primero, en Iowa, que tiene lugar desde 1972, y New Hampshire el 10 de enero, las primarias se efectuarán en Carolina del Sur el 21 de enero, después en Florida el 31 de enero. El 6 de marzo, una docena de estados se pronunciarán en una jornada llamada el súper martes y terminarán el 26 de junio en Utah.
Este año, el enfrentamiento entre los pretendientes republicanos —que en un principio sumaron siete—, ha ilustrado, casi de manera caricaturesca, un fenómeno central del escenario político de Estados Unidos: la desviación ultraderechista de uno de los dos grandes partidos de gobierno del país del Tío Sam. Inquietante para Estados Unidos y para el resto del mundo.
Resulta que en “América”, como dicen los estadounidenses, Dios tiene la palabra en política y sus apóstoles también. De tal suerte, la derecha cristiana mostró su fuerza en Iowa. Estos cristianos, apegados a sus valores representaron casi los dos tercios del electorado republicano activo en 2008, cuando ganó la presidencia el candidato demócrata, el primer mestizo afroamericano, Barack Husein Obama, en la historia. En una nación donde casi el 75% de la población asiste a la misa dominical y donde el presidente presta juramento sobre la Biblia, la realidad política está a años luz de lo que sucede en México.
El resultado en Iowa fue el siguiente: Mitt Romney —ex gobernador de Massachusetts, al que muchos analistas consideran como el más probable candidato republicano que podría enfrentar en noviembre al presidente Barack Obama—, obtuvo el 24.6%, con ocho votos de diferencia; Rick Santorum, ex senador por Pensilvania, recibió el 24.5%; Ron Paul, el conservador “libertario”, viejo representante de Texas en el Congreso de Washington; Newt Gingrich, ex presidente (speaker) de la Cámara de Representantes, 13.3%; Rick Perry, gobernador de Texas, 10.3%; Michelle Bachmann, representante de Minesota en la Cámara, 5%; y otros el 0.9%.
Aunque la apretada diferencia de votos el martes 3 en Iowa no era para lanzar las campanas a vuelo, Mitt Romney —cuyo nombre completo es Willard, escogido por su padre en honor de Willard Marriot, fundador de la cadena hotelera del mismo nombre; Mitt es su segundo nombre— se declaró satisfecho con el resultado, porque no contaba ganar en ese estado donde hace cuatro años perdió por diez puntos frente al anciano pastor evangelista Mike Huckabee.
Al comentar su corto triunfo, Willard Mitt declaró que era el mejor corredor de fondo para el maratón que empezó a correr para llegar a la meta hasta el mes de noviembre próximo.
Con margen apretado, Mitt Romney es quien tiene el camino más despejado, hasta ahora, para competir con Obama, pero aún falta mucho camino por recorrer hasta la Convención del Partido Republicano. Así, estas son unas primarias atípicas. Muy distintas, por supuesto, a las que los demócratas llevaron a cabo hace cuatro años, cuando por avasalladores personajes, como Hillary Rodham Clinton y Barack Obama compitieron en un espectacular duelo. Diferentes también a otras en las que han tomado parte figuras republicanas de primer nivel, como Ronald Reagan, George Bush Sr., o incluso el mentiroso George Bush Jr. o John McCain, que aportaban desde un principio atractivo personal o solvencia contrastada.
En esta ocasión, ninguno de los republicanos cuenta con esas virtudes. A decir de los analistas, ninguno de los tres con posibilidades de alcanzar el triunfo: Willard Mitt Romney (cuyo background principal es ser mormón, lo que le representará muchos escollos hasta la elección del candidato republicano), Ron Paul o Rick Santorum, cuenta de antemano con el apoyo de sus propias filas o con el atractivo de su personalidad. La tercia es muy cuestionada dentro y fuera del Partido Republicano, por lo que los tres tendrán que ganarse el respeto y el respaldo en los próximos meses.
Mientras tanto, después de Iowa, en el primer fin de semana del nuevo 2012, se realizaron dos debates entre los aspirantes republicanos y el marcador continuó igual que cuando empezó la carrera por la candidatura presidencial: Mitt Romney continuó como favorito. Posiblemente ganaría las primarias el martes 10 (cuando este reportaje ya se habría escrito). Los tres contendientes con mayores posibilidades de hacerle sombra a Romney —Rick Santorum, Newt Gingrich y Ron Paul— decidieron no lanzar duros ataques contra Mitt para evitar el riesgo de que posteriormente éste les cobrara la cuenta en la tercera cita electoral del calendario, las primarias de Carolina del Sur el próximo 21 de enero, en un estado más conservador que el pragmatismo moderado que vende Romney.
En el debate del domingo 8 de enero, preparado por la cadena NBC y Facebook, Santorum y Gingrich pusieron en tela de juicio que Romney fuera el candidato más fuerte para ganar al presidente demócrata Obama en los comicios de noviembre.
A su vez, Romney afirmó que como gobernador de Massachusetts creó más empleos que Obama en toda la legislatura, por lo que consideró importante sustituir a alguien que siempre ha sido político por otro tipo de líder, resaltando su experiencia como empresario. En este contexto, Santorum le recriminó: “Si su historial fue tan bueno como gobernador de Massachusetts, ¿por qué no se volvió a presentar?”.
Por su parte, Gingrich —que aunque en un principio se mantuvo en la tercia de favoritos, ha perdido empuje ante el inesperado ascenso de Santorum— calificó de “tímidas” las propuestas económicas de Romney y, además, lo exhibió de presuntuoso y de decir “tonterías” cuando se diferencia del resto de aspirantes republicanos, y afirma que la política no es su única ocupación.
Dos competidores
Como sea, los dos competidores fuertes de Romney, Rick Santorum y Ron Paul, el de mayor edad, con 76 años a cuestas, representan dos extremos del republicanismo estadounidense: el primero, el conservadurismo moral y religioso, y el segundo, el conservadurismo libertario. Por lo mismo, ambos representan el alma del partido con mayor fidelidad que Romney, pero tanto uno como otro son demasiado radicales para lograr los votos moderados e independientes necesarios para ocupar el codiciado Salón Oval de la residencia que, por el momento, ocupa Obama. Simbólicamente, unos simbolizan el corazón republicano; el otro, el cerebro.
Desde la perspectiva de los republicanos, su partido necesita un candidato fuerte y, para lograrlo, es necesario que el Partido Republicano se una, cuanto antes, en el respaldo de un nombre y darlo a conocer no solo a sus militantes, sino a todos los estadounidenses.
Así las cosas, al regreso de las vacaciones de fin de año, que tanto le recriminaron algunos republicanos, el presidente Obama también le puso el acento al proceso electoral unas vez conocidos los resultados de los caucases de Iowa.