Desde hace muchos años, la cabeza de “ocho columnas” de los principales diarios nacionales no se había uniformado. Sin embargo, el sábado pasado las primeras planas de los periódicos dieron cuenta de la noticia en forma similar: “El PRI rompe con el Panal”.

La noticia tuvo, cuando menos durante las primeras horas, el efecto electoral esperado. La idea de levantar un muro entre el Partido Revolucionario Institucional y el partido del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, le gustó a la sociedad. El votante vio de pronto en el PRI un partido renovado, dispuesto a liberar al país de sus principales lastres.

Digamos que la ruptura ¾cierta o falsa¾ con el partido del sindicato magisterial abrió una ventana de esperanza en cada mexicano. La simple idea unificó al país, sin importar estatus o procedencia económica, social o cultural. Ricos y pobres; empresarios, obreros y campesinos; amas de casa, intelectuales y comerciantes coincidieron en que el distanciamiento era un innegable acierto.

El golpe informativo tuvo tal peso que puso nervioso al candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, quien rápidamente salió a decir que se trataba de una mentira y de un mero recurso electoral.

Y es que, efectivamente, decisiones políticas de ese tipo es lo que está esperando la mayoría de los mexicanos. El PRI ¾tal vez sin querer¾ levantó la cortina del mago y dio con el tesoro mágico. Por un instante, al menos por un instante, unificó al país en su favor.

Cualquier estratega electoral tomaría nota de este dato que es, sin duda, estratégico para ganar una elección. ¿Por qué? Porque cada vez hay más conciencia de que la mediocridad económica del país y del desarrollo humano es en gran parte consecuencia de la existencia de un sistema educativo que está técnica y moralmente descalificado.

Digámoslo de manera más simple: a los mexicanos ya no nos gusta saber que estamos reprobados. Es algo que tiene que ver con la dignidad y con el orgullo. Aunque también, ¿por qué no?, con un tipo positivo de vanidad.

El Senado de la República está por discutir la nueva Ley General de Educación. Algunos hablan ya de que está en puerta una revolución educativa. Una revolución que, de serlo, tendría que pasar necesariamente por la trasformación radical de los sindicatos. Por el cambio integral y absoluto del educador como entidad humana, social y pedagógica

Es necesario responder a la pregunta: ¿qué tipo de maestro quiere y necesita México? Sobre todo cuando los sindicatos se han encargado de pervertir y degradar su vocación, calidad profesional e imagen. Cuando lo han reducido a un simple y barato agitador que traiciona los principios esenciales de la enseñanza

Decía el ex presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, que la crisis de un país empieza en la educación. La esperanza de muchos mexicanos es que la “ruptura” PRI-Panal sea el comienzo de un proceso que sepa poner punto final a esa crisis.