Josefina Vázquez Mota es hoy candidata del PAN a la Presidencia de la República. La contundencia con que ganó tiene varios significados.

El primero y más importante: la derrota de Felipe Calderón frente a la militancia de su partido, y el segundo, que Josefina aprendió como secretaria de Desarrollo Social a utilizar las más viejas y desprestigiadas tácticas de proselitismo para comprar el voto.

Su candidatura puede ser leída como un avance en materia de equidad de género, y como un ejemplo del PAN hacia aquellos partidos que hasta el día de hoy no se han atrevido a promover a una mujer al más alto cargo de elección popular; pero, ¿qué más?

¿Quién es, en realidad, Josefina Vázquez Mota?

El largo proceso interno de Acción Nacional no sirvió para saber más de ella. En realidad siempre ha tenido una personalidad etérea. Su paso por la Secretaría de Desarrollo Social fue casi fantasmal. Es cierto, hay cientos de fotografías, notas periodísticas y videos que la muestran como cabeza de una de las dependencias más importantes en un país de pobres.

Sin embargo, eso es todo. El sexenio de Vicente Fox (2000-2006) no se destacó por erradicar la exclusión social y en consecuencia hay algo que nunca estuvo en los discursos o declaraciones de su secretaria: una política de Estado en contra de la pobreza.

¿Qué haría usted, Josefina, para revertir la impresionante suma de 56 millones de pobres que existen en México? Es una pregunta que se ha quedado sin respuesta y que siempre ha sido llenada, por parte de ella, con generalidades, vaguedades, expresiones emotivas que nunca aterrizan en una política pública de gran alcance.

Tal vez su mutismo se deba a que no supo qué hacer ni cómo aplicar uno de los más grandes presupuestos que recibió la Secretaría de Desarrollo Social como consecuencia de la más alta producción y los mayores precios de petróleo en la historia de México.

Aunque sí hubo un uso eminentemente electoral de los recursos que se entregaron a esa dependencia. Por eso ganó Calderón en el 2006. ¿Qué no? Por eso Josefina llegó a la Secretaría de Educación Pública y luego a la coordinación de su grupo parlamentario en la Cámara de Diputados.

Pero, a ver, doña Josefina: ¿cuál es su propuesta en materia de educación? Ya sabemos, como lo ha reiterado en innumerables ocasiones, que buscará una alianza con los maestros y no con el sindicato del gremio.

Muy bien, pero la revolución educativa que necesita este país tiene que ir mucho más allá de los abrazos, besos y sonrisas azucaradas. Y en esto, los mexicanos tampoco  sabemos qué pensar de la hoy candidata porque como secretaria de Educación Pública fue, otra vez, una especie de espectro que tomaba, cierta forma, sólo cuando se enfrentaba a la maestra Elba Esther Gordillo.

¿Qué hizo a favor de la mujer y de la equidad de género cuando trabajaba en la oficina que ocuparon José Vasconcelos y Agustín Yáñez? ¿Qué hizo para impedir que resurgiera el analfabetismo y para combatir al alfabeta disfuncional? ¿Sabe alguien lo que piensa acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo? ¿O hablará de la diversidad sexual y del derecho al aborto con la misma visión de la Iglesia católica quien hoy ya debe sentirla como su aliada y candidata

Poco o nada se sabe de su pensamiento político.

¿Por qué ganó, entonces, Josefina? Porque Calderón, un presidente desprestigiado hasta dentro de su mismo partido, intentó imponer a un joven anticarismático, cuyo única virtud era ser amigo del hombre que hoy manda en Los Pinos.