Y Calderón, igual
Félix Fuentes
El discurso presidencial sobre militares y narcotráfico lleva más de cinco años y se aproxima al final del sexto con palabras iguales. Es la larga historia de que sin el Ejército no hubiera salido México adelante frente a la criminalidad.
Consta a organismos internacionales, al mundo entero, que el problema de la “delincuencia organizada”, como la llama Felipe Calderón, se agravó en México con la llegada del panismo al gobierno. Bastaría contar el número de muertos registrados en el régimen del “priista” Ernesto Zedillo y los sucedidos en gobiernos panistas para llegar a una conclusión real.
A partir de cuando Calderón se puso la gorra militar de cinco estrellas en los primeros días de su gestión ¾no se la puso el domingo pasado con motivo del Día del Ejército¾, empezó el calvario para la población y los militares.
La cifra trágica pasa de 50 mil muertos, entre delincuentes y civiles inocentes. Cálculos extraoficiales revelan más de 200 militares muertos en enfrentamientos, 129 desaparecieron, los heridos se cuentan por centenares y 76 quedaron con una incapacidad permanente.
Por ello dijo al periódico La Jornada el general de división en retiro Luis Garfias Magaña que el balance para el Ejército es negativo porque “lo han desgastado, han jalado la liga hasta el límite y eso va a reventar”.
Efectivamente, la institución castrense jamás padeció tan elevado número de bajas mortales y de heridos en tiempos de paz. Tampoco le enjuiciaron y encarcelaron a tantos efectivos. Según el matutino Reforma, cinco generales diplomados del Estado Mayor del Ejército, dos de brigada y tres brigadieres se encuentran en prisiones militares, acusados de diversos delitos.
Otro general, cuyo nombre se guarda en reserva, figuraba en la nómina de los Zetas, la poderosa organización criminal que ultimó a 44 presos del cártel del Golfo en el presidio de Apodaca, Nuevo León, y logró excarcelar a 30 miembros de su banda, sin un rasguño.
Se encuentran presos, asimismo, 13 jefes militares, dos con grado de coronel, seis de teniente coronel y cinco mayores. Son procesados por homicidio en agravio de civiles, inhumación ilegal de cadáveres, abuso sexual, tortura e indisciplina castrense.
A las fuerzas armadas avergüenza que un miembro distinguido de sus filas, el general diplomado Manuel de Jesús Moreno Avila, fuese acusado por sus subalternos de ejecuciones en agravio de civiles, torturas, inhumaciones clandestinas y establecer nexos con narcotraficantes cuando fue comandante de la guarnición militar de Ojinaga, Chihuahua, entre abril de 2008 y agosto de 2009. ¡En este sexenio, pues!
Así se explica por qué la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha emitido 77 recomendaciones a la Secretaría de la Defensa por violación de derechos humanos y ocupa el primer lugar en tan penoso señalamiento. Por lo mismo dijo el general Garfias Magaña que militares y marinos no son policías y la campaña contra el narcotráfico, que a su juicio no es guerra, ha sido “oscura, difícil y peligrosa”
Afirmó Garfias que para la Sedena y Marina todo esto ha sido de elevado costo porque sus efectivos son dedicados para lo que no fueron adiestrados, lo cual es en demérito de militares y marinos.
Sin embargo, el presidente se ufana de que la violencia “empieza a ceder”. Se trata, dijo, de “reducciones marginales si se quiere, pero constantes”. O no es informado de las recientes matanzas en varios estados o se niega a ver los sucesos infernales de las cárceles, como el de Apodaca.
Así va a continuar Calderón hasta el final de su sexenio e incluso demanda que “la presidenta o el presidente” que lo suceda continúe la “guerra” absurda. Eso faltaría, al cabo que la población no protesta.
