René Bejarano

 

Obdulio Avila Mayo

La principal defensa para aceptar que la mayor figura de la corrupción del gobierno de Andrés Manuel López se sume nuevamente de manera oficial a las filas del PRD es tal y como lo expresa el dirigente capitalino del sol azteca, Manuel Oropeza, simplemente dejar atrás la simulación y reconocer que el hombre de las ligas nunca dejó de operar para su partido.

El hecho de que este regreso sea anunciado como el del hijo pródigo, como el emblema de la esperanza se debe a que es importante que quien mueve las ligas y los hilos de este partido aparezca como un ciudadano ejemplar o en el peor de los casos como un delincuente completamente rehabilitado o reivindicado.

Quienes luchan por mantener una imagen respetable o al menos cierta credibilidad, como partido de izquierda, están interesados en ofrecerle garantías a uno de sus principales operadores, para que los ayude a no perder el rumbo electoral y mantener algo después de que en la cuestión ideológica el caos de las tribus los ha dejado prácticamente desdibujados.

La esperanza siempre será más poderosa que la alianza democrática, al menos más práctica y efectiva, por eso será difícil encontrar elementos que respalden la oposición de algunos de sus miembros para impedir la incorporación de René Bejarano a la Comisión Política Nacional.

Si no cuenta con los tiempos o con las credenciales necesarias, poco importa, su capacidad está probada. Llenarse los bolsillos está permitido mientras llene las urnas a favor de los candidatos designados por su partido.

Este capítulo no se centra en la llegada o la reaparición de un hombre sino en la continuidad de las prácticas que prácticamente hundieron a la izquierda, pero que ha garantizado la permanencia en el poder de un equipo de simuladores que aparentan pensar en los pobres para alcanzar las posiciones que les permitan seguirse sirviendo con la cuchara grande.

 

Presidente del PAN en el DF.
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