El diccionario de la Real Academia Española define masacre como la “matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida”. Así las cosas, tres masacres se realizaron en la segunda semana de marzo en el Medio Oriente. La primera fue la de 47 personas, todas mujeres y niños, que fueron encontrados en la ciudad de Homs en Siria. Fueron acuchilladas, degolladas y sus cuerpos quemados, según denunció la oposición, durante el ataque a la ciudad por parte de fuerzas leales al presidente Bashar el Assad. El ataque, aparentemente, se realizó al mismo tiempo que El Assad se reunía con el enviado especial de Naciones Unidas, Kofi Annan, para discutir los términos de un alto al fuego, y fue perpetrado por los shabiha, una milicia que no está formalmente integrada al ejército pero pelea a su lado y no tiene que obedecer la disciplina militar, sobre todo en lo que toca a las convenciones internacionales. Muy conveniente para el régimen, que siempre puede alegar que las acciones de los milicianos no ocurrieron bajo sus órdenes.
La segunda, por el número de víctimas, ocurrió en Gaza. 23 personas han muerto, de las cuales 8 son civiles según fuentes israelíes, durante los bombardeos aéreos que el gobierno de Benjamin Netanyahu ha ordenado en represalia por los ataques con cohetes lanzados por diferentes milicias palestinas, sobre todo Yihad Islámica (pero no Hamas, que está intentando negociar un alto al fuego). Los lanzamientos palestinos son, a su vez, represalia por el asesinato mediante un bombardeo de dos líderes de los Comités de Resistencia Popular, que a su vez fue represalia por el lanzamiento de dos cohetes palestinos sobre territorio israelí que, sin embargo, no causaron muertos ni heridos. Además de las víctimas mortales, la reciente ofensiva sobre Gaza ha dejado 30 heridos palestinos y 3 israelíes. Ello ocurre pocos días después de la reunión de Netanyahu con Barak Obama, en la que no se discutió el tema del proceso de paz con los palestinos, pero sí el de un posible ataque preventivo contra Irán, para impedirle fabricar una bomba atómica que no se sabe si está construyendo.
La tercera sucedió en Afganistán, cuando un soldado norteamericano salió solo de su base, se dirigió a un poblado cercano y comenzó a matar gente. Acabó con la vida de 16 personas y causó heridas a otras cinco, todas civiles y algunas de ellas niños, antes de regresar por su propio pie a su campamento. Los voceros de la OTAN y del ejército estadounidense declararon que el soldado se encontraba en medio de una crisis nerviosa, ofrecieron disculpas al pueblo y el gobierno afganos, e igual hicieron el presidente Barak Obama y la canciller alemana Angela Merkel (de visita por el país). Los talibanes anunciaron de inmediato que “vengarán” estas muertes. Un par de incidentes previos provocados por soldados que oficialmente están faltando a la disciplina militar (la profanación de los cuerpos de unos milicianos que fueron orinados por soldados norteamericanos, que se filmaron haciéndolo orgullosamente y lo pusieron en Youtube; y la quema de varios ejemplares del Corán) han generado una ola de violencia que ya lleva 30 muertos a nivel nacional. Durante su visita, y a la vista de los acontecimientos, Merkel señaló que la retirada de la OTAN, prevista para 2014, quizá pudiera retrasarse.
Mala semana en Medio Oriente, y no es consuelo saber que ha habido peores… o puede haberlas.