No puede faltar el ambiente nocturno
Humberto Guzmán
En la novela negra existen varias características ineludibles. Es un subgénero que, como todos los de fuerte raigambre popular, se mantiene gracias a una fórmula probada por sus lectores. No creo que se hayan agrupado sus escritores y dicho, a partir de ahora la novela negra es así.
Sin embargo, desde su inicio, por los años veinte, han sido historias de acción, emocionantes, misteriosas, de divertimento, dirigidas a un público masivo. Fue como si ese público de Estados Unidos ya las esperara.
No puede faltar el ambiente nocturno, como en el cine negro o las series de televisión con temas policíacos, que son resultado de este tipo de novelas. Incluso toda buena historia para estos medios, o los best-sellers, exige una línea de investigación policíaca o ambiente negro.
Naturalmente, hay un investigador o detective. Este actúa siempre solitariamente. El mismo es un solitario. Su vida privada, inclusive, es un desbarajuste. Casi nunca pertenece a una corporación estatal, más bien es privado. Aquí es donde aparece lo más interesante. ¿Por qué no es un policía o un juez? (Cuando se da el caso de que sí lo son, tienen enormes problemas con sus jefes, sus compañeros, los medios y la sociedad en general.)
La respuesta es porque este investigador solitario, que lucha por el bien, pero es capaz de todo para desvelar el misterio y capturar a los delincuentes, no es un burócrata. Burócrata aquí significa no sólo un empleado del gobierno, sino alguien sometido a reglas, leyes, horarios, que espera órdenes para actuar, para sacar la pistola, que piensa que no le pagan tanto para arriesgar la vida, que cuida su prestigio, su carrera, su familia, su quincena, sus vacaciones y su jubilación. Con todas estas limitaciones este policía no sólo no resuelve los casos sino que impide que otros los resuelvan. Lo peor es que son capaces de liberar a los delincuentes, a los asesinos, a los secuestradores, a los que representan, en la novela negra, una conspiración en contra de la sociedad y hasta del mundo.
El héroe de novela negra, improvisa. El burócrata ante un hecho inesperado no sabe qué hacer. Aquél tiene imaginación, movimiento. El otro se paraliza. El héroe tiene, pese a todo, un código de honor, que es su ética: primero es su responsabilidad profesional, la lucha contra el mal. El burócrata no es profesional; es previsible, sólo sigue instrucciones dadas y es susceptible de corrupción.
Muchas veces, la agilidad del héroe confunde a los burócratas, que lo toman como otro villano. Lo atacan, lo cercan. Y el héroe tiene que defenderse. El héroe de la novela negra, que como ya se insinuó, también es un rudo, no se va a detener en una moral de clase media, en sentimientos de culpa, para descubrir y capturar (o matar, dado el caso) al delincuente, a la amenaza de la gente honrada. Casi siempre confundido con el mal, va a vengar a los “mansos” violentados. (El sentido es el mismo de los héroes fantásticos: Supermán, etc., aunque los métodos cambian. Tampoco es un héroe impoluto como aquellos sino un hombre mortal y con defectos.)
El burócrata no sólo va obstaculizar estas acciones sino que, algunas veces, se convierte en cómplice de la conspiración y del mal aun sin proponérselo. Por eso el héroe de novela negra nunca será un (policía) burócrata y luchará contra los que sí lo son, contra el marco legal inclusive.
Al final demostrará que los autores de la conspiración son culpables y los entregará a la policía oficial que los recibirá y castigará según sus códigos. Aunque no siempre. Porque se puede dar el contragolpe legal o legaloide que libere a los delincuentes.
Ignoro cuánta relación hay con el caso de la (según afirma la policía) secuestradora francesa Cassez. Yo no poseo más información que la que ofrecen los medios. Pero sí encuentro algunas coincidencias a ojos vistas entre la novela negra y este sonado caso. Es que una vez “capturada in fraganti”, según fue publicitado, ahora quisieron liberarla “de inmediato”, aduciendo razones de ilegalidad al hacerlo.
Francamente, prefiero las historias de la novela negra.


