Irma Ortiz
En un contexto de importantes transformaciones que han modificado las condiciones políticas y sociales del país, existen referentes como el Instituto Nacional de Administración Pública que refuerza su lucha para crear mejores servidores públicos en un entorno nacional cada vez más difícil, donde campea la falta de valores y la corrupción.
José R. Castelazo, con una larga trayectoria académica y profesional, fue reelecto como presidente de la institución que este mes cumple 56 años y que se ha crecido, pese a la reducción del apoyo gubernamental, duplicando su oferta y con una mayor autonomía y madurez política.
Ceñirse a la ley
Termina un periodo en el INAP, ¿qué ha hecho la institución?
En este mes de abril, el INAP cumple 56 años de edad y se ha convertido en referente para nuestra administración pública de México, que se constituye en ente importantísimo porque representa al gobierno, que a su vez representa al Estado.
Una administración pública que es legítima, porque se integra mediante elecciones, claras, transparentes, competidas, como lo fue la última elección que vivimos en el 2006, donde las instituciones que hemos construido los mexicanos, en este caso, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, dio su veredicto y los actores políticos tuvieron que adecuarse. Esto no convocó a una revolución, ni a un ejercicio violento para reclamar una legitimidad, pues está dada por las instituciones.
La construcción de instituciones en México, ha sido un proceso difícil desde que somos formalmente independientes, desde 1821, y en todos estos años, la construcción de instituciones ha sido una constante en nuestro devenir. Instituciones que se establecen en las leyes y dan lugar a la administración pública.
La administración pública tiene que ceñirse al cumplimiento de las leyes, de ahí que sean tan importantes sus estructuras, procesos y los recursos humanos que atiende. No es fácil de explicarlo ante la ciudadanía, porque los ciudadanos de todos los países tienen un villano favorito que se llama gobierno, éste tiene la culpa de todo.
Si sale el sol con radiación es que el jefe de gobierno hizo algo malo o si hubo una devaluación, situación económica adversa, o violencia, el presidente tuvo la culpa. Lo que hace bien el presidente, no es noticia, como dicen ustedes, los periodistas. El gobierno hace muchas cosas bien, lo que pasa es que no es noticia porque es su obligación, ¡ah!, pero si algo falla entonces puede ser noticia.
Parecidos al cuerpo humano
¿Qué hace el INAP? Hoy en México las instituciones están gastadas, se manejan por inercia y no hay una modernización que haga frente a las nuevas situaciones.
El INAP se establece hace 56 años para profesionalizar a la administración pública, ¿qué significa? Capacitar a cuadros que sirven a la administración, revisar los procesos en las estructuras. El gobierno es como el cuerpo humano, con procesos en los sistemas digestivo, circulatorio y respiratorio. Cuando algo falla en un sistema, otro se resiente y cuando varios sistemas se resienten, el cuerpo institucional está débil.
El INAP revisa procesos y encuentra órganos que no responden. Se revisan, se hacen ciertos ejercicios para mejorarlos, es la forma más simple que encuentro de explicar que los procesos son muy complicados porque cada vez tienen que responder a una realidad diferente.
No es que el cuerpo no responda, es que a veces, con la edad, se atrofia y la realidad es distinta. Entre 1955 cuando se crea el INAP —diez años después de la Segunda Guerra Mundial—, apenas emergía de los asuntos institucionales en México entre 1955 y 1972, 73 y la población creció al doble. Sus demandas y necesidades fueron muy distintas a cuando se creó el INAP, y éste se tiene que transformar junto con el país, capacitar sí, pero ¿en qué, qué procesos, a quiénes, para qué propósitos?
¿Qué hicieron?
Transformarlo, modernizarlo, ponerlo al día, multiplicamos nuestra capacitación, perfeccionamos la licenciatura, maestría y doctorado. Dimos siete, ocho especialidades, 19, 20 diplomados, más de 70 cursos especializados, más de diez mil alumnos, todos servidores públicos en estos tres años. Hubo que recomponer institutos de administración pública estatales, hicimos con ellos un sistema INAP, donde cuidamos no sólo la capacitación, sino la revisión de procesos. Teníamos seis proyectos de consultoría, terminamos con 102. Contábamos con un ingreso que creció 400 veces.
Teníamos un apoyo directo del gobierno del 50 por ciento, hoy está en el ocho por ciento, y esto nos da autonomía, libertad y conciencia de que la madurez política de las instituciones tiene que descansar en la madurez política de quienes las dirigen.
No se trata de criticar por criticar, hay que hacer juicios profundos basados en hechos constatables. Nuestra relación con el gobierno es respetuosa y vinculante.
Si somos un instituto de administración pública no podemos romper con el gobierno, no somos un partido, ni periodistas, somos una entidad de profesionales que busca con todo rigor capacitar, formar recursos y establecer nuevos procesos. Estamos muy conscientes de que los nuevos procesos llevan tiempo, que no se inventan de la noche a la mañana y hay pocas instituciones que son totalmente profesionales. ¿Por qué? Porque ha habido cambios en México, diría desde 1997, cuando el PRI pierde la hegemonía en la Cámara de Diputados y luego en el 2000 la presidencia de la República.
Sin embargo, el PRI no se acaba con ninguno de esos dos hechos sino que se mantiene parcialmente en el poder a través de los estados, municipios y del propio Congreso. También generó cuadros profesionales que permanecen en las instituciones.
Los profesionales son los que obedecen al cuerpo de las leyes, las responsabilidades públicas, es el que se rige por las normas administrativas, financieras, de todo tipo y no por lo que él siente o por lo que puede decir, si esto es mejor o peor. Cuando contemos con la mayoría de los servidores públicos con esa vocación de servicio, nos va ir mucho mejor.
Pérdida de valores
Difícil lograrlo, cuando este país se encuentra inmerso en la corrupción en todos los ámbitos y vemos que la mayoría de los funcionarios carece de una mística de servicio.
Se han perdido muchos valores en el servicio público y debemos restablecerlos. Leía un libro antiguo de un autor que fue jefe de gobierno en la ciudad de México: Hipólito Villarroel y se llama Las enfermedades políticas del reino de la Nueva España, este señor escribía diariamente una especie de diario de sus ideas, experiencias, y decía que la corrupción era brutal en las entidades públicas. Hay algo interesante, la entidad pública es por ejemplo la revista Siempre!, un órgano de opinión pública, como cualquier periódico, canal de televisión o radio; un cine es una entidad pública, servicios públicos, teléfono, Metro. Decía Villarroel que las entidades públicas estaban corrompidas y se refería no sólo al gobierno, sino a la sociedad. Me quedé pensando cuál es el espacio público y quién es responsable de éste, y la respuesta que me he dado es que el espacio público es de la sociedad y del gobierno.
¿Dónde se establece la frontera de la responsabilidad social? Si un medio se maneja irresponsablemente es tan corrupto como el gobierno y si éste se maneja irresponsablemente es doblemente corrupto porque lo acompaña la ley, le da facultades y las puede corromper en su ejercicio. Si un ciudadano se pasa un alto y da una mordida, es corrupto pero quien la recibe es doblemente corrupto cuando se trata del gobierno, porque es el responsable desde el punto de vista político, administrativo y social.
¿Cómo formar servidores responsables? Cuando hay mística, si la mística no se convierte en vocación o si ésta no se convierte en mística estamos perdidos. Si un secretario de Estado no está consciente de sus facultades legales, de su responsabilidad política, administrativa y social, estamos perdidos. Si una entidad pública se maneja como si fuera una empresa, si un municipio —que hay 2 mil 442 en el país— se maneja corruptamente, estamos perdidos.
La ley puede ser perfectible pero lo que cuenta es la actitud de los seres humanos y somos víctimas de la condición humana que tiene dos caras en una misma moneda: la buena y la mala. Es decirle al servidor público: tú eres representante de la buena cara de la moneda, si tiene una mala cara guárdatela para tu ámbito privado. Es muy complicado, hablamos de casi 7 millones de servidores públicos en todo el país, contando gobierno federal, gobiernos estatales y Distrito Federal, son 2 mil 242 municipios.
Uno debe hacer buenas cuentas y decir, el gobierno de México, no importa que partido lo lleve en ejercicio, de los tres partidos, igual en los estados y en la federación, deben apegarse a la ley. Que nos acostumbremos a que el electorado es responsable de planear o de castigar y que premia cuando se gobierna bien y castiga cuando se gobierna mal, eso sucede en todos los sistemas políticos del mundo, democráticos. Estamos naciendo a ese tipo de democracia, no desesperemos, seamos conscientes de que el gobierno, significa una fuerza integradora, es instrumento de resolución y no de producción de conflictos.
Asimismo en el INAP tenemos que trascender y convertirnos en una entidad más fuerte, más determinante de nuestro devenir administrativo público. Vamos a multiplicarnos, a ser fuertes en cada entidad del país y también internacionalmente, porque nuestra presencia mundial es importante, somos parte de la directiva del Instituto Internacional de Ciencias Administrativas y del grupo de expertos de las Naciones Unidas, que es lo más importante.
Honradez y orgullo de servir
Objetivos en la nueva administración del INAP.
Establecer los valores del servicio público, la honradez, la capacidad de servicio y el orgullo de servir a México, es un reto enorme. También por supuesto rescatar al municipio, como nos sirvió en nuestra historia, porque sin el municipio no hubiera habido Independencia, Reforma, ni Revolución. Hay que rescatarlo como eje de nuestro horizonte, es fundamental.