De Libia a Siria y de ¿… a …?

Frida Modak

Las confrontación es pacífica por ahora, pero clara. De un lado se encuentran Estados Unidos y Europa Occidental y del otro Rusia y China. Cada uno tiene apoyo en países de distintas regiones y lo que se disputa es la hegemonía mundial, pero ya no en función de valores abstractos sino de cuestiones concretas.

Lo que está en juego es el poder. Aunque Occidente siga hablando de democracia y derechos humanos, sus acciones anulan esos conceptos y ya vimos en Libia en lo que se traducía esa prédica.

Ahora lo estamos viendo en Siria, donde se ha provocado un conflicto armado, incluso ignorando, como se ha hecho, las recomendaciones de la misión de la Liga Arabe, cuyo informe sobre la situación siria señalaba que era posible buscar un acuerdo entre las partes.

Al optar por profundizar la guerra contra el gobierno sirio no se tomó en cuenta que China y Rusia ya tenían claro que no podían interpretar en forma literal los dichos de la otra parte y que de acusados de violar los derechos humanos se convertirían en sus defensores.

En este escenario, en el que los papeles de los actores se han invertido, se desarrolla la guerra por el petróleo, recurso del que disponen en abundancia Rusia y China, que ocupan el octavo y el décimo tercer lugar en la lista de las reservas comprobadas de cada país, según un informe del 2010.

Estados Unidos está en el décimo cuarto lugar, pero su diferencia con Venezuela, Rusia e Irán, para dar un ejemplo, es muy grande, 19 mil 120 millones de barriles contra 97 mil 769 millones de Venezuela, 137 mil 600 de Irán y 74 mil 199 millones de Rusia.

Los estadunidenses se afirman en Arabia Saudita, que es el mayor productor mundial con 269 mil 599 millones de barriles, en los 113 mil millones de Irak o los 103 mil de Kuwait y en otros países aliados suyos en esa región.

Y si miramos las cosas desde otro punto de vista, resulta que esos países no se distinguen por la vigencia de los derechos humanos que Washington dice defender. Esto no se debe perder de vista cuando estamos presenciando guerras despiadadas y se vislumbran otras en las que también el petróleo desempeñaría un papel.

 

La oposición siria

La información sobre lo que sucede en Siria apunta en especial a las violaciones los derechos humanos de quienes estarían en la oposición al gobierno de Bashar el Assad. La confrontación armada entre los opositores y el gobierno lleva ya un año.

Invitados por Turquía y Qatar, los representantes de ambos

se reunieron en Estambul durante dos días y no lograron llegar a ningún acuerdo, pese al apoyo de Turquía, que preside la Liga Arabe, y de Qatar, cuyo Emir envió tropas a Libia. Pero además de sus discrepancias, tienen otros problemas.

Los sirios que forman lo que se ha dado e llamar “la mayoría silenciosa” no confían en ellos y el diario español El País lo dejó en claro en su edición del 19 de noviembre del año pasado.

Los entrevistados dijeron “Al principio simpaticé con las protestas, pero en cuanto descubrí su naturaleza violenta cambié de parecer”. Según el periódico, la gente reconoce que el actual gobierno ha cometido errores, pero prefiere eso a “los islamistas”.

En ese contexto los Hermanos Musulmanes proponen un pacto nacional para establecer “un Estado civil moderno, basado en una Constitución civil” con separación de los tres poderes.

Pero los poderes foráneos han optado por la guerra porque sus intereses son muy claros y no tienen nada que ver con valores democráticos. La prueba se encuentra en la lista de quienes están financiando y equipando a los opositores,

A los sirios los entrenan en Libia en “un centro especial”, con logística estadunidense, denunció Rusia, en tanto que Irán dijo tener pruebas del tráfico de armamentos enviados a Siria por Estados Unidos y países árabes.

Hace algunos días se publicó en la prensa mundial, incluida la mexicana, una información de la agencia France Presse que señala que Arabia Saudita envía, a través de Jordania, material militar a los opositores sirios.

Wikileaks, por su parte, ha informado que tropas de la OTAN están en Siria, lo que confirma lo que eran rumores acerca de la presencia de militares franceses e ingleses en Homs, a lo que se añaden otras informaciones que indican que también se encuentran allí militares estadunidenses.

Esto no es de extrañar, también en Libia estuvieron efectivos militares europeos y estadunidenses, además de soldados de Qatar, pese a que la resolución aprobada por las Naciones Unidas no permitía la intervención militar foránea.

Estamos frente a una situación que se reproduce y probablemente se repetirá en otros lugares y que se basa en los intereses estratégicos de determinados países, en este caso Estados Unidos y Europa, que tienen el apoyo de sus aliados en Africa y Medio Oriente.

Más petróleo

 

De acuerdo con los informes de los organismos que cuentan con estadísticas sobre las reservas comprobadas de petróleo, Siria ocupa el lugar 32 entre los 98 países en los que hay petróleo. Sus reservas son pequeñas, 2 mil 500 millones de barriles.

Pero Siria limita con Irán, que es el tercer país más rico en el energético, con 137 mil 600 barriles de reserva comprobada. Los dos primeros lugares los ocupan Arabia Saudita y Canadá.

Esto convierte a Siria en un punto de gran importancia estratégica, porque limita con Irán, el que a su vez limita con Rusia y otros países igualmente importantes para Estados Unidos y Europa, como Afganistán y Pakistán.

Pero Africa tiene más petróleo que el que en este momento está en disputa. Somalia, el país donde hombres, mujeres y niños se mueren de hambre y desnutrición, tiene grandes reservas de petróleo, que ingleses y canadienses ya están explorando.

Hace por lo menos 20 años que esto se conocía, pero sólo ahora se está explorando, lo que nos lleva a recordar a aquellos centenares de somalíes, hombres, mujeres y niños, que salieron de sus pueblos en busca de comida y que por el camino tuvieron que abandonar a sus hijos que ya no podían seguir.

Y también ahora se sabe que Uganda tiene grandes yacimientos de petróleo, tan codiciados como el de Libia, porque es un petróleo ligero. El lago San Alberto tiene un mínimo de 2,5 mil millones de barriles, cifra que puede llegar a los 6 mil millones.

Se da así la paradoja de un continente que posee grandes y codiciadas riquezas y en el que millones de sus habitantes viven en la pobreza extrema y mueren de hambre tanto por la explotación foránea como por la corrupción interna.