Entrevista a Amparo Espinosa/Directora de la editorial Demac

Irma Ortiz

“Uno de los peores casos de violación y sodomía perpetrados por sacerdotes católicos se realizó en contra de 200 niños sordos en Wisconsin durante un periodo de 20 años por el prelado Lawrence Murphy. El obispo a cargo de este sacerdote se negó a escuchar las denuncias de las víctimas y no fue sino hasta muchas víctimas después que la Iglesia católica inició un proceso canónico secreto en torno al caso.

“Este proceso le fue notificado en 1996 a la Congregación para la doctrina de la fe, oficina que en ese entonces estaba encabezada por el cardenal Joseph Ratzinger. Este jamás tomó acción punitoria alguna, ocupado, como estaba, en resolver escándalos semejantes que aparecían todos los días.

“Lo que sí hizo Ratzinger fue reforzar la cultura del silencio, enfatizar la necesidad de secrecía. Cuando el sacerdote enfermó fatalmente, el cardenal ordenó que se pusiera fin a su juicio para que él muriera como miembro respetable de su comunidad a sabiendas de que era culpable”.

Así lo relata Amparo Espinosa Rugarcía, directora de la editorial Demac —Documentación y Estudios de Mujeres— y el grupo Católicas por el derecho a decidir, que publican en México el libro El caso del Papa, y con este texto se busca favorecer el desarrollo de las mujeres promoviendo visiones autobiográficas.

El libro es autoría de Geoffrey Robertson, carmelita, consejero de la reina de Inglaterra, connotado abogado y juez en derechos humanos que sostiene que, a menos que el Papa Benedicto XVI se despoje de la devoción al obsoleto derecho canónico, el Vaticano continuará siendo un poderoso enemigo para el avance de los derechos humanos.

Espinosa Rugarcía señala que el libro no le deja escapatoria a la Santa Sede, ni moral, ni legal, de las graves acusaciones que ha recibido esa institución y sus altas jerarquías, no sólo por parte de los católicos sino de la comunidad mundial.

Apunta que aunque el tema central de El caso del Papa es de la pederastia de los sacerdotes católicos, sus señalamientos apuntan también a la violación de los derechos humanos de las mujeres, de lo cual tendría que hacerse un libro aparte.

Tengo que recomendar el libro, los católicos, las católicas tenemos que leer el libro, no es agresivo, no es violento, simplemente cuestiona las cosas como son, como es el caso de la estructura misma de la Iglesia, su agenda teológica también. A mí me parece que aunque no hace esto directamente el libro, se puede aplicar a la violación de los derechos humanos de las mujeres que la Iglesia ha perpetrado desde hace muchos años.

En un mundo como el actual, donde ya podemos votar y ser votadas, y sin embargo, no podemos ser sacerdotes, no podemos ser papa, no podemos ser obispos. A mí me parece que es un síntoma de lo más evidente de que tenemos muchas limitaciones en una Iglesia a la que contribuimos mucho las mujeres.

La Iglesia también discrimina

¿Ha habido cambios en la Iglesia con Benedicto XVI?

Hay ministros de la Eucaristía, pero no creo que eso sea un avance suficiente, ¿qué pasa con los demás puestos en la Iglesia? Me parece que una señal de que las cosas realmente han cambiado sería que podemos ser sacerdotes, podemos ser obispos, podemos ser papas, ese realmente sería para mí un cambio significativo, pero creo que tenemos que expresarnos como católicas y dar a conocer nuestro punto de vista.

Doña Amparo espinosa Rugarcia.

El hecho de que la mujer acceda a la cúpula eclesiástica, ¿le daría otra visión a la Iglesia, digamos, más humanista?  

Ahí hay diferentes puntos de vista, uno que dice que las mujeres no necesariamente van a cambiar el mundo cuando lleguen a tener esos puestos, pero creo que sí, creo que el enfoque de las mujeres siempre es diferente al de los hombres.

Están por ejemplo los derechos reproductivos, aquí hay un trabajo del grupo de Católicas por el derecho a decidir, que es su área, pero se engloban varios temas, desde los anticonceptivos; el divorcio a mí me parece otro tema importante que no aceptan y que no está en su agenda teológica. El aborto, que es el tema más sensible, muy delicado y que hay que tratarlo con muchísimo respeto, pero ahí hay una gran ceguera de parte de la Iglesia en torno a la posición de las mujeres que se encuentran en esa situación tan complicada, tan compleja, de tener que tomar una decisión así.

Las mujeres son muy satanizadas a veces y yo me he preguntado por qué no sucede lo mismo con el hombre que la embarazó y la dejó, no lo castigan de la misma manera.

¿Esta falta de apertura de la Iglesia a estos temas tan controvertidos ha provocado esta merma tan evidente del catolicismo no sólo en América Latina sino en el mundo?

Creo que sí, muchas personas nos distanciamos de la Iglesia porque no sentimos que haya eco a nuestras propuestas, no nos sentimos bien tratadas. Debe haber un trato más igualitario, siempre el trato que se da es de subalterna.

Hay una falta de respeto, en algunos casos muy sutil, pero en otros casos no, como lo que acaba de pasar en nuestro país con ese diputado o senador que tuvo esa desafortunada frase [la entrevistada se refiere al diputado priista Francisco Moreno, quien señalara que “no hay mujer bonita que no llegue a ser meretriz” y cuya ocurrencia le costó perder su candidatura al Senado por el estado de Morelos, para ser sustituido por Lizbeth Hernández]; entonces ahí sí ya no lo toleramos y tuvo que dejar su puesto. Muchos dicen pues qué te importa, pues claro que importa mucho, porque son cosas que no se pueden ya permitir porque eso ocasiona faltas de respeto mayores que no podemos dejar pasar.

Platicaba con un amigo sobre el libro y hay una referencia como muy obvia, es como el cuento de El principitoque no podía dejar crecer los árboles baobab en su planeta, el asteroide B 612 ya que constantemente echaban raíces. Toda la noche tenía que trabajar para quitar las semillas, ya que si les permitía crecer, los árboles partirían su planeta en pedazos. Este tema de la Iglesia trata también de una lucha cultural que hay que seguir dando todos los días.

Doña Amparo espinosa Rugarcia.