Ha pasado un año desde que un fuerte sismo de 9 grados Richter, seguido de un tsunami con olas de hasta 15 metros de altura, devastaron la costa oriental de Japón. Este acontecimiento dejó al descubierto la falta de previsión por parte de los gobiernos del mundo, los cuales aseguran que no hay posibilidades de prever catástrofes de tales magnitudes. El pueblo japonés sabe que la única herramienta eficaz contra un terremoto es una respuesta solidaria y colectiva; es algo que lo trae en su cultura como si fuera una herencia que le permite organizar no sólo su sobrevivencia, sino su pervivencia moral.
En la cultura japonesa una persona no se queja, porque hacerlo significa dañar la imagen pública, bajar la autoestima y debilitar el nexo vital que fortalecen la confianza y el honor; se da por hecho que el otro ha entendido sus fallas.
Algo que llamó la atención después del terremoto fue el hecho de que no se registraran saqueos o pillaje de las zonas afectadas y abandonadas, como ha sucedido en otras crisis naturales registradas en diversos países, desde los más pobres hasta los más ricos.
Saqueos en catástrofes
En el sismo de 1985 en México, se reportaron saqueos, incluso robo y acopio de la ayuda internacional llegada a nuestro país por parte de las autoridades. Se dice que la Secretaría de Gobernación simplemente señaló que actos como estos suceden naturalmente en todas las catástrofes del mundo. Durante el sismo en Chile, en marzo del 2010, también ocurrieron saqueos de casas, tiendas y supermercados.
Ante este caos, la entonces presidenta Michelle Bachelet, impuso el toque de queda en la ciudad de Concepción, una de las más afectadas, y ordenó el envío de siete mil soldados para establecer un perímetro de vigilancia y seguridad. Se reportaron más de 300 personas arrestadas por robo. En 2003, un apagón en Nueva York fue el escenario para saqueos registrados en locales comerciales. Fue necesaria la intervención de la policía, la cual detuvo a 26 delincuentes.
Crisis de valores
Ejemplos como estos muestran el delicado tejido que existe entre actuar por oportunismo y mantener la moral alta hasta en momentos difíciles. Para el pueblo japonés, un objeto abandonado en algún lugar, es un objeto que le pertenece a alguien y que regresará por él en cualquier momento. El respeto a una personalidad ausente se traduce en un comportamiento honroso a la pertenencia.
Después del sismo y el maremoto, las brigadas paramilitares y paramédicas patrullaron las zonas afectadas de Fukushima exclusivamente para ayudar a la población, en una muestra de compromiso colectivo basada en la premisa de que una catástrofe la sufren todos por igual. Su concepto cultural, basado en el sintoísmo, les dicta actuar con rectitud ante cualquier situación por adversa que sea.
Individualismo occidental. Por el contrario, en la cultura occidental prevalece el individualismo, que incita a alguien a pensar y actuar siempre en su provecho personal, a soslayar el sufrimiento de los semejantes, a practicar el abuso sicológico como control laboral, a ampararse en el egoísmo para evitar responsabilidades, saquear las energías de los demás al asignarles los trabajos más pesados que debieran realizarse en equipo y a culparlos por los malos resultados que ocasiona esa falta de coordinación.
Estas actitudes fueron denunciadas por el Papa Benedicto XVI durante su visita a México. El Pontífice instó al pueblo mexicano a mantenerse con valentía ante la catástrofe social que ha despertado revanchismos, oportunismos, nepotismos, en un país considerado dentro de los más corruptos del mundo. “Aliento a los católicos mexicanos y a las personas de buena voluntad a no ceder a la mentalidad utilitarista que termina siempre sacrificando a los más débiles e indefensos. A renovarse para alcanzar una vida digna, justa y en paz para todos. Los invito a ser solidarios y a permitir que la sociedad se renueve en esos fundamentos para alcanzar esta contribución al bien común”, dijo Benedicto XVI en su discurso de despedida.
Tanto en el caso japonés, que enfrenta las secuelas de una crisis natural, como en el mexicano, que sufre los embates de una guerra al crimen organizado, que le ha costado más de 60 mil muertos, la importancia de un pensamiento religioso puede ayudar a hacer más eficiente una sociedad, al darle valores y compromisos que se requieren para que un pueblo pueda funcionar cada vez mejor.