El 10 de abril de 1912, el Titanic abandonó el puerto de Southampton, Inglaterra, con rumbo a Nueva York. Cinco días después se hundió en las aguas del Atlántico, que se convirtieron en el cementerio de más de mil 500 personas y del barco al que la prensa consideraba “prácticamente insumergible”. La noticia conmovió al mundo, que comenzó a rodear el misterio sobre el hundimiento con rumores y teorías, con villanos y héroes.

Era el principio de una leyenda. Han pasado 100 años, pero el Titanic sigue siendo una de las tragedias más famosas de la historia.

“La novela perfecta”, describió el cineasta James Cameron el hundimiento del Titanic, que llevó a la pantalla grande en 1997.

El primer viaje del Titanic era el último del capitán Edward John Smith quien, a sus 62 años, parecía estar listo para retirarse. Tanto él como el dueño del barco, J. Bruce Ismay, querían que fuera un viaje perfecto. A bordo del buque viajaban unas 2 mil 228 personas, según los recuentos más aceptados, entre tripulantes y pasajeros.

Todo marchó bien hasta la noche del 14 de abril. Los oficiales en el Titanic habían recibido advertencias sobre la existencia de icebergs en la zona. Smith, quien ese día fue homenajeado con una cena en su honor por los pasajeros de primera clase, dejó instrucciones al primer oficial, William McMaster Murdoch, de estar atento. Y se fue a dormir.

El Titanic estaba a la altura de la isla de Terranova, en el Atlántico.

A las 11:40, Frederick Fleet, primer vigía, lanzó un grito: ¡Iceberg al frente! Era el principio de la pesadilla.

Lo que ocurrió a partir de ese momento se sabe por los testimonios de los poco más de 700 sobrevivientes, Fleet e Ismay incluidos, durante la investigación del accidente, pero también por las investigaciones que han hecho expertos desde entonces. El hallazgo de los restos del Titanic, en 1985, sirvió para comprobar algunas teorías, tanto como para renovar el interés por el Titanic.

Un acto desesperado

Al escuchar el grito de Fleet, Murdoch habría dado la orden de parar el barco. Pero el iceberg estaba demasiado cerca y, con tan sólo unos minutos para reaccionar, el primer oficial ordenó virar a estribor (derecha). El iceberg chocó contra el Titanic y le abrió una brecha en la línea de flotación en el estribor de seis secciones. El barco comenzó a llenarse de agua de inmediato. La orden de cerrar todas las puertas de contención de agua no sirvió de nada.

Mientras Smith organizaba la evacuación, en medio de un escenario caótico, armando incluso a la tripulación para evitar un motín, y basándose en la regla de “mujeres y niños primero”, el Titanic se hundía. Lo impensable ocurrió. El barco se partió en dos y se hundió por completo dos horas y 40 minutos después, la madrugada del 15 de abril. Con él se hundió casi 70% de la gente que iba a bordo, incluyendo al capitán, al primer oficial y más de 200 tripulantes. La mayoría, se cree, murió de hipotermia, en un lugar donde las temperaturas eran inferiores a los -2 grados centígrados.

Los sobrevivientes fueron rescatados cuatro horas después, el tiempo que se tardó el barco Carpathian en llegar a la zona de desastre, tras responder a la llamada de auxilio.

Fuente: Vanguardia