En su ataque a Peña Nieto

Félix Fuentes

Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador apresuraron aclaraciones de que no hubo acuerdo entre ellos para atacar al unísono al priista Enrique Peña. Lanzadas las pedradas, quisieron curarse en salud.

Fueron capaces Josefina y el Peje de negar lo visto por millones de televidentes, lo cual advierte su calidad política y humana. Durante dos horas del debate de cámaras fijas, López Obrador no se dirigió a la panista ni para tirarle una florecita o declararle su “amor y paz”

Tampoco mencionó al PAN López Obrador y ya se olvidó del “espurio” Felipe Calderón, a quien dirigió pestes durante más de cinco años porque, según sus quejas acompañadas de lamentos, fue quien le robó la elección presidencial de hace seis años.

Convencido de que su postura de socialista y enemigo de los capitalistas no le dio resultados, López Obrador inició su segunda campaña presidencial con rostro amable, la “V” de la victoria en alto, la frase de amor y paz y la “república amorosa”.

Hasta sus congéneres le pusieron distancia por perdonar a Felipe Calderón, y el diputado Fernández Noroña lo conminó a explicar en la Cámara de San Lázaro el motivo o motivos de su actitud de perdonavidas. No respondió a este reclamo.

Al menos entendió el controvertido izquierdista que no le queda el papel de redentor y echó a la basura su “V”, junto con la “república amorosa”, y volvió a ser el porfiado golpeador.

López Obrador  trae en su morral algunos antecedentes que borran su pretendida imagen blanca. Al término de aquellos plantones encabezados por él en el Zócalo, no se iba con las manos vacías. Marcelo Ebrard, entonces secretario general del regente Manuel Camacho Solís, lo pertrechaba en exceso para el regreso a Tabasco de sus contingentes y un pronto retorno. Ebrard dejó el PRI para ser nombrado, años después, secretario de Seguridad Pública del propio Peje. Amor con amor se paga.

En las precampañas para el pasado relevo en el Estado de México, los Chuchos del PRD intentaron la alianza de su partido con el PAN y López Obrador se opuso, habiendo recorrido los 125 municipios de la entidad y en todos pronunció discursos hasta destruir ese proyecto. Nadie trabaja de gratis.

A la fecha persiste ese distanciamiento partidista. Tanto que en el pasado aniversario del PRD no asistieron Andrés Manuel, ni Cuauhtémoc Cárdenas, ni Marcelo Ebrard.

Con esa tranquilidad de conciencia llegó el domingo pasado el abanderado de las izquierdas a “debatir”. Los televidentes fueron testigos de la saña contra Peña Nieto, a quien incluso comparó con Antonio López de Santa Anna. De ese nivel es su imaginación.

En el intenso cruce de golpes, Peña presentó la fotografía de René Bejarano cuando recibió fajos de dólares del argentino Carlos Ahumada. El Peje lo defendió porque estuvo en la cárcel, pero no dice que aún lo tiene a su lado por ser quien controla por lo menos seis delegaciones del Distrito Federal.

En ese encuentro de formato infame y el escándalo de una playmate que enseño medio busto, el tabasqueño ni se dirigió a Vázquez Mota, ni criticó los dramas de este sexenio, como el de más de 50 mil ejecutados por la delincuencia ni a los 23 recién colgados y decapitados en Nuevo Laredo.

Josefina tampoco dijo nada de López Obrador, ni de sus manejos como jefe de Gobierno del Distrito Federal. Fue evidente el acuerdo de ambos y así lo dijo Peña Nieto después del “debate”.

Sobre eso afirmó López Obrador que “no fui a atacar, solo describí la realidad”. ¿Creerá que los millones de personas que lo vieron son estúpidos? Y él, que tanto critica a los “nerviosos” ya involucró a los miembros de su “gabinete” a hacer campaña. ¿Acaso está nervioso?