Entrevista a Ernesto Velázquez Briseño/Director General de TV-UNAM
Nora Rodríguez Aceves
Se le ha atribuido al Instituto Federal Electoral (IFE) el formato del debate presidencial, algo que fue consensado por los partidos políticos, le hemos atribuido a la producción televisiva y al productor responsable limitaciones creativas que en realidad no lo son, ni desde el planteamiento original del IFE ni desde el planteamiento del propio realizador productor, sino que están determinadas por este acuerdo que hace que sea un formato anticuado, poco eficiente, absolutamente carente de atractivo, que no involucra al televidente en las reacciones y en el comportamiento de los candidatos y que, evidentemente, hay que mejorar para el debate del 6 de junio próximo, afirma Ernesto Velázquez Briseño, director de Televisión Universitaria en la Universidad Nacional Autónoma de México (TV-UNAM).
“Si hay un consenso de un formato son los responsables de televisión y de comunicación de los partidos los que debieron de haberse puesto de acuerdo y los que debieron de haber orientado a sus candidatos, y aquí sí eximo totalmente al productor y al IFE de responsabilidad y me parece injusto que les quieran atribuir a ellos responsabilidades que son en realidad de los partidos políticos.”
Velázquez Briseño explica a Siempre! que “el formato que han decido los partidos políticos, es un formato demasiado rígido que lleva a que finalmente se vea ya televisivamente muy anticuado, muy poco atractivo, para el televidente, y muy restringido para el productor. En los últimos días se dieron opiniones contrarias a la producción televisiva que tuvo el debate sin el conocimiento de que las circunstancias especificas técnicas que tuvo la realización televisiva estuvieron determinadas por ese consenso entre los partidos, y a final de cuentas ahora ellos mismos se darán cuenta de que es necesario modificar esas condiciones tan restrictivas y tan obstruyentes de la realización audiovisual”.
Poca dinámica
Como seguramente se dio cuenta el televidente, “las cámaras estaban ancladas, estaban amarradas a determinadas tomas y encuadres, lo que impidió, salvo al principio y en algún momento fugaz al final, tener una panorámica de las reacciones de los candidatos a las posturas o incluso a los ataques que se planteaban unos a otros. Los formatos internacionales que hay de debates son totalmente contrarios a ellos, el televidente tiene que ver las reacciones de los otros personajes que están participando mientras uno de los candidatos habla, las cámaras deberían de tener un movimiento mucho más dinámico, y esto a final de la historia es la producción televisiva del debate como uno hecho con un formato absolutamente anticuado como si no hubiera recursos televisivos suficientes, de tal suerte que me parece que la experiencia de este primer debate permita que la autoridades electorales puedan hacer que los partidos políticos entiendan que esto debe tener otra dinámica”.
En este sentido, el coordinador de la Red Universitaria de Video, Televisión y Nuevas Tecnologías de las Instituciones de Educación Superior de México señala lo que se gana o se pierde con este formato rígido y cerrado en el que los partidos políticos insisten. “Había la percepción de que al abrir el formato y no hacerlo como lo hicieron podría de pronto la realización televisiva desatender la postura del candidato que estaba al habla, sin embargo, en una buena producción televisiva esto no sucede; es muy fácil observar la postura del candidato que tiene el uso de la palabra, pero al mismo tiempo medir las reacciones y la manera como físicamente se comportan y actúan y se expresan, hasta en sus reacciones faciales o de sus actitudes, los otros participantes del debate. ¿Qué perdemos?, perdemos una riqueza televisiva, la televisión es un medio muy dinámico, y lo único que han hecho es quitarle el dinamismo, si me permite hacer paráfrasis de una imagen muy afortunada que tuvo Octavio Paz hace mucho tiempo cuando hacia la crítica de una obra de teatro. Paz dijo que lo único que le había faltado a esa obra de teatro que criticaba él en algún ensayo era teatralidad; lo que desde luego era una crítica lapidaria. Haciendo una analogía podríamos decir que lo que le quitaron son las capacidades que tiene la dinámica audiovisual de la televisión al quererlo cerrar en tomas fijas en medium shot que de pronto no permite ese dinamismo ni permite contemplar el conjunto del escenario donde se lleva a cabo. ¿Qué ganaríamos con este formato?, pues una aparente fidelidad y puntual registro de lo que está diciendo cada candidato, pero se está ganando muy parcialmente y se está perdiendo muchísimo más”.
Necesaria mayor intervención
Ante la mala experiencia del pasado domingo, 6 de mayo, con el formato del debate presidencial donde participaron la candidata Josefina Vázquez Mota, y los candidatos Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Gabriel Quadri, los cuales tuvieron algunas complicaciones técnicas para transmitir televisivamente sus propuestas, ideas, así como sus acusaciones y ataques, Ernesto Velázquez expone lo que para él sería un buen modelo de debate para México: “Me parece que debería de ser un modelo en el que exista una interacción de todos los candidatos sobre un determinado tema y que permita ¾desde luego con las condiciones de respeto fundamentales que cada candidato estoy seguro que tendrían que acatar y que estarían de acuerdo en acatar¾ que pudiéramos ver sobre los mismos temas las posturas de los distintos candidatos y, al mismo tiempo, quitarle un poco el rigor a la duración de las intervenciones, que obliga de alguna manera a que las ideas no sean expresadas con la solidez que se requiere. Es cierto que siempre hay que poner límites, no excederse de tanto tiempo en la intervención de cada uno, pero entre los ataques y las decisiones personales que tomaron de cómo asumir el debate, no pudimos saber de verdad sus propuesta ni sus posturas ni confrontar las posturas entre uno y otro sobre los mismos temas y eso debería de estar incluido en el formato del debate”.
“Me parece que si permiten flexibilizar la realización televisiva con temas más dinámicas, con tomas abiertas y, al mismo tiempo, se dinamiza también el debate dando oportunidad a que un mismo tema sea analizado en los tiempos que se den; pero con un poco más de holgura sobre el mismo asunto le permitirá al televidente, al ciudadano, comparar cuáles son las posturas que en tal materia tiene cada uno al final de la historia. El resultado de este primer debate que hemos visto hace unos días es que sabemos muy parcialmente lo que opina en materia de seguridad uno, pero no los otros tres, o en materia de educación uno, pero no los otros tres, o en materia de economía nada más lo que dijeron dos, de tal suerte que no está abundando en lo que realmente debería de propiciar, en una confrontación de las propuestas y de las ideas para que el ciudadano, en este caso el televidente o el radio escucha, pueda construir su opinión y pueda formar su criterio y eventualmente con ello su decisión electoral”.
El también profesor del Centro de Capacitación Cinematográfica señala en torno a las opiniones que se han vertido sobre que en el debate los candidatos sólo se dedicaron a repetir sus spots de campaña, que “lo señalan precisamente porque no vimos posturas, pero eso ya es más responsabilidad de los candidatos que estuvieron presentes, más que llegar con el tema de plantear sus posturas llegaron con el tema, la frase ya elaborada o el ataque previo diseñado, y se vuelve francamente lamentable que así sea. No hubo una postura, una revisión de posturas sólidas como podía darse en otro debate y nos hemos quedado ya en el posdebate, en el anecdotario de ataques, de sucesos menores, y no la parte sustantiva”.
“Yo sí me atrevería a decir, si hicieran ustedes una encuesta preguntándole a un televidente común: usted recuerda lo que dijo X candidato en materia de seguridad, no lo recordarán, lo que recordarán son los ataques o los detalles de este formato rígido audiovisual que los hacía contrastar con lo que todos los días y a todas horas ve de dinámica televisiva cualquier televidente o cualquier radioescucha y que de alguna manera esto frivoliza y permite o más bien lleva a la desatención de lo fundamental que debería de tener un debate entre cuatro candidatos a la Presidencia de la República”.
Preguntas y temas anticipados
Otro punto que se ha criticado mucho entre la opinión pública es que se les hayan proporcionado con antelación los temas y las preguntas del debate a los candidatos, lo que para Velázquez Briseño, “hicieron un sorteo con temas y con preguntas, entiendo que las preguntas en específico no las tenían como conocidas sino que sabían los temas generales, pero el verdadero factor de importancia en un debate es que de manera sorpresiva y sin ningún tipo de aviso previo puedan enfrentar, porque así estamos esperando que sea alguien que quiera obtener la candidatura a la Presidencia, debería estar listo para enfrentar cualquier tema con solidez y de manera solvente, de tal suerte que hacerlo prediseñado pues abunda más en que todo sea una respuesta a veces teledirigida o a veces memorizada”.
En este mismos sentido, el escritor, periodistas y profesional de la televisión, agrega “imagínese los partidos: convienen un formato, luego en el posdebate los medios o la opinión pública responsabiliza al IFE y al realizador cuando ellos no son responsables del formato que acuerdan los partidos, y por otro lado los propios partidos no le dicen a sus candidatos con claridad cuál será el formato y resulta que entonces los vemos sacando letreros que están fuera de cuadro y que el productor no puede abrir la toma por lo que convinieron los partidos, entonces si los partidos no toman una decisión inteligente de modificar las condiciones de los debates, pues esto es simplemente que cada veztendrá menos interés para la ciudadanía y menos información y menos datos relevantes para establecer un criterio”.
Por lo tanto, “inevitablemente, no creo que haya un solo partido que esté satisfecho con cómo se vio, con cómo dio, cómo se oyó y con cómo se resolvió; a ninguno le convino, ni siquiera al propio candidato Gabriel Quadri, que aprovechó el tipo de propuesta personal que llevaban los candaditos, pero el formato a él mismo no le permitía aprovecharlo de otra manera”.
Siendo así, “desde el punto de vista de comunicación, el candidato Quadri muy inteligente al presentar una postura que se convertía en un contrapunto frente a lo que hacían los demás, pero honestamente no hubo ningún ganador ni televisivamente ni en términos de los candidatos ni en términos de comunicación ni en términos televisivos ni en términos ciudadanos, porque el debate no funcionó como debió de haber funcionado, siendo una oportunidad tan espléndida para esta confrontación de ideas y desde luego que la experiencia del primero determinará muchísimo tanto el formato como la posición, la postura y la presencia de los candidatos en el segundo debate presidencial”.

