Entrevista a Jesús Cantú/Catedrático en el Tecnológico de Monterrey
Moisés Castillo
A pesar de que la candidata panista Josefina Vázquez Mota salió bien librada del segundo debate presidencial, difícilmente le alcanzará para posicionarse como la “gran retadora” del aún puntero Enrique Peña Nieto. ¿Qué ganó Vázquez Mota? Según las encuestas más recientes casi nada se movió. El aspirante priista se mantiene con 15 puntos de ventaja sobre Andrés Manuel López Obrador y Vázquez Mota, según el seguimiento electoral de GEA-ISA.
Para el periódico Reforma, el ganador del debate fue la panista, mientras que para Demotecnia —presidida por María de las Heras— y Reporte Indigo el triunfador fue López Obrador.
Sin embargo, en la medición de percepciones realizado por BGC y Grupo Imagen Multimedia, Peña Nieto fue el candidato que en general causó mejor impresión entre los cuatro participantes.
De mantenerse las tendencias de la mayoría de las casas encuestadoras, el PRI regresaría a Los Pinos y, seguramente, veremos el oportunismo político de expanistas y experredistas sacándose la foto de la victoria. En tanto, Vázquez Mota se siente feliz y segura de que dará la “sorpresa” el próximo 1 de julio.
“Es un día luminoso —dijo—. Me sentí muy bien, muy fuerte, pude sentirme muy cerca de la gente, dialogar con ellos, tomar parte de las cosas que me han dicho en la campaña, pero al mismo tiempo contrastar y poner el dilema de los mexicanos: la restauración de los dos rostros diferentes del PRI. Uno que representa el caos, la intolerancia, y el otro, que representa autoritarismo y abuso de poder”.
Asimismo, el presidente Felipe Calderón aseguró que la elección aún no está decidida y que cualquiera de los tres candidatos más fuertes puede ganar.
“A mi juicio, cualquiera de los candidatos —dijo el primer mandatario—, en este momento, especialmente los tres punteros, puede ganar la elección porque los márgenes de diferencia entre uno y otro, en algunas encuestas los marcan muy altos, pero en otras realmente son muy estrechos. Pero eso no es lo más importante para mí en el análisis, lo interesante es la enorme variación que tienen las preferencias electorales conforme a eventos que se presentan en la campaña”.
Pero la realidad es otra. El PAN está viviendo un drama inédito: un ex mandatario de México y un ex dirigente nacional apoyan el PRI. Vicente Fox y Manuel Espino cerraron filas a favor del ex gobernador mexiquense. En la última década Acción Nacional ha tenido cinco presidentes —Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino, Germán Martínez Cázares, César Nava y actualmente Gustavo Madero— que llevaron al partido al fracaso electoral privilegiando el pragmatismo a costa de distorsionar la vida interna de ese instituto político.
Según el influyente diario The Washington Post, la candidatura de Vázquez Mota carga con el lastre por pactos del gobierno de Calderón con el liderazgo magisterial de Elba Esther Gordillo.
Sostiene el diario que las alianzas que fraguó Calderón con Gordillo en 2006 —mediante la entrega de cargos y plazas de la administración pública— se le han revertido a él, a su candidata y al PAN.
“Cuando fue electo presidente hace seis años —apunta The Washington Post—, Felipe Calderón designó a un operador político brillante y enérgico para corregir un sistema de educación pública en ruinas, donde los maestros compran y venden sus plazas y la mitad de los niños abandonan la escuela después de la secundaria. Ese político era Josefina Vázquez Mota, quien se desempeñó como secretaria fiel de la Educación durante 27 meses, antes de que fuera sacrificada por Calderón en un acto de oportunismo político… Vázquez Mota se está quedando atrás, cayendo al tercer lugar, todavía tratando de convencer a los votantes de que ella y su partido de centro-derecha traerán un verdadero cambio”.
Todos estos “amarres” del gobierno federal, el desprecio de Calderón hacia Vázquez Mota, aunado a los 60 mil muertos de la guerra contra el narcotráfico, y un PAN que no ha alentado completamente la campaña de la ex diputada, tienen efectos negativos que parecen irreversibles en la recta final de la campaña electoral.
¿Quién conducirá la transición? ¿Qué papel jugará el PAN? ¿Los días están contados para Gustavo Madero en caso de una derrota electoral? ¿Quién sustituirá al actual dirigente nacional para levantar a un partido en ruinas?
Cuando el PAN ganó la presidencia de la república en 2000, trató de evitar la relación de subordinación con el Ejecutivo que había sido característica del régimen priista. Así, Fox hizo al PAN a un lado, porque lo consideraba más un estorbo que un apoyo. Decía que era mejor gobernar sin Acción Nacional. Después de la derrota electoral en 2003, se arrepintió. Por otro lado, Calderón quiso gobernar con su partido, pero no pudo. Los resultados están a la vista.
No negociar nada
Para Jesús Cantú, profesor titular de la cátedra de investigación, democracia y Estado de derecho del Tecnológico de Monterrey, en una alternancia en el poder presidencial como la que se perfila, el partido que sale debe ser muy cuidadoso en la entrega, por lo que no hay margen de negociación.
“No veo —dice— ningún problema en la transmisión del poder, no debería negociarse nada. Debe ser lo más transparente. No debería hacerse ninguna negociación, ni transacción oscura. La ciudadanía decidió quién es el siguiente presidente y lo que debe hacer el Ejecutivo saliente es entregar de forma absolutamente clara la información y los hilos de gobierno”.
¿El PAN estaría buscando algún tipo de negociación ante un escenario de derrota el próximo 1 de julio?
El partido que se va tiene que tener mucho cuidado de que todo esté bien documentado. Obviamente en ese periodo tan largo del 1 de julio al 1 de diciembre se cerrarán programas y ciclos, se documentará el proceso de entrega-recepción. De hecho somos uno de los pocos países que tiene este periodo tan largo entre el proceso electoral y la entrega de gobierno. Podría ser interesante lo que sucede en el periodo que va del 1 de septiembre al 1 de diciembre, porque hay nuevo Congreso, y pues existe un área de oportunidad para hacer algunas reformas que se consideren importantes. Sin embargo, hay que recordar lo que nos pasó en 1994 con la transmisión del poder de Carlos Salinas a Ernesto Zedillo, donde obviamente se ocultaron datos en materia económica y que finalmente provocaron aquel famoso “error de diciembre”. En este sentido, los tiempos democráticos obligan a una transmisión del gobierno lo más transparente posible sin ninguna negociación.
Ante un PAN disminuido, ¿Calderón tiene una mayor responsabilidad en la conducción de la transición?
Lo que sucede es que quien hace la transición es el Ejecutivo, o sea la transición se da en el Ejecutivo y se da a través de los responsables de cada una de las áreas. No es una transición que se dé entre los partidos políticos. De hecho, el presidente electo designa un equipo de transición que entra en contacto con cada uno de los responsables de las áreas estratégicas. Es una transmisión de gobierno más allá de la fortaleza o debilidad del partido que sale o entra.
Sin embargo, el “drama panista” no ayuda a una salida decorosa del presidente…
Esto no es de ahora. El gran debilitamiento del gobierno de Calderón se dio en el 2009 cuando se da que la coalición PRI-Verde y obtiene la mayoría en la Cámara de Diputados. En ese momento, el gobierno calderonista se vio obligado a un trato muy distinto con la oposición, se dio cuenta que las reformas iban a ser mucho muy difíciles. Es cuando ahí empieza el debilitamiento PAN-gobierno. En septiembre vemos renuncias de algunos secretarios de Estado, de la coordinadora de la Cámara de Diputados, porque empieza la selección interna de candidatos. Para el gobierno federal no es mayor el impacto, pero sí influye en la campaña presidencial. Josefina y los candidatos rumbo al Congreso muestran este resquebrajamiento del PAN.
Pago de consecuencias
¿Afectaron los cambios sexenales en la relación Ejecutivo-PAN?
No creo que en lo fundamental haya habido diferencias importantes entre Fox y Calderón. Fox tenía una relación muy cercana con Luis Felipe Bravo Mena, que era el presidente del PAN previo a que Fox resultara candidato. Posteriormente, Bravo Mena logra la reelección pero ya había esta relación cercana, una vinculación clara del presidente del partido con el Ejecutivo. Luego es evidente que Manuel Espino era el candidato del presidente para encabezar el PAN. Hubo una diferencia de estilos entre cómo se manejó Fox y Calderón, pero en realidad hay una diferencia que tiene que ver que cuando Calderón llega a la presidencia de la república y tenía a alguien ajeno, inclusive diría distante a él como Espino. Esto hizo que fuera más evidente ese vínculo entre presidente y partido. Obviamente se ha visto la mano de Calderón entre otras razones por los cambios frecuentes en la dirigencia nacional. Mientras que en el gobierno de Fox se tuvieron dos dirigentes, ahora hay cuatro: a Espino le pidieron su renuncia, a Germán Martínez —que era el candidato del presidente— entregó malas cuentas electorales en 2009. César Nava pasó desapercibido. Ahora Gustavo Madero y Roberto Gil —favorito de Calderón— están colocados en la estructura de la campaña panista.
¿De qué forma impactó a la candidata panista este lastre de la dirigencia del partido?
Los cambios tan frecuentes en la presidencia del partido tienen sus consecuencias en los resultados electorales, lo que estamos viendo en realidad es que el PAN entrega peores cuentas electorales de lo que presentó el PAN durante el foxismo. Es evidente que al interior del panismo, por las tensiones, no le agrada esta presencia e intromisión del presidente de la república en los asuntos internos del partido. Y parece que tampoco a los simpatizantes panistas porque están sancionando esta intromisión en las urnas. Aquí el gran reto es que ninguno de los partidos, hasta ahora, no ha resuelto la relación partido-gobierno: el PRI nunca lo resolvió, ni el PAN, porque no entienden la diferencia de ser partido en el gobierno y partido del gobierno. La ciudadanía está cansada de simulaciones y se refleja en los resultados electorales.
¿Cómo califica la situación del “partido del gobierno”?
El PAN está pagando las consecuencias del ejercicio de gobierno: primero en una época convulsionada a nivel mundial donde hemos visto que en términos generales que los partidos en el poder han perdido elecciones por la crisis económica internacional. Si a esto le agregamos decisiones de Calderón particularmente en el combate a la delincuencia organizada, con los saldos de inseguridad y mortandad altos, pues obviamente se está castigando a la administración panista. Efectivamente lo más probable es que el PAN quede en tercer lugar tanto en la elección presidencial como en las elecciones legislativas. Es lo que hoy parece que sucederá y será esta sanción ciudadana al ejercicio de gobierno que no le parece aceptable. Es una situación normal en una democracia, no me escandalizaría. Lo que el PAN tendría que hacer es una revisión profunda a su accionar y un relanzamiento que implica ser oposición. Tendrá que hacer planteamientos sensatos y distintos y que aprenda de sus errores como partido del gobierno.