Martha Bañuelos 

París.- El nuevo Museo Lalique abrió sus puertas en 2011, en la ciudad Wingen-sur-Moder, en Alsacia. Véronique Brumm, su directora decidió exponer una colección de lo creado por René Lalique, pero principalmente su obra de vidrio y de cristal producida por el artista en esta ciudad, ya que las más prestigiosas colecciones de Lalique que se exhiben en el mundo, como en el museo Gulbenkian de Lisboa, en el museo de las Artes Decorativas de París o en el museo Lalique de Hakone en Japón, reúnen principalmente joyas de René Lalique.

La ciudad de Wingen-sur-Moder renació con la instalación de vidrierías, una en 1708 y otra en 1715, pero en 1868 su cierre hizo que los vidrieros emigraran hacia Europa y México. Medio siglo más tarde, René Lalique fundó la vidriería en Alsacia, restableciendo la tradición del cristal, que resulta de la fusión a 1,400°C del sílice y el plomo, obteniendo objetos de gracia y sensualidad considerados obras de arte.

En el Museo Lalique se exhibe magistralmente la obra femenina y de la flora y de la fauna, creada por René Lalique, quien con el resplandor del siglo XIX y el Art Nouveau, usó a la serpiente, figura que el Renacimiento y el Barroco habían eclipsado. Lalique en Francia la reapareció, aportando al Art Nouveau y al Art Déco, ligeras piezas nacidas de la naturaleza que le sirvió de inspiración.

La flora y la fauna, las representa estilizadas y con realismo. El estilo Lalique fue reconocido por su modelado manual, como si fuera una escultura, además de la riqueza del decorado figurativo y acabados contrastantes del cristal claro y mate.

Al comenzar su carrera de joyero René Lalique, usó toda su originalidad e inspiración al servicio de la suntuosidad de las piedras preciosas, sus creaciones revolucionarias hicieron de Lalique, el amo de la joyería del Art Nouveau.

Las mascotas

La despreocupación imperante en los llamados “años locos”, cuando todas las audacias estaban permitidas y los lujosos y bellos automóviles se convirtieron en un símbolo, René Lalique se asoció al universo del automóvil con la creación del trofeo entregado al vencedor del “Targa Florio”, carrera legendaria creada por Enzo Ferrari.

Fue así como además, Lalique creó 27 modelos de mascotas en vidrio, de inspiración esencialmente naturalista, para lo cual mezcló vidrio transparente y vidrio glosado y coloración en la masa, con lo que se adornarían los automóviles Citroën, Bentley y Rolls-Royce, entre otros.

De todas las mascotas creadas en la época, las más audaces, las más raras y en consecuencia las más buscadas, fueron las de René Lalique cuyas obras se disputaban los coleccionistas del mundo entero, a precio de oro, tanto más porque muchas de estas esculturas de vidrio, realizadas en número limitado, se destruyeron o se dispersaron durante la Segunda Guerra Mundial.

La pasión de los coleccionistas ha aumentado el valor que se le da a estas obras de innegable calidad artística, consideradas símbolo de un tiempo pasado, por decirlo así, un fenómeno en la sociedad de post guerra, que no se puede dejar en la indiferencia y que se descubre plenamente en el Museo Lalique.