Diputados demócratas del Comité de Supervisión y Reforma de Gobierno

Bernardo González Solano

Nunca tuvo mayor acierto el denostado Porfirio Díaz Mori (Don Porfirio, le llamaban y le llaman sus admiradores) que cuando pronunció su lapidaria frase: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Ni lo dijera.

Asimismo, uno de los mejores secretarios de Relaciones Exteriores en la historia de México, Fernando Solana Morales (1988-1993) —el único funcionario que hasta el momento logró mantenerse en primera línea en cuatro gobiernos priistas consecutivos— cuando era catedrático en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en la licenciatura de diplomacia (fue padrino de la generación de diplomacia 1962-1966 por elección de sus miembros), explicaba a sus alumnos que “los diferendos diarios entre México y Estados Unidos sumaban más de cuatro dígitos y, por lo mismo, había que destacar los que lograban resolverse, no los que permanecían en litigio, muchos por obvias razones. Además, Estados Unidos siempre estaría ahí, lo mismo que México aquí. Una convivencia difícil, a veces dificilísima, pero posible e inevitable”. Cito de memoria.

Ignominioso episodio

Con ambas evocaciones pretendo decir que el ignominioso episodio Fast and Furious (Rápido y Furioso), a cinco meses de las elecciones federales en el país vecino, no es lo más tremebundo que ambos países han vivido y posiblemente tengan que vivir. No hay que jugar al populismo perredista, ni tampoco al cinismo priista, ni mucho menos al entreguismo  panista.  Este es otro indignante capítulo en la historia de ambos países que habrá de superarse, sin llegar a rasgarse las vestiduras de los nacionalistas a ultranza que, llegado el momento, no sabrían cómo defender mejor a México. Pero así son. Abundan, sobre todo en tiempo de elecciones. Allá y acá.

Mientras son peras o manzanas, los últimos capítulos de Rápido y Furioso —los estadounidenses siempre llaman en clave a sus maniobras oficiales encubiertas con nombres propicios para futuras películas o series de televisión a las que son tan afectos— se dieron en los últimos días del mes de junio. El sábado 23, los diputados demócratas del Comité de Supervisión y Reforma de Gobierno rechazaron unánimemente una petición para sancionar por desacato al procurador Erik Holder, en la investigación de la operación.

No podían hacer menos los parlamentarios del partido del presidente Barack Obama. Los demócratas calificaron esta solicitud como una “acción extrema sin precedentes, basada en una política partidista en un año electoral, más que en evidencias encontradas en la investigación”.

La bancada demócrata en este comité está compuesta por legisladores de Ohio, Tennessee, Kentucky, Vermont, Virginia, Iowa, Missouri y California. Todos a una dijeron que la investigación sobre la truculenta operación Rápido y Furioso era una “de las averiguaciones más altamente politizadas en décadas”. También pusieron en claro que el presidente del Comité de Supervisión y Reforma de Gobierno del Congreso, el republicano Darrel Issa, quien demandó sancionar por desacato a Erik Holder, rechazó peticiones de los demócratas para revisar testimonios y celebrar audiencias.

Además, los del Partido Demócrata criticaron que la investigación cayó en “una serie de alegatos sin sustento contra la administración del presidente Barack Obama” y cuestionaron que el comité falló para evitar conflictos innecesarios”.

“Privilegio ejecutivo”

Por su parte, Darrel Issa, en el programa de televisión Fox News Sunday, el 15 de junio, reconoció que no existe evidencia de la participación de la Casa Blanca en el encubrimiento de la controvertida Rápido y Furioso.

El parlamentario californiano hizo pública su expectativa de que el incidente de encubrimiento “no vaya más allá del Departamento de Justicia y que el procurador coopere con la investigación para evitar su desacato”. Issa fue entrevistado por el periodista Mike Wallace sobre si había evidencias de que la Casa Blanca encubrió la operación, como lo ha denunciado el titular de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, después de que el presidente Obama ejerció su “privilegio ejecutivo”.

La revista The Atlantic, de Boston, explica que se trata de una situación relativamente “inhabitual” en Estados Unidos. Más aún cuando este derecho (“privilegio ejecutivo”) no está explícitamente citado en la Constitución estadounidense. El antecesor de Obama, George Walker Bush la utilizó seis veces; William (“Bill”) Jefferson Clinton, catorce; y George Herbert Walker Bush (padre), sólo una vez. Según el diario The Washington Post: “La invocación del privilegio ejecutivo algunos meses antes de una elección, para evitar exponer una fechoría del ministerio de Justicia, es un gesto grave y constitucionalmente sospechoso”.

Por lo tanto, el propio Issa anunció el domingo 24 de junio que se enviaría una carta al presidente Obama juzgando su recurso al “privilegio ejecutivo” exagerado, moralmente criticable. “Mentir al Congreso es un crimen”, declaró el representante republicano.

Verdadera intención

Por su parte, el procurador Holder asegura que los documentos solicitados por la comisión parlamentaria no son totalmente ligados a Rápido y Furioso. Y entregarlos al Congreso comprometerían la confidencialidad de otras operaciones. Pero la decisión de Obama y el rechazo de Holder de entregar estos últimos documentos siembra la duda respecto a la verdadera intención de esta fallida operación.

Los documentos amparados por la confidencialidad incluyen supuestos oficios internos y otras comunicaciones del Pentágono y el Departamento de Justicia en los que se dan “detalles” del operativo que permitió el “increíble” ingreso ilegal de aproximadamente 2 mil 500 armas a México.

Al darle status privilegiado a los documentos, la Casa Blanca enfureció a los representantes republicanos lo que da pie a otra batalla entre los dos principales partidos estadounidense a poco más de cuatro meses de la importante elección presidencial. De tal suerte, los republicanos han declarado a los medios de comunicación que así el presidente Obama “finalmente nos ha demostrado que conocía muy bien de esta operación y que ahora hace lo posible para encubrirla”.

La próxima semana, la primera de julio, el debate pasará de la Comisión de Investigación al pleno de la Cámara de Representantes.

“Un fracaso”, así llamó Holder en una audición en la Cámara, en diciembre de 2011, la operación. Fast and Furious no terminó con la venta de armas sospechosas, pero dejó que se realizaran las compras, a fin —supuestamente— de poder seguir su destino en poder de los narcotraficantes. El objetivo —como parte de un mal guión de película de detectives— era recuperar las armas antes que cruzaran south of the border —la frontera— de México. La operación era parte del proyecto Gunrunner, un programa más importante de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, que buscaba detener la llegada de armas a los grupos del crimen  organizado en México. El programa, iniciado en 2006 permitió requisar más de 10 mil armas de fuego y arrestar a más de 800 implicados.

 

Balance negativo

Sin embargo, el balance de Rápido y Furioso es negativo. En menos de dos años, según un reporte parlamentario, de julio de 2011, sobre las 2 mil 500 armas, de las que la se perdió el destino, 122 fueron utilizadas para cometer crímenes en México. Dos de ellas incluso se encontraron en el lugar del crimen: el asesinato del agente estadounidense de control en la frontera, Brian Terry, muerto el 10 de diciembre de 2010.

Después de este crimen, el presidente Obama presionó al inspector general del ministerio de Justicia para realizar una investigación sobre el fracaso de la operación, según informa Daily Beast.

En fin, Issa considera la administración Obama como “la más corrupta” de la historia política estadounidense. Según Daily Best, trata a como de lugar levantar el velo sobre las zonas oscuras de la operación. “Hay en ello una cruzada personal”, escribe el site, juzgando que el asunto cada vez más es politiza.

El bando demócrata, por su parte, juzga el capricho del representante republicano “puramente motivado por objetivos políticos”

Pero, el affaire tiene varios antecedentes. Por ejemplo, en propio Obama dijo en una conferencia a principios del mes pasado: “Mi procurador de Justicia ha puesto en claro que él no había ordenado un contrabando de armas a México…”. Y después eludió las preguntas de los periodistas, pretextando una “investigación en curso”. Previamente, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, había dicho que el presidente “no sabía nada sobre esa operación ni la autorizó”.

Por su parte, Jake Tapper, de la cadena ABC, preguntó a la Casa Blanca: “¿Cuál es la fecha exacta en la que el presidente se enteró de la operación del Departamento de Justicia?”. Como lo ha hecho en otras ocasiones, Jay Carney eludió la pregunta.

En fin, una fuente anónima del Departamento de Justicia hizo circular en los últimos días de junio, la “mentira” de que Issa fue informado de la operación desde el mes de abril de 2010. The Washington Post publicó el runrún tal cual, pese a que había evidencias de lo contrario y sólo se trataba de fuentes anónimas. Mucha información falsa ha circulado sobre Fast and Furious.

Hace pocos días, Vince Cefalu, agente especial durante 24 años, fue despedido de su trabajo después de que ayudó a destapar la operación con el nombre clave Fast and Furious. Todo acabó en un catastrófico desastre. Al día de hoy, la única persona castigada por la operación ha sido el agente que ayudó a revelar los detalles. No puede quedar ahí. Este capítulo de las relaciones mexicano-estadounidenses tiene que aclararse hasta el fondo. “Pobre México, tan lejos de Dios….”