Entrevista a Virgilio Andrade/Ex consejero electoral del IFE

Moisés Castillo

El Instituto Federal Electoral (IFE) advirtió que sancionaría a quienes hayan realizado marchas en la llamada “veda electoral”. ¿Cómo lo haría? ¿Cómo identificaría, por ejemplo, a los miles de simpatizantes del movimiento Yo Soy 132? Es absurdo. Nadie se imaginó que brotaría en la Universidad Iberoamericana un movimiento juvenil en un acto del candidato priista Enrique Peña Nieto.

Con el argumento de “seis días para salvar a México” —como nombraron su movilización en la recta final del proceso electoral—, las acciones de Yo Soy 132 culminaron con una concentración masiva en el Zócalo capitalino. El movimiento aclaró que los actos fueron “en defensa del voto limpio” para no violar las disposiciones del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (código electoral).

¿Qué procedimientos y sanciones aplicaría el IFE?

El artículo 237 del código electoral precisa que el día de la jornada electoral y durante los tres días anteriores no se permitirá la celebración ni la difusión de reuniones o actos públicos de campaña de propaganda o de proselitismo de carácter electoral.

Protocolo y pacto de civilidad

El consejero electoral Lorenzo Córdova asegura que el ejercicio de libertades como la de expresión y manifestación tienen ciertas restricciones.

“Es una restricción —dijo— para efecto de proselitismo electoral. En estricto sentido, esto no quiere decir que no pueda haber marchas ni pronunciamientos públicos, lo que no puede haber es proselitismo a favor o en contra de algún candidato”.

En este sentido, cualquier procedimiento contra manifestantes que realicen propaganda en contra o a favor de algún candidato, iniciará sólo a partir de la queja presentada por algún partido político. ¿El PRI presentará queja? Ni pensarlo.

Es por ello que el IFE hizo todo lo necesario para cerrar y dar certezas el día de la votación. Aprobó un protocolo para orientar a la ciudadanía y denunciar la compra de votos: el voto es un derecho de los mexicanos y nadie debe obligar ni presionar para votar. Ninguna persona o institución tiene derecho a comprar, presionar o condicionar el voto.

Además, los partidos políticos y sus candidatos firmaron un “pacto de civilidad” promovido por el IFE para aceptar los resultados electorales, les favorezcan o no.
Asimismo, avaló la participación de 31 mil 401 observadores electorales y 510 visitantes extranjeros en los comicios federales del domingo 1 de julio.

Por su parte, la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales informó que del 29 de marzo al 23 de junio, consignó a 322 personas y nueve más fueron detenidas, una de ellas en flagrancia al momento de recoger credenciales de elector, por actos que constituyen delitos electorales.

En ese mismo periodo, detalló que se iniciaron 542 averiguaciones previas y se levantaron 956 actas circunstanciadas mismas que fueron hechas por presuntamente constituir delitos electorales ante el IFE y otras instituciones.

Hay que recordar que integrantes del movimiento Yo Soy 132 llevaron a cabo manifestaciones afuera de los eventos del priista Peña Nieto en varias ciudades como Querétaro, Tijuana, Cuautla y el Distrito Federal, entre otras.

Para Virgilio Andrade, ex consejero del IFE, la presencia inédita de esos actos masivos dejó sin “dientes” al IFE, y marchas “apartidistas” como las de Yo Soy 132 son difíciles de que se les aplique el código electoral.

“La regla de los tres días de veda electoral —dice— tiene muchas décadas y es una regla aplicable a partidos, candidatos y simpatizantes claramente identificados en una estructura partidista. El IFE tiene un reto importante porque probablemente a la luz de la formalidad se perciba que hay una situación irregular, pero a la luz de los hechos y del sentido común se concibe complejo aplicar una norma electoral”.

Magnífico, el papel del IFE

¿Qué tipo de sanciones contempla el código electoral ante movimientos “apartidistas”?

El IFE y unos académicos han manifestado su preocupación desde el punto de vista formal, pero la cuestión central es si materialmente este tipo de manifestaciones pueden ser señaladas. Porque además viene otra situación: ¿quién es el sujeto sancionable frente a movimientos de esta naturaleza? Por lo tanto, cuando se trata de partidos o de candidatos es claro, pero cuando se trata de manifestaciones ciudadanas no pareciera tan sencillo encontrar una falta.

¿Cómo abona este tipo de movimientos juveniles el juego democrático?

Cuando los grados de libertad son amplios desde luego que es sano. La problemática de los movimientos sociales, en general, en cualquier parte del mundo comienza cuando intereses ajenos al movimiento tienen injerencia en el rumbo del mismo, ya que se genera una situación de potencial conflicto.

¿El IFE tiene los “candados” suficientes para hacer frente a actos de inducción y compra del voto?

Se tienen dos dimensiones: la dimensión del código electoral observable por el IFE que tiene la posibilidad de juzgar cualquier conducta que se considere como violación de la voluntad del electorado. Y tenemos la dimensión penal: en el código penal se establecen una serie de conductas prohibidas y sancionadas con cárcel, que tienen que ver con viejas prácticas en donde se hablaba, por ejemplo, de recoger credenciales, de llevar a las personas a votar varias veces, de impedir el sufragio o, incluso, dar una dádiva a cambio del voto. Entonces las conductas ya están reguladas. Lo importante es que haya una debida denuncia y que haya una actuación de la autoridad, que en este caso es la Fepade. Cuando la lucha democrática y la lucha electoral es muy intensa puede haber propensión a brindar situaciones e historias que no necesariamente son ciertas y, por lo tanto, hay que tener cautela frente a las redes sociales, ya que de manera sencilla pueden crear historias que no tienen sustento en la realidad. Todo este tipo de situaciones se pueden dar en una competencia tan intensa como la que vivimos en este momento.

¿Cómo califica el trabajo del IFE?

Ha sido magnífico. Desde el punto de vista de la organización electoral, el IFE vuelve a mostrar que es ejemplar y eficaz porque está teniendo la capacidad para poder instalar a tiempo 143 mil casillas y pudo capacitar a casi a dos millones de ciudadanos para que estén listos en la jornada electoral.

De hecho, ya participando en la elección, habrá cerca de 600 mil ciudadanos. Y otros tantos estarán de suplentes. En términos del arbitraje en el juicio de la injerencia de gobernantes, spots de radio y TV, también hemos podido ver una reacción muy equilibrada. Por eso será muy importante que se tome la debida valoración de lo que el IFE va a hacer para dar a conocer los resultados. Porque el IFE efectuará un conteo rápido. Es decir, va a tomar ejemplos de casillas de los 300 distritos electorales y con base en la estadística proyectará intervalos de votación de los candidatos presidenciales. Si el margen de diferencia de votación es mayor al uno o 1.5 por ciento se podría reconocer al ganador de la elección, aunque no estén plenamente contadas todas las casillas. Esto ha sucedido en países desarrolladas como el caso francés o en la elección cerrada de Estados Unidos en 2004. Quienes perdieron la elección, aun sin tener plena certeza de ello, reconocieron su derrota porque la tendencia así lo indicaba.

 

Calderón ya metió ruido

Digamos que el PREP es confiable como afirma la UNAM…

Se tendría la expectativa que con el conteo rápido del IFE, el día domingo a la media noche, los contendientes que perdieron salgan a reconocer su derrota y a admitir el resultado del IFE. Por si razones estratégicas los candidatos no salen a reconocer tal resultado se esperaría que cuando menos el presidente de la república salga en la media noche del domingo a aceptar el resultado derivado del conteo rápido porque, si no lo hace, tendríamos una situación no óptima frente a la elección. Incluso le haría un daño al IFE.

Recordemos que el propio presidente Calderón lamentablemente aún no le ha dado todo el aval al IFE y eso evidentemente ya le metió ruido a esta etapa del resultado. Por lo tanto, si bien el presidente Calderón ha manifestado que va a avalar el resultado la pregunta determinante es cuándo lo va a reconocer. Y a mi juicio debe ser el propio domingo con base en el conteo rápido, ya sea que gane la candidata de su partido, el PRI o su rival anterior que sería a López Obrador. Este punto para mí es el más relevante de la elección.

¿Apela a la actitud que tuvo Ernesto Zedillo en el 2000?

Efectivamente, una actitud evolucionada en materia política consistiría en que el presidente de la república salga a reconocer el resultado antes de irnos a dormir, si es que obviamente lo indican así los rangos de votación amplios —más allá del uno o 1.5 por ciento—. Si no es así, entonces a mi juicio sí habría un daño a la elección y al IFE. Por lo tanto, la lógica política indicaría que el presidente de la república va a reconocer el mismo día y ojalá mande señales que así va a ser.

¿No violaría ley electoral?

Es un asunto de madurez política. Hemos visto en otras partes del mundo la forma en que se reconocen los resultados con base en tendencias y forma parte de una estrategia, una actitud desarrollada y evolucionada de la política. De lo contrario, entonces, el resultado se convierte en un rehén de la negociación pública posterior a la elección.

¿Cuáles son los riesgos reales que existen en la jornada electoral?

En primer lugar, tendría una expectativa óptima, de un buen escenario en el sentido de que los contendientes reconocen oportunamente los resultados y que el presidente de la república se sume al aval de las tendencias electorales que se vayan a dar a conocer el domingo. Las situaciones de presuntas irregularidades serán, si acaso, absolutamente aisladas. Lo que percibo son grupos inconformes en general con las instituciones, con los sistemas y las tendencias que pudiesen llegar a perder credibilidad en el asunto electoral. Y frente a una pérdida importante de credibilidad hay propensión natural a suponer que cualquier hecho aislado que se pueda presentar o cualquier hecho fabricado sea una situación sistémica que pudiera perder credibilidad la elección.

Va a ser muy importante que en cada casilla los representantes de los partidos políticos formulen su propia crónica de lo que percibieron en la elección. Si hay representantes en todas las casillas, todos los riesgos, no sólo de irregularidades sino de generación de historias ficticias se quedarán apaciguados y tendremos una lección acorde con la normalidad por la fortaleza de las instituciones electorales y además por la probada pluralidad que existe en las competencias políticas. Es decir, cualquiera puede ganar las elecciones.