Entrevista a Juan Reyes del Campillo/Especialista en procesos político-electorales
Nora Rodríguez Aceves
Cada uno de los actores que interviene en un proceso electoral tiene bien definido su papel, cada quien tiene su lugar, tiene sus funciones y sus atribuciones y es una obligación que cada quien debe cumplir, por eso ni el presidente de la república ni el Instituto Federal Electoral (IFE) resuelven conflictos poselectorales, esa facultad sólo es del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), afirma Juan Reyes del Campillo, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco.
“A cinco días de la elección presidencial, el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, asegura que es remota la posibilidad de un fraude, por lo que ahora no piensa en un conflicto electoral”.
“Afirma —en entrevista con Ricardo Rocha— que es remota la posibilidad de un fraude, porque a diferencia del 2006, ahora hay un movimiento organizado que vigilará las casillas el próximo 1 de julio” (El Universal, 28 de junio).
En este mismo sentido, Juan Reyes del Campillo, especialista en procesos político-electorales señala a Siempre! que “es muy difícil saber antes de una elección si habrá conflicto poselectoral, digamos que en términos de las campañas en general no ha habido conflicto, con excepción de las denuncias de excesos en los gastos de campaña, pero ésa es una cuestión que resolverá el Instituto Federal Electoral después de la elección”.
“Hoy es muy difícil saber qué pasará, porque hay conflicto cuando la elección es muy cerrada, porque siempre existen irregularidades, es muy difícil que una elección sea prácticamente impecable; si la elección es cerrada otra vez menos de un punto porcentual o dos puntos, sí puede haber un conflicto poselectoral; si la elección no es cerrada sino de una ventaja de un ganador por cinco, seis, ocho puntos, no tendría por qué haber conflicto”.
No hay elecciones impecables
El investigador insiste en que “las elecciones difícilmente en el caso mexicanos son impecables, nadie piense que van a ser impecables, hay conflictos, hay irregularidades, no estoy diciendo que habrá fraude, pero luego hay muchas irregularidades como gente que impide a otra que vaya a votar, propaganda en los momentos de ir a votar o propaganda para cierto partido por parte de la gente, pues hay unos que se visten de azul, otros se visten de rojo, de alguna manera están influyendo en el voto de los ciudadanos; ésas son irregularidades, pero también las hay cuando hay compra y coacción de voto. Esto es un poco lo que definirá la existencia o no de un conflicto poselectoral”.
Lo que está en juego en la jornada electoral del domingo 1 de julio son: dos mil 127 cargos de elección popular. A nivel federal: presidente de la república; 128 senadores y 500 diputados federales. A nivel local serán 15 procesos: seis gobernadores y un jefe de gobierno; 579 diputados locales; 876 ayuntamientos; 16 delegaciones, y 20 juntas municipales.
En un marco donde “la transformación de las elecciones mexicanas ha sido en verdad sorprendente, tanto en su significado como en sus resultados. El uso que de ellas ha realizado la ciudadanía, a partir de otorgarles credibilidad, reconocer su utilidad y tomar conciencia de la posibilidad de castigar o renovar el partido en el poder, ha conducido a una completa revaloración de los comicios. Por otra parte, los mismos resultados podrían considerarse extraordinarios, ya que a pesar de haber tenido lugar una transición política no ha habido un vuelco abrupto de ciento ochenta grados en el comportamiento del electorado, sino un lento aunque sistemático reacomodo de las preferencias”, apunta Juan Reyes del Campillo en su ensayo Elecciones y transformación del sistema de partidos en México.
En este contexto, explica el investigador, “el papel del organismo electoral es organizar bien la elección, y tiene la experiencia de hace seis años donde hubo una mala organización, hubo unas actas muy complicadas para llenarse, el PREP no funcionó en su totalidad y hubo también otras cosas, sobre todo el hecho de que el entonces presidente de la república, Vicente Fox, tuviera participación haciendo uso de recursos públicos, permitir que otros organismos empresariales hicieran campaña; esto ya es un asunto resuelto, eso no se dará en esta elección.
El IFE atajó a Calderón
Por lo tanto, “creo que el IFE cuando se presentó algo, inmediatamente lo atajó; el hecho de que el presidente Felipe Calderón tuviera, quisiera, tener alguna participación, las autoridades electorales lo atajaron de inmediato, entonces el organismo hasta donde se puede ver ha hecho bien su papel, es un organismo colegiado, es un organismo con experiencia y suponemos que pronto habrá un resultado y se cumplirán los plazos que se den, y esperaremos el resultado”.
Aunque también, y esto es una impresión personal, “en momentos hubo muestras de que el instituto era muy tibio para actuar, el instituto debió actuar siempre con una mano muy firme pero en algunos casos no fue así, sino hasta que grupos de la sociedad civil o algunos partidos insistieron e incidieron para que el IFE actuará en materia básicamente de pedir cuentas, ver esto no quiere decir que alguien anticipe fraude, sino simplemente es importante que exista una vigilancia antes, que exista mano firme antes de la elección”.
El instituto no resuelve conflictos electorales, “aunque si juega un papel en el sentido de que no hayan podido limitar alguna irregularidad, sin embargo, quien más está metido en el conflicto poselectoral es el Tribunal Electoral y en un momento determinado lo que es la Fepade —Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales—, que por cierto es lo mismo que hubiera o no hubiera fiscalía”.
En ese mismo sentido, Juan Reyes del Campillo, quien fuera consejero electoral del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) agrega que el presidente de la república tampoco puede intervenir para resolver conflictos electorales, “no tiene ningún papel, él no tiene porqué meterse en la elección, es decir, él no tiene nada que ver, él es el presidente; la autoridad política no tiene nada que ver, es una cuestión que debe resolver el organismo electoral, pero no el presidente, él no tiene porqué meterse”.
Si recordamos el conflicto electoral del 2006, Vicente Fox no fue quien “dejó crecer el conflicto, no fue cuestión de él que haya crecido o no, él se metió antes al proceso, él cometió una serie de irregularidades antes, por eso cuando vio el resultado se hizo ojo de hormiga, vamos a decirlo así, ya no quiso saber nada: Fox se escondió porque no puede involucrase en el problema, él puede dar su opinión y si se la van a aceptar, con mucho gusto, pero él no tiene ninguna capacidad de decisión, pues el problema no está en sus manos, el problema está en manos de la autoridad electoral y, sobre todo, del Tribunal Electoral que es quien califica las elecciones. Cada quien tiene su lugar, cada quien tiene sus funciones y sus atribuciones, que cada quien debe cumplir”.

