Entrevista a Eduardo Huchim/Exconsejero electoral del IEDF
Moisés Castillo
Sin duda, el presidente Felipe Calderón es el gran perdedor de la elección del pasado 1 de julio. El voto de castigo contra su gestión se reflejó en el tercer lugar que obtuvo la candidata panista, Josefina Vázquez Mota.
Por su parte, el PRI cosecha lo sembrado en los últimos años: unidad interna, carro completo en anteriores elecciones estatales, pero sobre todo, la construcción sólida de una candidatura abanderada por Enrique Peña Nieto.
El PRI sabe ganar elecciones y regresa a Los Pinos 12 años después. Ante el desencanto y el hartazgo del panismo, el PRI realizó una campaña eficiente y se encontrará a partir del próximo 1 de diciembre un país herido por la guerra contra el narcotráfico, que fue el tema prioritario del calderonismo. Como dice el prestigioso diario El País, Peña Nieto tiene el reto de introducir las reformas que necesita México.
“Ahora tiene que generar —dice el rotativo español—un auténtico programa de gobierno en tres dimensiones esenciales para que México recupere un futuro brillante, del que se beneficien también los estratos más bajos de una sociedad profundamente desigual y con enormes problemas demográficos”.
Por otro lado, Andrés Manuel López Obrador sorpresivamente alcanzó un segundo lugar y se ubicó a siete puntos del puntero. El candidato de las izquierdas supera en números absolutos la votación de 2006, pues en esa elección obtuvo 14.7 millones y en esta ocasión llegó a 15.5 millones, es decir, creció 800 mil votos.
Sin embargo, anunció que impugnará los comicios. Aseguró que detectaron 113 mil 855 casillas, de un total de 143 mil, con algún tipo de inconsistencias. El tabasqueño dijo que la ley contempla la posibilidad de hacer un recuento voto por voto.
“No es pedir ningún favor, es solicitar —dijo— que se cumpla la ley. Por el bien de la democracia deben de contarse todos los votos para que no quede en duda… La ley contempla la posibilidad del voto por voto, casilla por casilla”.
Puntos de vista
Por su parte, el coordinador de la campaña del candidato presidencial del PRI, Luis Videgaray, aseguró que su partido está listo para defender legalmente su triunfo electoral.
“La elección —dijo— fue una elección limpia, Enrique Peña Nieto gana por una cantidad importante de votos, más de 3 millones de votos de diferencia, tiene casi 19 millones de votos y creo que hay que respetar la decisión de una mayoría ciudadana que le otorga la confianza a un ganador, y éstas son las pruebas que se presentan ante el Tribunal Electoral, estamos absolutamente tranquilos y seguros”.
Para el Instituto Federal Electoral (IFE), la jornada fue histórica en muchos sentidos, como el nivel de participación de representantes de partidos, que cuidaron y vigilaron los comicios, logrando una cobertura del 93 por ciento de las 143 mil 151 casillas.
Asimismo, el consejero Lorenzo Córdova agregó que los comicios se llevaron a cabo adecuadamente y con la mayor eficacia en la historia del país.
“La elección —aseguró— se construyó bien por lo que hace a la organización. Las cuentas que entregó el IFE al cabo de la jornada del domingo pasado hablan por sí mismas. Es decir, el índice de eficacia de la instalación de las casillas que tuvo el IFE es verdaderamente sorprendente, nunca se había presentado en la historia del país un grado de eficacia como el que se tuvo el domingo”.
En este sentido, el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, señaló que una vez que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declare que hay presidente electo, el gobierno federal arrancará su proceso de transición administrativa, la cual será ejemplar.
“Estamos trabajando —dijo el funcionario— para tener una transición ejemplar desde el punto de vista administrativo, para poder garantizar buenas condiciones a la próxima administración al inicio de su mandato el 1 de diciembre”.
Hay que recordar que el 3 de agosto de 2012, el Tribunal Electoral resolverá los juicios de inconformidad relativos a la elección de senadores y diputados, y el 31 de agosto es la fecha límite en los relativos a la elección presidencial.
En estos días turbulentos, el discurso mesurado Peña Nieto tiene una dedicatoria clara para López Obrador.
“Les invito con franqueza —dijo el candidato triunfador— a que dejemos atrás las diferencias y tensiones propias de esta contienda electoral y de cualquier otra; más allá de los colores o siglas partidistas, más allá de preferencias personales, hay algo que nos une a todos, que nos hermana: nuestro amor por México”.
Se rompió la equidad
Para Eduardo Huchim, exconsejero electoral del Instituto Electoral del Distrito Federal, es correcto que el candidato izquierdista agote las vías legales a fin de inconformarse y despejar dudas de los comicios. Sin embargo, la nulidad de la elección es una utopía.
“Es prácticamente imposible —afirma— que el Tribunal Electoral vaya a anular la elección presidencial. La Sala Superior no se ha atrevido ni siquiera a anular elecciones estatales, a pesar de que se han acreditado irregularidades graves, pero entra en juego lo que se llama la «determinancia» de esas irregularidades”.
¿Cómo califica la elección del 1 de julio?
En lo general, fue una elección de baja calidad. Tengo la impresión fundada de que la equidad quedó rota por la excesiva propaganda de un candidato a presidente de la república: Enrique Peña Nieto. Hubo un gasto excesivo, personalmente no tengo alguna duda de que los topes de campaña fueron rebasados. Esto, por supuesto, es irrelevante que lo piense. Lo importante es que la autoridad electoral lo pruebe y estoy seguro de que la unidad de fiscalización del IFE va a acreditar realmente este rebase de gastos de campaña. Sólo faltaría saber por cuánto fue este presunto rebase. Esto es un elemento que sí enturbia la elección del pasado domingo. Pero no sólo eso, aparte de este excesivo gasto, hay una práctica que se registró en este proceso que es la compra y coacción del voto. Es una práctica nociva y que constituye un delito electoral y que lucra con la pobreza. Estos hechos son los que me llevan a la conclusión de que fue una elección de baja calidad.
Sin embargo, de comprobarse estas posibles irregularidades, la nulidad de los comicios no aplica, según la ley electoral.
Ahí tenemos una falla de nuestro arreglo institucional porque un triunfo electoral que se obtiene mediante prácticas ilegales debería ser motivo de nulidad. Pero en la realidad no está previsto el rebase de topes de campaña como una causal de nulidad. Lo que procede en este caso es la sanción al partido y al candidato. Ahí hay una deficiencia, tendría que haber algo más que la simple multa, porque por muy cuantiosa que sea, los partidos políticos lo asumen como gastos de campaña. Hay que avanzar para que en el ámbito federal rija una disposición que, por ejemplo, está vigente en las elecciones locales del Distrito Federal. Además, el candidato que incurra en esa irregularidad no participa en la elección extraordinaria.
Desempeño aceptable del IFE
Los partidos y sus candidatos conocían las reglas del juego. ¿Por qué, entonces, firmar hacia el final del proceso electoral un pacto de civilidad para reconocer los resultados electorales?
Ese pacto de civilidad es como un llamado a misa. Era innecesario porque en realidad a lo que se comprometen es a cumplir la ley. Todos estamos obligados a acatar la ley. Tiene un efecto mediático y de compromiso, más allá no hay nada.
¿El IFE estuvo a la altura de los comicios? La Organización de Estados Americanos señala que el sistema electoral mexicano es confiable.
Incurrió en omisiones en la fase previa de la elección. Diría que sí tuvo el acierto de organizar la elección en términos razonables y aceptables. Con las medidas de protección y seguridad que brindan todo el proceso electoral, de modo que sí en lo general tuvo un desempeño aceptable. Sin embargo, esas omisiones han provocado que en la percepción generalizada no le vaya tan bien al IFE ni al Tribunal Electoral. A quien le va muy mal por razones muy concretas es a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, ya que ha fracasado estrepitosamente en lo que concierne al combate y coacción del voto. Según Alianza Cívica, el 30 por ciento de los sufragios fueron coaccionados. Esto es algo reprochable a la Procuraduría General de la República y al gobierno federal.
¿Qué tanto pesa el antecedente del 2006?
Hay un elemento que vale la pena considerar. Habría más posibilidades de pensar en la nulidad de la elección en una contienda electoral donde la ventaja entre el primero y el segundo es muy reducida, como fue el .56 por ciento en 2006. En un caso en que la diferencia es siete por ciento, las posibilidades de una anulación se reducen.
Dos virtudes de la elección
¿Cuáles son las lecciones que nos deja el 1 de julio?
Las acciones previas tuvieron fundamento en los resultados de los conteos rápidos y los del Programa de Resultados Electorales Preliminares. Los conteos rápidos y el PREP han probado en elecciones pasadas que sí corresponden con lo que finalmente es el resultado electoral.
Por otro lado, esta elección tiene dos virtudes: una, fue la notable afluencia del electorado que no se debe desestimar, es muy encomiable que el 63 por ciento del electorado haya ido a votar y que lo haya hecho en condiciones atmosféricas adversas. Es la parte luminosa de la elección. La parte turbia es la vinculación del candidato ganador con la televisión comercial, que no abonan a una elección equitativa. Obviamente tenemos que desear que quien sea presidente electo le vaya bien porque significaría que le irá bien al país. La otra virtud fue la forma en que votó la mayoría del electorado: porque no le dio todo el poder al PRI. En el Congreso le dio mayor fuerza a la oposición, lo cual me parece una buena noticia para que funcione el equilibro de poderes y no haya excesos de ninguna de las partes.
¿Sorprende este regreso del PRI a Los Pinos?
Se veía venir. Hay una serie de triunfos del PRI que permitían augurar muy buenos resultados en los comicios presidenciales. Sin embargo, es un retorno que no deja de sorprender por el hecho de que apenas hace unos años el PRI, no sólo fue expulsado de Los Pinos y se ratificó en 2006, sino que fue lanzado al tercer puesto como fuerza política. Y se recuperó en las elecciones intermedias y después ganó la Presidencia de la República.
¿Cómo explicar esta debacle del PAN? ¿Es un voto de castigo?
Sí, en efecto. Buena parte de la derrota del PAN procede de que se le aplicó a Josefina Vázquez Mota un voto de castigo.
Ella no es la responsable de la política de Calderón, pero ella era la cara del partido y sufrió el voto de castigo.
Por otro lado, Josefina es una mujer valiosa aun en su tercer lugar. Abrió una nueva brecha para la mujer que aspira a la máxima figura pública de México, aspira con posibilidades reales de ganar. Sabemos que ha habido otras estimables damas que fueron postuladas, pero su participación fue testimonial. En cambio, Josefina sí tenía posibilidades reales de ganar y esto abona en la presencia de la mujer en el poder público del país. Es algo satisfactorio y positivo para México.