Siguen los sismos en Japón

Alexander Serikov

Últimamente el tema de Japón, que sufrió el 11 de marzo pasado el sismo más fuerte de su historia, dejó de ocupar las primeras planas de los medios mundiales escritos y electrónicos. Lo sustituyeron otras noticias provenientes de otras partes del mundo tales como las sublevaciones populares en el norte de África, las sequías que provocaron incendios, y lluvias que causaron inundaciones de magnitudes nunca antes vistas y otras noticias. Sin embargo, las consecuencias de las catástrofes en las centrales nucleares japonesas, sobre todo en la de Fukushima, es aún motivo de preocupación por sus dimensiones que mantiene en alerta a las poblaciones no solamente de los países que colindan con Japón.

La empresa operadora de esta central nuclear Tokyo Electric Power informó que se necesitarían unos nueve meses para estabilizar la situación. Durante los próximos tres meses los especialistas se dedicarán a reducir poco a poco la fuga de la radiación. Los habitantes que fueron evacuados de la zona de 20 kilómetros alrededor de la central, podrían regresar a sus hogares –si estos aún existen– dentro de unos seis meses, no antes. Según advirtió el gobierno japonés, las personas que infrinjan la prohibición de visitar esta zona antes del plazo fijado, serán sancionadas con multa de mil 200 dólares. Hace unos días las autoridades japonesas consideraron que el grado del accidente de Fukushima era equivalente al de Chernobyl. Pero los expertos internacionales, entre ellos los rusos, desmintieron esta afirmación.

En la conferencia internacional: Lecciones de Chernobyl: aspectos de seguridad y ecología realizada recientemente en la ciudad ucraniana de Kiev el director de la entidad estatal rusa Rosatom Serguey Kirienko dijo que la radiación en la central japonesa de Fukushima es decenas de veces menor que en la de Chernobyl. No obstante, la central sigue irradiando partículas nocivas y para el 20 de abril el índice de radiación en el agua del mar a 15 kilómetros de Fukushima fue cinco veces más alto de lo normal. Las autoridades tratan de minimizar este índice para lo cual comenzaron a bombear el agua radiactiva que llena el espacio subterráneo de la sala de turbinas y del túnel adyacente del sistema de drenaje.

En Fukushima fueron usados los robots que midieron por primera vez el nivel de radiación cerca del primer y el tercer reactor de la central. Luego se planea echar en el agua bombeada que rodea la planta un polvo especial capaz de absorber las partículas radiactivas, lo que permitiría, según afirman los expertos japoneses, limpiar el agua que había sido contaminada con los isótopos de yodo, cesio y estroncio.

Mientras tanto, no cesan los temblores cerca de las costas occidentales de la isla de Honshu. Solamente el 20 de abril fueron registrados cuatro sismos de 5 a 6 grados de magnitud en escala Richter. No se informó de destrucciones ni víctimas. El día siguiente dos sismos bastante fuertes – de 6.0 y de 6.1 grados – azotaron la parte este de la isla de Honshu.

Tal situación desesperada provocó que la población japonesa se dejara abatir por la angustia y la tristeza. Al mismo tiempo el 70 por ciento de japoneses están dispuestos a pagar más impuestos para coadyuvar a la reconstrucción de su país. Se trata de los que habitan las partes no afectadas por los continuos sismos.

Últimamente casi no se oyen voces protestando contra las centrales nucleares. Muchos se dan cuenta que por el momento es imposible dejar la población y las industrias totalmente sin energía elaborada en estas centrales, de hecho muy peligrosas, mientras no se invente un combustible alternativo a los existentes. Lo que es prioritario en estos días es dotar a las plantas nucleares existentes con sistemas altamente seguros de protección contra toda clase de fenómenos naturales y proyectar y construir nuevas centrales atómicas capaces de resistir terremotos, tsunami, incendios, inundaciones que en nuestro tiempo, desafortunadamente, se convierten en cosa de cada día.

La trágica página de Fukushima aún no está cerrada. Lo que podemos asegurar es que cualquier anomalía, cualquier otro peligro por parte de esta central que amenace la seguridad de la gente, ¡ojalá que esto no suceda!, encontrará la cobertura en estas páginas.