Son el 72.9% de la planta laboral y 52% del PIB

Julio A. Millán B.

El progreso económico y social de un país, y por ende de sus habitantes, descansa en la creación continua de nuevas empresas y en el crecimiento y la consolidación de las existentes. En este contexto, las micro, pequeñas y medianas empresas tienen particular importancia, no sólo por sus aportaciones a la producción y distribución de bienes y servicios, sino también por el gran potencial de generación de empleos, lo que representa el medio ideal para distribuir la riqueza y el bienestar.

Ahora bien, la importancia de las micro, pequeñas y medianas empresas es más absoluta que relativa, ya que según el Censo Económico de 2009, de las aproximadamente 5 millones 150 mil empresas que existen en el país el 95.2% son microempresas, el 4.3% pequeñas y el 0.3% medianas.

En términos del empleo, las micro, pequeñas y medianas empresas ocupan al 72.9% de la planta laboral y contribuyen con el 52% del Producto Interno Bruto. Podrán ser micros y pequeñas, pero no son poca cosa. Tampoco han mostrado pequeñez en la capacidad de adaptarse a los cambios tecnológicos y a innovar.

Sin embargo, para lo que sí son pequeñas es para sortear con éxito las condiciones que el entorno de negocios les impone. Entre las dificultades que enfrentan, se encuentra el acceso restringido a fuentes de financiamiento; bajos niveles de capacitación de sus recursos humanos; limitados niveles de innovación y desarrollo tecnológico; baja penetración en mercados internacionales; bajos niveles de productividad y limitada capacidad de asociación y de cumplimiento de los estándares de calidad. Todo ello ha contribuido a que las micro, pequeñas y medianas empresas no puedan desarrollarse en horizontes de largo plazo, como lo muestran recientes investigaciones que apuntan a que en México en promedio cerca del 80% de las micro, pequeñas y medianas empresas fracasan antes de cumplir 5 años y el 90% antes de completar la década.

No obstante lo anterior, el gobierno federal ha reconocido la importancia de las micro, pequeñas y medianas empresas no sólo por su contribución al crecimiento económico y a la generación de empleos, sino también al desarrollo regional y local, como eslabones fundamentales de los encadenamientos productivos, así como su capacidad innovadora.

Por ello, ha constituido e implementado una serie de programas y acciones de fomento, entre los que destaca el Fondo Pyme de la Secretaría de Economía que ha proporcionado apoyo financiero y de capacitación a cientos de empresas y contribuido a la generación de miles de nuevos empleos mediante la creación de nuevos negocios.

Sin embargo, el sistema de fomento adolece de dos problemas: insuficiencia de recursos y un enfoque poco alineado en términos de los esfuerzos que las distintas instancias gubernamentales otorgan a las empresas apoyadas. En el primer tema es claro que los recursos no alcanzan para atender con mayor holgura presupuestal la multiplicidad de programas que se han creado. Por otro, nuestro planteamiento es que los recursos escasos pudieran aplicarse con mayor intensidad a programas orientados a constituir y consolidar cadenas productivas integradas por micro, pequeñas y medianas empresas.

La constitución de clústers y encadenamientos que detonen la competitividad, el desarrollo tecnológico y la innovación de las micro, pequeñas y medianas empresas es la clave para consolidar a estos motores que permiten la transformación el conocimiento en riqueza.

Ahora bien, en Consultores Internacionales, S.C., consideramos que los avances que se han dado en el fomento a las micro, pequeñas y medianas empresas han sido fundamentales; sin embargo, es necesario contar con una estrategia integral e integradora, que permita que más empresas desarrollen sinergias competitivas, sean capaces de generar innovación en sus procesos productivos, gerenciales y de control de calidad, así como en la formación de recursos humanos habilitados para aplicar el conocimiento al desarrollo productivo.

jmillanb@grupocoraza.com