Guillermo Samperio

Algo inseparable de la obra poética es su reticencia. La tarea que desde siempre ha tenido este arte. Someter la realidad a la creación se hizo más patente en el romanticismo, en la conciencia de que sea sentimiento, pasión, luz o razón fecunda, la poesía palpita. Y se atesora en palabras.

El acierto de Rubenski (Rubén Campos Arias), en el poemario Coffee Shop Amsterdam, es renombrar y evocar lugares y cosas, el latido que los hace vivir. El poeta se impregna del fondo de lo observado, vibra con lo que lo hace distinto y extiende su esencia a una época o país. En el brillante ejercicio geo-poético de un referente real: sus ocho días en Amsterdam.

La condición de viaje no es sólo física, sino también espiritual. Vamos de viaje, se rompen manecillas que demarcan el hoy y hundirse en ciudades que reconstruyen sueños; o irse hacia horizontes nuevos donde se ve lo vivido tal de un pasado entre “reliquias de amor”. Ya en el viaje “la sangre brilla y se exalta”, el poeta es casi procreador, la ruta a Amsterdam es al centro de cada uno, donde la gente es torbellino de fuego y lo demás arde al calor suyo.

El viaje es entonces trayecto hacia la riqueza de lo descubierto; el hallazgo es un sitio creado, faro que muestra la ventura de salvarse a sí mismo. Luego ya podemos comprender el Hotel Sandberger, ya en la hospitalidad, en que nos acoge la danza en la habitación. Es momento para ver al espectro, la sustancia exacta de verdad y leyenda, ese fantasma que se resuelve en mujer.

Un día más y entraremos al Coffee Shop Amsterdam, el sitio que da título al libro, su fugacidad de ojos encendidos, las máscaras de las paredes sonríen y en vez de que miremos el exterior, “nos observan los retratos”.

Estamos en la Amsterdam de prestigio que el corazón encierra tal cóctel de pintura holandesa; pasamos a lo profundo de las cosas, tal una naturaleza muerta. Prefiere silenciar las sombras que niegan a San Pedro en el pulso de Rembrandt; armados dentro de esta ciudad que permanece en guardia y ella nos desarma, ha sabido entender bien el día y luego es guardia nocturna.

¿Qué percibe el viajero, hecho poeta desde su terquedad? En la oscuridad, la mirada del gato es su astucia, eleva el contornos: de lo viejo a lo nuevo, de la docilidad de puentes y canales a lo amable del sexo que prodiga diversiones exclusivas, todo sin que dejen de estar velas en las mesas.

¿Qué es el viento al llegar a este punto? Una hormiga que nunca se detiene, conjetura el poeta. Viento de luz en las cosas, un ingrediente esencial que las haga vivibles. La destrucción aquí tiene otro signo. A la memoria poética acuden, con el tiempo, versos que desafían: “El poeta crea cuando es destruido”. Se siente brusco, armazón ante el tiempo y anda en bicicleta. Es una cita con Paulus Potterstraat No.7: “en llamas frente a Vincent”.

En este deambular del pasado al final, saben todo de todo a todas horas: “los girasoles han sido pisados por la muerte”. Uno despierta con este verso en la mente, continúa el día aunque se sabe que de frente acude la muerte… Uno tiene algo de flor de viento, de girasol, de apariciones encarnadas en polen —como dijera María Baranda en El Jardín de los Encantamientos.

Existe una intuición de donde derivar cómo se admite un punto de fuga en todo el conjunto: “Mi voz estalla en el crepúsculo”. Después de leer el poemario de Rubenski, no se podrá tener el mismo paso al bogar por el Canal de los Señores. Hay resplandores e intensidades que uno ha hecho suyos, recibidas de este estupendo poeta, quien supo oír las voces del Coffee Shop, la casa de humo como memoria y de la cual sabemos, como dice Cortázar, que no es nuestra. Trabaja por su cuenta, nos ayuda engañándonos o quizá nos engaña para ayudarnos. Por eso se despide el poeta con tres resplandores, el del éxtasis que lo hacen alcanzar las voces del Coffee Shop, el de los paneles hindús de la casa de humo, y en la distancia “Amsterdam… Mandala en la luz de Krishna:/ tres rostros que son el mismo”.

Rubenski (Rubén Campos Arias), Coffee Shop Amsterdam, Editorial Letras Vivas (Colección Los Otros Poetas de la Banda Eriza) México, 2011.