A unas horas de que el Príncipe William y su prometida, Catherine Middleton, unan sus vidas y su futuro ante aproximadamente 1.900 personas en la Abadía de Westminster, Londres, y ante unos 2,000 millones de personas que verán su enlace por televisión alrededor del mundo, el consorte real admite que está tan nervioso que le tiemblan las rodillas. Y esto lo comprobó en un reciente ensayo de la boda.
Por su parte, la futura princesa transcurrirá su última noche como soltera en un hotel londinense de lujo y ocupará la mejor suite del edificio acompañada por sus familiares y amigos.
La boda ha inspirado muñecos, anillos, vestidos y una infinidad de artículos relacionados entre los que destacan un par de perfumes. Princesa es la fragancia femenina y Prince, para él, a un costo de 10 libras esterlinas.
Además de ser un evento social a nivel mundial, el matrimonio podría provocar un giro en la monarquía británica, ya que el gobierno inglés plantea cambiar la Ley de Sucesión al trono, que actualmente establece la primacía del varón sobre la mujer a la hora de reinar.
Aunque el primer ministro británico comentó que esto llevará tiempo, nadie en el Reino Unido parece tener prisa para la reforma.
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