Ayer y hoy

Guadalupe Loaeza

A propósito de las declaraciones que dio esta semana Joaquín Vargas, presidente de MVS, me permito compartirles lo que escribí hace poco más de un año sobre el despido injustificado de la periodista Carmen Aristegui.

 

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“Todos somos Carmen”, rezaba una pancarta sostenida por uno de los manifestantes frente a las puerta de MVS. Otra decía: “Un borracho atropelló a Carmen Aristegui”. La indignación se reflejaba en cada uno de los rostros de más de 200 personas que en pleno puente vacacional llegaron inmediatamente después de conocer la noticia del despido de la conductora de noticias más escuchada de la radio mexicana. Un niño de 9 años pidió a sus papás que lo llevaran a la manifestación para pedir el regreso de Carmen Aristegui, ya que la cápsula que ella transmitía todos los días para los niños era una de las más esperadas por los padres en el trayecto a la escuela.

Al mismo tiempo, en las redes sociales, Carmen Aristegui y la protesta aparecían en Twitter y mensajes de Facebook. En Youtube se replicaba por miles el video de la última transmisión de la periodista el pasado viernes. Lo que es sorprendente es que al escribir el nombre de Carmen Aristegui, en la página de MVS, ésta contestaba que no había ninguna coincidencia con el nombre requerido, como si Carmen nunca hubiera pasado por esa estación. El silencio de esa respuesta es el silencio que todos sentimos en nuestro corazón ayer por la mañana al buscar a Carmen Aristegui en la radio como todos los días. ¿Qué pasó? Todos queremos saber qué pasó.

¿Fue iniciativa de la empresa o fue, acaso, presión por parte del gobierno federal? ¿En dónde está el discurso de transparencia del que tanto se ufana el gobierno de Calderón, como bien se preguntaba Carmen, el viernes pasado, respecto a todas las democracias: “los ciudadanos tienen derecho de saber el estado de salud de quienes nos gobiernan”? Lo sucedido con Carmen Aristegui es como volver 30 años atrás. ¡Qué difícil será volver a caminarlos!

¿Por qué el día de ayer de tanto desconcierto en relación con la salida de Carmen Aristegui no se manifestó ningún funcionario del gobierno de Calderón? ¿No es acaso una forma de alimentar la cascada de rumores respecto a la presión o solicitud por parte del gobierno? Como dice la sabiduría popular: “el que calla, otorga”.

Los usuarios reaccionaron de inmediato y durante todo el día no dejaron de enviar correos de protesta: “Carmen Aristegui ha sido cesada. Hay que apoyarla”, decían muchos de ellos. Estas son las nuevas voces.

Acabo de recibir otro correo, que dice: “Los poderosos del país se ponen a temblar, apuestan por la censura y corren a Carmen Aristegui de la radio. Gran protesta en apoyo a Carmen Aristegui. Nos quieren callar. No debemos dejarnos”.

Cuando pienso en lo que le sucedió a Carmen Aristegui y a todos nosotros con su salida, tengo la imagen de un árbol sumamente frondoso, al cual de pronto un hacha gigantesca lo corta de tajo con todo y raíz.

La voz y el compromiso periodístico de Carmen Aristegui era como un árbol con ramas fuertes muchas hojas verdes; así como nos cubría con su sombra, también brindaba sus frutos, especialmente, a los ciudadanos necesitados de ser escuchados. Ya nos tumbaron el árbol. Una vez más, nos dejaron en descampado.

“Todos somos Carmen”.