Tras estropicio de cancilleres panistas
Yazmín Alessandrini
Poniendo particular énfasis en el delicado tema de la política exterior, en especial con los países de América Latina, con los que compartimos algo más que el idioma (con excepción de Brasil), el presidente electo Enrique Peña está a punto de concluir una trascendental gira por Centro y Sudamérica en la que el objetivo primordial fue comenzar a tender varios puentes que se derrumbaron con nuestros hermanos latinoamericanos, gracias a los doce años más recientes en los que los fallidos “gobiernos de la alternancia” prácticamente dejaron de lado nuestra relación con las naciones allende el Suchiate.
Guatemala, Colombia, Brasil, Chile, Argentina y Perú, en ese orden, fueron los destinos en los que el mexiquense hizo parada para atinadamente iniciar un necesario proceso de reconstrucción para que a partir del próximo 1 de diciembre nuestro país comience con el difícil cuesta arriba para recuperar esa posición de liderazgo con respecto a los países de Latinoamérica. Peña Nieto sabe que la percepción actual que tienen las demás naciones del planeta (no sólo de América Latina, sino del mundo entero) sobre México no es precisamente la mejor debido al pésimo trabajo realizado por los cancilleres designados por los presidentes panistas Vicente Fox y Felipe Calderón.
Jorge Castañeda, Luis Ernesto Derbez y Patricia Espinosa, anunciados en su momento con bombo y platillo cuando fueron nombrados en la Secretaría de Relaciones Exteriores, ciertamente se quedaron muy pequeñitos respecto a las expectativas que siempre levanta México de cara al concierto internacional de las naciones.
Por ello, más allá de quién sea el responsable de la cancillería en el arranque de la administración de Enrique Peña, se agradece que el presidente electo tenga la visión de reconstruir anticipadamente esos lazos que son tan importantes tanto para el crecimiento de nuestro país como de todo el hemisferio.
En Guatemala, Peña Nieto apostó junto a su homólogo Otto Pérez por una sólida integración en Centroamérica; en Colombia, al lado del Juan Manuel Santos, se metió de lleno al espinoso tema de la lucha anticrimen; en Brasil, como era de esperarse, le metió las manos al asunto de la competitividad petrolífera, donde los cariocas nos han sacado amplia ventaja en los años recientes y la gira continuó bajo ese tenor… con el presidente electo enmendándole la plana a los mediocres y grises cancilleres que hemos padecido en los últimos 12 años.
Sinceramente se agradece que, lejos de esperar a que sea su turno de que le pongan la banda presidencial en el pecho, Peña Nieto haya decidido “agarrar al toro por los cuernos” y, de una buena vez, se haya metido a las fauces del lobo para empezar a arreglar toda una serie de estropicios causados por los cancilleres panistas.
El balance de esta primera gira internacional del presidente electo es más que positivo… tanto, que no me sorprendería que a la vuelta de la esquina pudiéramos ver en territorio mexicano que el gobierno de Colombia y las FARC estén firmando un tratado de paz definitivo.
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