Moisés Castillo

Felipe Calderón está en todos lados presumiendo los “logros” de su gobierno. Sabe que le quedan pocas semanas en el poder y lo aprovecha al máximo: inaugura obras, destaca la economía nacional en Nueva York, afirma que México es un país de “clase media” y se da el lujo de aconsejar a Enrique Peña Nieto para seguir la guerra contra el narcotráfico tan cuestionada y criticada.

Aprovecha que su sexenio agoniza para sacar adelante la reforma laboral, una de las llamadas “reformas estructurales”. Busca con su propuesta atacar el corporativismo representado por los sindicatos ligados al PRI. Pretende probar el liderazgo del presidente electo con iniciativas para impulsar la transparencia y la democracia sindical. A esos mismos líderes sindicales que consintió en su administración, llámense Napoleón Gómez Urrutia —acusado de desviar 55 millones de dólares del sindicato minero— o Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero —también senador tricolor—, ahora busca exhibirlos.

El coordinador del PAN en San Lázaro, Luis Alberto Villarreal, rechazó que se haya pactado con el PRI eliminar las propuestas de transparencia, rendición de cuentas y democracia sindical, a cambio de un respaldo priista en temas como la contratación y pago por hora.

“Los trabajadores tienen derecho a que les rindan cuentas y no sólo cuentos. No existen pactos en lo oscurito.”

Además, señaló que el PRI deberá asumir los costos de haber quitado del dictamen el tema sobre transparencia y rendición de cuentas en los sindicatos.
“Cada quien cargará con sus costos, yo escucho que el presidente electo nos dice que «voy a proponer una iniciativa para que haya transparencia, voy a proponer una iniciativa que combata la corrupción», y también escuché que dijo que no tiene amigos… Bueno, pues vamos a ver en qué sentido vota su partido.”

El senador panista y exsecretario de Trabajo, Javier Lozano, criticó que la mayor parte de los trabajadores no puedan votar libremente por sus líderes y descartó que se pretenda violar la autonomía sindical.

“Que se queden 35 o 50 años, pero si así lo deciden los trabajadores por su propia voluntad, por el voto libre, directo y secreto, porque muchas veces un líder se queda porque dice: «Voy a saber por nombre y apellido quién voto por mí y quién voto en contra mía, y las repercusiones por no haber jalado conmigo pueden ser que yo te eche y expulse del sindicato». Esto significaría también la posibilidad de que el sindicato le pida al patrón que lo despida de la empresa sin pagar liquidación; es lo que se llama la cláusula de exclusión por separación”.

Por su parte, Luis Videgaray, coordinador general para la transición gubernamental de Peña Nieto, afirmó que la reforma laboral es una oportunidad importante para que la economía sea competitiva y se alcance la democracia sindical.

“No se aspira a la unanimidad, pero sí a tener una mayoría suficiente que permita estos avances, y junto con estos temas de competitividad y productividad, creo que tenemos una buena oportunidad para avanzar en la democracia sindical.”

A pregunta expresa de los reporteros de la fuente sobre si el PRI tuvo miedo a la transparencia de los sindicatos, el líder de los diputados del PRI, Manlio Fabio Beltrones, afirmó que se protegió la autonomía sindical que tanto ha costado a los trabajadores.
“Después de tantas décadas de que esta Ley Federal del Trabajo ha permanecido inamovible, llegar a un encuentro en el cual logremos combinar respeto a los derechos de los trabajadores, sobre todo al derecho de huelga, junto con certeza jurídica para todos los inversionistas, flexibilidad laboral para la contratación y modernidad para todos, hemos culminado un ejercicio que parecía no difícil, sino imposible, en el cual tenemos grandes coincidencias en la Cámara de Diputados en que es una reforma que le beneficia a México.”

Para Antonio de la Cuesta, investigador del Centro de Investigación para el Desarrollo, la última estrategia de comunicación de Calderón de exaltar los logros de sus políticas públicas evidencia que el mandatario quiere salir bien librado de su sexenio, y su reforma laboral no es la excepción.

Trampa para el PRI

“El presidente quería que el PRI pagara un costo político por una reforma que desde mi punto de vista es impopular en los términos en los que se presentó. El alcance de la iniciativa preferente de alguna manera daba ciertas facilidades a no incluir reformas a la Constitución, lo cual sí hubiera requerido un voto mucho más grande en las cámaras, más la aprobación de los congresos locales.”

¿Cuál es la lectura correcta sobre esta reforma laboral enviada por Calderón?

Había pequeñas bombas como la cuestión de la regulación con respecto a la vida interna de los sindicatos, no fue nada amable, sobre todo para sindicatos ligados al PRI. El presidente quiso hacer pagar al PRI un costo político por bloquear esa parte de la reforma. Sin embargo, el resto de la reforma que generalmente se identifica como “flexibilidad laboral” es algo que poco se ha explicado ante la opinión pública y ante esta falta de información la hace sumamente impopular. A final del día, aun cuando el PRI bloquee en las comisiones de la Cámara de Diputados la parte sindical —que es necesario reformar—, a la gente no le va interesar la reforma porque va a quedar opacada por esta cuestión que se ha publicitado como algo nocivo para la mayoría de los trabajadores.

¿Ve consistente la postura del PAN?

El PAN siempre ha tenido una postura muy clara. El PAN quiere la democratización de los sindicatos, aunque tal vez esa ambigüedad sí cabe por no haber presentado —por todo el brete que significa una reforma constitucional— reformas al apartado B del artículo 123 de la Constitución, que se refiere a la regulación para los trabajadores del Estado. Ahí se garantizan los derechos de huelga, se dan ciertas prerrogativas en cuestión de seguridad social que no tienen los trabajadores “normales”. Si hubiera pasado esta reforma, los sindicatos al servicio del Estado hubieran quedado intactos en la cuestión de la flexibilidad laboral. El PAN ha sido claro: el enfoque es fomentar la productividad y la competitividad de las empresas por medio de esquemas que ya funcionan informalmente. Digamos que los regímenes por honorarios podrían ser una forma disfrazada de contratar a la gente por determinados periodos de tiempo no formales, no jornadas de 8 horas, el famoso outsourcing, ya son cosas que existen pero no están suficientemente reguladas. Con esta regulación que se pretende dar se daría cierta certidumbre, no nada más al empresario sino al trabajador.

¿Cómo calificaría esta reforma impulsada por Calderón? ¿Beneficia a los empresarios solamente?

Es proempresarial, pero no es necesariamente en contra de los trabajadores. Los mecanismos informales ya existen para contratar a la gente y operan con una gran impunidad. Formalizar tal vez da esa certidumbre que necesitarían los trabajadores a la hora de acudir a una sala de arbitraje. En este sentido, al no estar formalizados, simplemente el empresario puede hacer amenazas creíbles de despedir a la gente e incluso que se haga de la “vista gorda” porque dirá que está contratando por honorarios y no tiene ningún tipo de obligación laboral. Tal vez al formalizar estos esquemas, los empresarios van a inscribirse a ellos y los trabajadores van a recibir sus beneficios. A pesar de que hay empresas de subcontratación que funcionan y dan las prestaciones, hay otras que no lo hacen.

¿Habrá beneficios para el sector juvenil?

Me parece que va a facilitar que los jóvenes obtengan un empleo, pero no necesariamente bien remunerado porque igual los pueden contratar por un tiempo medio o por dos o tres horas a la semana o por un periodo de dos meses. Insisto, esto ya existe en muchas empresas. Incluso en el gobierno federal se hace. Tengo entendido que en las cámaras legislativas un buen porcentaje del personal está contratado por honorarios asimilables a salarios, y no cuentan con una sola prestación.

Muchos nudos sueltos

¿Por qué ahora quiere Calderón democratizar y transparentar la vida sindical cuando no pudo en su sexenio?

El presidente busca exhibir al PRI. Sin embargo, es un tema no suficientemente publicitable. Ahora bien, por muy bien diseñada que estuviera la reforma —está muy incompleta— la flexibilidad laboral tiene muchos nudos sueltos que es necesario afianzar, peor lo principal para atar estos cabos es una reforma fiscal integral. Porque finalmente quien genera el dinero y los recursos no es el gobierno. Ninguna ley te va a poder generar los recursos por sí misma, es la empresa la que te genera ese dinero. El gobierno de lo que recauda y redistribuye es la única manera de afianzarse de recursos, pero si no hay una reforma fiscal y obligar a que muchas empresas no eludan el pago de impuestos y que esa riqueza que se genera se distribuya. Mientras no haya una reforma fiscal que incremente esta base de recaudación y los generadores de riqueza para aportar, no habrá reforma laboral que subsista con éxito. Porque no habrá recursos para generar los empleos suficientes.

Entonces, ¿el gobierno federal erró la estrategia?

De hecho es lo primero que tendría que hacer el presidente electo cuando asuma el poder, ya que sin reforma fiscal no hay reforma energética, no hay reforma laboral y no hay reforma en el sistema de seguridad social que pueda ser sustentable y para cubrir las promesas del priista en cuestión de la seguridad universal: vales de medicinas, incremento del seguro popular, etc. Ese tipo de programas  son inviables si no hay suficientes recursos.

Peña Nieto dijo que no tenía amigos y que encabezaba una nueva generación del priismo, ¿realmente hay argumentos cuando vemos las mismas caras de siempre en el Congreso?

Evidentemente aunque los monarcas absolutos también decían que no tenían amigos y gobernaban unipersonalmente, pues eso no era cierto. Existían las Cortes. En una república y con un presidencialismo como el nuestro, pues mucho menos Y con una tradición con la que se educó Peña Nieto, menos se puede decir eso. En cuanto a las prerrogativas que pudieran tener algunos actores en el caso de los líderes sindicales estando en el Congreso, creo que si hay una voluntad de cambio por parte de ellos mismos se pueden alcanzar acuerdos positivos. El cambio se tiene que dar o cortando cabezas —que parece que no es la voluntad— o que haya una negociación. A pesar de lo que se pueda decir paradójicamente en el caso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, sí hubo cambios ligeros, avances en la forma en que se comporta el sindicato y su relación con el gobierno. Por ejemplo, la prueba ENLACE. Creo que sí hay mecanismos en que este tipo de líderes están dispuestos a ceder. Vamos a ver sobre todo en el caso de Carlos Romero Deschamps, qué tanto como senador va a influir cuando se empiece a discutir la reforma energética y la modernización de Petróleos Mexicanos. Ya en su gira Peña Nieto habló en Brasil de la posibilidad de aprender de Petrobras.