Esa será su herencia

Mireille Roccatti

El juicio de la Historia sobre el régimen calderonista debe todavía esperar un tiempo para que se decante el resultado del total de las acciones, hechos y sucesos acaecidos durante su gobierno.

Origen es destino, dice la conseja popular y habrá siempre que tener presente que el diferencial de votos con que Felipe Calderón llegó al poder —0.56 %— polarizó el país y dividió a los mexicanos y hubo quienes lo motejaron de espurio, lo que se agravó con su muy desafortunada frase de “haiga sido como haiga sido”, y siempre se recordará su entrada por la puerta de atrás de banderas de la Cámara de Diputados para rendir protesta apresuradamente en medio de insultos y protestas de los legisladores de oposición. Nadie olvida que estuvo a punto de romperse la institucionalidad y se rompió el protocolo republicano de entrega y asunción del Poder Ejecutivo.

El ejercicio del poder no es de ninguna manera sencillo, pero ejercer el poder en México es muy complicado, y más aún en un entorno de encono por la burda e ilegal intromisión del primer presidente panista que maniobró para imponer a su sucesor recurriendo a todas las mañas y subterfugios del antiguo sistema priista, traicionando así la balbuceante e inacabada democracia mexicana.

A su temperamento intolerante y falta de oficio debe Calderón su ausencia de dialogo con la oposición, y tuvo que pactar con el PRI un tránsito menos agobiante en el inicio de su gobierno, aunque al final, abandonó su precaria alianza e impulsó coaliciones electorales que unió a “legítimos y espurios”. En este contexto, debe también tenerse presente que acabó enfrentado con su antecesor en la presidencia, con el presidente del PAN que lo llevó al poder y, por si hiciera falta, pleiteó con miembros de la nomenklatura y grupos importantes de militantes panistas; pleito que terminará de dilucidarse en cuanto abandone la silla presidencial.

Otros hechos que afectaron su gobierno fueron la muerte de dos de sus secretarios de Gobernación, uno de ellos su alter ego; la crisis económica mundial, que provocó una crisis enorme por la falta de previsión de su secretario de Hacienda que frente al tsunami financiero que se veía venir, acuñó para el anecdotario popular la frase de que para México la crisis global sería un “catarrito”; y cómo olvidar la crisis de salud pública por la gripe aviar, que paralizó el país, y afectó las actividades económicas y turísticas

El régimen que ofertó sería el del empleo, no cumplió; ofreció un gran programa de infraestructura y pese a los enormes esfuerzos mediáticos con un gasto propagandístico colosal, tampoco será recordado por eso o por el Seguro Popular que fue continuidad de un programa zedillista  que carece de viabilidad financiera de largo plazo. Y menos aún por sus desplantes oratorios en el Capitolio o el muy reciente en la Asamblea General de la ONU.

Le guste o no, Calderón será recordado por sus contemporáneos y por el juicio histórico por el enorme caudal de muertos, desaparecidos, desplazados, huérfanos y viudas…

Su herencia es un moderno tzompantli.

mroccatti@yahoo.com.mx