Ohio y Florida, estados decisivos

Mireille Roccatti

El decisivo mes de octubre para las elecciones estadounidenses está por finalizar  y no se presentó ninguna  “sorpresa de octubre”, como se le denomina en el argot electoral del vecino país a un vuelco a favor de alguno de los contendientes

Lo que estamos observando en los días finales del largo proceso que comenzó a principios del año, y que implicó la realización de caucus y elecciones primarias para seleccionar a los abanderados de los republicanos y demócratas, es que la cantada relección de Obama está en peligro.

El candidato republicano  Mitt Romney, que obtuvo la nominación republicana con el apoyo de los ultraconservadores y del Tea Party, en la convención anual celebrada —deslucida por un huracán— en Florida, ha cerrado muy fuerte y nadie puede afirmar con certeza quién ganará la elección.

El presidente Obama, en el curso de la campaña, enfrentó hasta ahora con cierto éxito el desgaste normal del ejercicio  del poder y el incumplimiento de promesas de campaña, pero la cuesta más difícil de remontar para él, la constituye el desastroso estado de la economía estadounidense, que paradójicamente se debe al anterior gobierno republicano de Bush (Jr.)  El ritmo de recuperación de la economía en los últimos años se mantiene virtualmente estancado con un crecimiento anual ponderado ligeramente superior del 1 %, la tasa de desempleo es histórica con un índice de dos dígitos, 13 millones se encuentran desempleados, la mendicidad ha crecido como nunca. Y por si hiciera falta, el déficit gubernamental alcanza dimensiones colosales, la deuda es del orden de 15 billones de dólares.

Por  su parte, Mitt Romney desde las internas de su partido ha venido tropezando con sus propios errores, en principio con su propia personalidad, no ha terminado de quitarse la etiqueta del millonario jugando a político, muchos no encuentran en él a un político capaz y preparado para asumir el liderazgo de la nación más poderosa del mundo. Sin embargo, las preferencias electorales indican que pese a todo una buena parte del electorado lo prefiere en lugar de relegir a Obama.

En el curso de los tres debates entre los presidenciables, Romney evidenció su ignorancia de la geografía mundial, y aunado a su desconocimiento en materia de política internacional, mostró una cara belicista que gusta al pueblo americano. En general muy parejos y una oferta electoral muy parecida, sólo con diferencias de matiz. En el plano interno, Romney  prefirió asumirse dentro de las posiciones más conservadoras e intolerantes de la sociedad norteamericana que, si bien le asegura el voto conservador y ultraconservador, le enemista con las influyentes minorías latinas que representan entre el 10 y 12 % del electorado y con la de los afroamericanos que significa el 18 % del total de los 187 millones de electores, de los cuales se estima que acudirán a emitir su sufragio cerca de 100 millones.

En los días que el lector ponga sus ojos en esta columna, estarán por celebrarse —el día 6 de noviembre— los comicios, y la relección de Obama está en peligro, quien quizá podría ganar en el colegio electoral y perder la elección popular. Ohio y Florida podrían ser los estados decisivos. La moneda está en el aire.

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