Entrevista a Eduardo Vázquez/Poeta y colaborador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad

Moisés Castillo

¿De qué se ríe el presidente? A unos días de que termine su sexenio, Felipe Calderón no sólo se dedica a viajar y a inaugurar carreteras al 3×1, sino a cantar en sus actos públicos. En Michoacán se arrancó con “El perro negro”, un corrido de José Alfredo Jiménez.

“Al otro lado del puente de La Piedad, Michoacán —entonó Calderón—/ vivía Gilberto El Valiente, nacido en Apatzingán,/ siempre con un perro negro, que era su noble guardián”. Quién sabe desde cuándo ya no quería ser presidente de México.

En esta urgencia por salir de Los Pinos, inauguró, en pleno Campo Marte, la llamada Plaza al Servicio de la Patria, que está compuesta por un monumento a los caídos de las Fuerzas Armadas, por un Foro de Honor, por 32 monolitos en mármol, por una escultura a los Defensores de la Patria y por un Centro Cultural.

A pesar de la oposición del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, el presidente Calderón dijo que este espacio servirá para recordar a los ciudadanos y a las víctimas inocentes de la lucha contra el crimen organizado.

“Para ellos y por ellos —abundó— hemos dado esta lucha, pensando en los ciudadanos, en las familias y en sus hijos. Y, por eso, también, habrá de entregarse a la sociedad un memorial erigido en memoria de las víctimas de la violencia criminal.”

Hay que recordar que fue Isabel Miranda de Wallace, excandidata del PAN al Gobierno del Distrito Federal, la primera en solicitar la edificación de un monumento en honor a las víctimas de la violencia. En diciembre de 2010 cuando recibió en Los Pinos el Premio Nacional de Derechos Humanos, la presidenta de la organización Alto al Secuestro señaló:

“Le hago una respetuosa petición para construir un memorial, con los nombres de Hugo Alberto Wallace, Silvia Vargas, Fernando Martí, el niño Equihua y todos los nombres de las víctimas que han sido secuestradas y que perdieron la vida.”

Asimismo, en marzo de este año, el poeta Javier Sicilia propuso que el memorial fuera construido en la segunda sección del bosque de Chapultepec y un punto irrenunciable era el incluir en el memorial los nombres de las miles de victimas generadas por la violencia.

A pesar de las distintas caravanas por la paz, los diálogos de Chapultepec, encuentros del presidente Calderón con organizaciones civiles, a marchas forzadas y con la oposición del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, el gobierno federal busca limpiar “culpas” o salir bien librado de una guerra que ya dejó más de 60 mil muertos.

El mausoleo es una serie de 15 paneles de acero inoxidable que funcionan como espejos con una laguna con rejilla en el centro. La negativa del gobierno federal de censar a los más de 60 mil muertos de la guerra provocó que Javier Sicilia y otras organizaciones del movimiento por la paz rompieran negociaciones con el Ejecutivo. Tres organizaciones civiles son las que impulsaron la construcción del proyecto: Alto al Secuestro, de Isabel Miranda de Wallace; México SOS, de Alejandro Martí, y Camino a Casa, de Patricia Prado.

El 3 de julio lanzaron la convocatoria del concurso y el 30 de julio, un jurado encabezado por el exvicepresidente de la Unión Internacional de Arquitectos, Jorge Rivero Borrel, declaró ganador a los arquitectos Ricardo López Martín, Julio Gaeta y Luby Springall. El costo de la obra fue estimado en más de 22 millones. Además las organizaciones acordaron grabar en los paneles de acero frases de poetas, idealistas y filósofos relativas a la violencia para invitar a la reflexión.

Es un insulto

Javier Sicilia afirma que el monumento en terrenos del Ejército mexicano es un insulto a las víctimas y a sus familiares.

“No entendieron lo que es un memorial, lo redujeron a un asunto administrativo. Inaugurar el presidente un memorial cuando ni siquiera la guerra termina, cuando no se ha hecho el recuento de las miles de víctimas, cuando no hemos desatado los inicios de la memoria. Sin nombres, ¿cuál memorial?, además junto al Campo Militar, la verdad es un insulto”.

Para Eduardo Vázquez, poeta y fiel colaborador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, es lamentable la actitud del gobierno calderonista, ya que sólo trata con este monumento ocultar el dolor de las víctimas.

“Es un acto que más parece un monumento a la fosa común. Es un espacio donde se intenta ocultar el dolor, ocultar la muerte. Eso es lo que inauguró Calderón, un monumento que no tiene los nombres, las historias, que no parte de reconstruir los hechos sino que se trata de un ejercicio de simulación.”

¿Cuál es la postura del Movimiento ante la inauguración de este monumento?

Nosotros queremos un memorial, no un monumento. Queremos un acto de memoria del país, de reflexión sobre lo que ha pasado y eso implica un proceso de nombrar a cada uno de los muertos, cómo se llaman. No es posible que tengamos un registro de automóviles extraviados o circulando y no sepamos cuántos han muerto en los últimos años. Que haya 20 mil muertos en la fosa común. Nosotros proponíamos un memorial y consistía en instalar una comisión que reuniera los nombres de los 60 mil muertos, saber el número exacto. Y a partir de ese trabajo de memoria involucrar a la comunidad de artistas, creadores, intelectuales, poetas, escultores, se procediera a un concurso donde los artistas fueran capaces de crear una metáfora escultórica. En lugar de ese proceso que implica una pedagogía de la paz, una reconstrucción de los hechos, un viaje profundo a nuestra tragedia. Pero se decidió hacer un monumento en un territorio de la Sedena, a espaldas del Movimiento y de las víctimas.

Específicamente, ¿quién se opuso al memorial que impulsaba el Movimiento?

En la mesa en la que estuvimos trabajando nuestras ideas junto con la Pastoral de la Movilidad Social, con arquitectos, artistas, el INBA, la negativa venía de la Presidencia de la República siempre. Con argumentos de tiempo: “Quiero que esto se haga en mi sexenio y para lo que ustedes proponen no hay tiempo”. Es decir, se impuso el tiempo político al tiempo histórico, al tiempo de la verdad. Nosotros le proponíamos que se creara un fideicomiso, que se iniciara un proceso de reflexión y se impuso el tiempo burocrático de la inauguración de un monumento sin mucho sentido.

Calderón traicionó su palabra

¿Cómo se sienten luego de las distintas caravanas, diálogos, encuentros con las autoridades y al final hay esta negativa del gobierno federal?

La palabra más exacta sería decepcionados, no es porque tuviéramos grandes expectativas porque partíamos de dialogar con un gobierno que había mostrado una enorme insensibilidad y una irresponsabilidad de lanzar una estrategia bélica que llevó al país a esta espiral de violencia. Esperábamos que los diálogos condujeran a una rectificación, por lo menos a una crisis de conciencia ante el dolor de tanta gente que está sufriendo por sus seres queridos asesinados. Nos sentimos traicionados. Si revisas los diálogos de Chapultepec verás que el presidente se comprometió a hacer un memorial. Traicionó su palabra.

¿Cómo calificas este monumento que impulsaron organizaciones civiles como la que encabeza la señora Miranda de Wallace?

En territorio militar se hará este acto y además con un olvido triste de la palabra. Marte es el dios de la guerra para los romanos. Se piensa erigir un monumento a la paz en una tierra de la guerra. Este gobierno se propuso desde un principio confrontar el dolor con el dolor, víctimas con víctimas. Si recuerdas la cita del segundo diálogo con el presidente, él impuso que también fueran otras organizaciones de víctimas, entre ellas la de la señora Wallace, Alejandro Martí. Es decir, es una estrategia que busca acallar la voz de las víctimas con otra voz de víctimas.

¿Estas organizaciones se prestaron a este juego?

Así es, tristemente…

¿Qué es lo que sigue para el movimiento tomando en cuenta que Emilio Alvarez Icaza y Javier Sicilia dieron un paso “al costado”?

El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad es un movimiento que nació con el andar de Javier Sicilia. Pero que se sumaron muchas víctimas y ciudadanos defensores de derechos humanos. Hay varias representaciones o formas para referirnos al movimiento. Existe el Movimiento por la Paz en México, es muy amplio y que tiene muchas manifestaciones que suceden todos los días. También existe el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que es una de esas manifestaciones, pero todos los días vemos conversaciones, pronunciamientos de diferentes actores contra la estrategia de guerra que ha desatado esta violencia. Veo a toda esa gente activa. Veo a esa gente que borda por la paz, veo al padre Solalinde y a la Caravana de Migrantes, veo a la Agrupación Hijos, veo a los luchadores en Monterrey, Coahuila, Chihuahua, exigiendo por sus seres queridos. El Movimiento por la Paz en México va a triunfar. Porque, como decía el escritor cubano Eliseo Alberto, “la paz heroica no es mansa”. Y termina siempre por imponerse. Se va imponer por el deseo humano. El Movimiento por la paz con Justicia y Dignidad es una expresión del deseo de paz del pueblo de México. De manera que si Emilio tiene que ir a otra trinchera de los derechos humanos o Javier que está en un acto de introspección, de rezo y meditación sobre su vida, la lucha por la paz no deja de caminar. La guerra de Calderón es la que está en crisis, no el Movimiento por la Paz.

¿Qué esperan del gobierno de Enrique Peña Nieto?

Esperamos un cambio en la política de seguridad nacional. Un cambio radical que implique dejar de seguir ese camino de guerra que Estados Unidos está poniendo en duda. Esa guerra debe terminar. El próximo gobierno tiene una oportunidad de un cambio de estrategia de seguridad, que ponga atención en la seguridad de los ciudadanos y no en la de las instituciones. Que ponga atención en la paz de las familias y no en el triunfo militar sobre los vecinos. Estamos frente a una guerra civil donde han muerto 60 mil mexicanos. Calderón convirtió México en un territorio bélico, en un escenario de confrontación militar y tenemos que ir hacia la paz. Y la paz significa justicia, una reforma al Poder Judicial, significa una serie de reformas económicas y sociales que reconstruyan el tejido social. La población sufre en nombre de una guerra que nadie quiere, que nadie votó.