Gerardo Yong
El calendario maya que, según los expertos, culmina su conteo el 21 de diciembre de 2012, es una prueba de que las civilizaciones han recurrido a una memoria cronológica para tener un mayor control de las actividades humanas y su relación con el poder político y el control del medio ambiente. Desde las antiguas civilizaciones, la posesión del tiempo ha cumplido una cuestión estratégica para las clases gobernantes, que no dudaron en apoyar investigaciones astronómicas destinadas a concretar su dominio e incluso para conocer la duración de su propia existencia en el poder, para tratar de evitar situaciones adversas a sus reinados o regímenes. En otros casos, han sido una herramienta para conocer los fenómenos atmosféricos y climáticos como las estaciones del año, conocimientos que les permitían lograr buenas cosechas.
Los días y las cosechas
De la necesidad de diseñar el espacio terrestre, es decir, los territorios, surgieron fórmulas tecnológicas que permitieron establecer una relación matemática con los fenómenos geográficos. Este es el origen de la geometría, o medida de la tierra, en la que los egipcios eran muy diestros al usarla para redefinir los límites de los terrenos que eran devorados por el río Nilo, luego que sus afluentes volvían a su cauce, tras un periodo de inundaciones, las cuales también eran cuantificadas para evitar imprevistos futuros. El calendario que conocemos, de origen romano, define los días en honor a deidades o circunstancias que se refieren a los ciclos agrícolas y actos religiosos. Contrario a nuestra medición, basada en el calendario gregoriano, ellos iniciaban el año en Marzo, consagrado al dios de la guerra Marte, el cual coincidía con el inicio de la la primavera. Enero, por ejemplo estaba dedicado a Jano, el dios de las puertas del tiempo (en inglés se le denomina de manera más apegada con el nombre January). Abril proviene de Aperire, que es cuando las flores comienzan a abrir y las semillas a germinar.
El calendario Maya
El mismo caso se puede apreciar en el calendario Maya, sólo que éste, además de interpretar el tiempo según su mitología, también eran determinados con la finalidad de prever un destino a las acciones humanas. Según expertos, las precisiones cronológicas mayas se basaban en la medición de un sistema llamado Cuenta Larga que medía acontecimientos históricos y en otra, denominada Cuenta Tzolkin, que se calculaba el paso de los equinoccios y solsticios, así como los ciclos del planeta Venus. El Tzolkin basaba sus observaciones en el paso de las Pleyades, las siete estrellas que también fueron importantes para la astronomía mesopotámica y griega. Hay arqueólogos mayanistas que coinciden en que algunos de estos hechos eran considerados por la civilización maya de mal agüero para el desarrollo humano, especialmente porque se trataban de cataclismos naturales y guerras; hechos que marcaban su cosmovisión. Algunos de los acontecimientos históricos que registraron fueron el 22 de noviembre de 1194 cuando la tribu cocome invadió Chichen Itzá. El 6 de enero de 1491 cuando es destruida la ciudad de Mayapán y son abandonadas las urbes mayas más avanzadas; también el 23 de septiembre de 1204 cuando un fuerte huracán devastó la región.
¿Imprecisiones en la cuenta?
Sin embargo, el tratar de entender el calendario maya bajo la perspectiva de la arqueología occidental puede causar muchas confusiones, ya que no hay una forma exacta de adaptar sus mediciones a las de la civilización contemporánea. Es por ello, que el arqueoastrónomo cubano Frank Díaz piensa que la forma en que la que se ha interpretado el conteo maya ha sido equivocada. Para él, las cuentas mayas están más relacionadas con el calendario azteca, que con el gregoriano de origen romano. Ha señalado incluso que el fin de la Cuenta Larga maya pudo haberse registrado en el 2004 y no el 21 de diciembre de 2012, como se ha estado pregonando. El experto también ha destacado que el calendario maya no es el único que puede anticipar un fin del mundo según la cosmovisión mesoamericana, sino el calendario tolteca, cuya cuenta al parecer termina en 2015 y la de Monte Albán que culmina en 2025.