Alberto Salazar

La decisión del gobierno indio de abrir el comercio minorista a las inversiones extranjeras tuvo la rara virtud de unir en bloque a los partidos opositores, a algunos de sus aliados políticos y a la inmensa mayoría de la población.

En el inicio de una campaña de reformas con las cuales espera reactivar la economía y que ha dado en denominarse Big-Bag, el gobernante Partido del Congreso logró de entrada una explosión que hasta cierto punto reconfiguró el universo político nacional.

Un par de días después de anunciada la medida, partidos de derecha e izquierda, agrupaciones políticas regionales y sindicatos convocaron a una huelga general que luego apoyaron más de 60 millones de personas.

A las protestas no les faltó combustible, pues adicionalmente el gobierno había anunciado que aumentaría en 12 por ciento el precio del diesel y reduciría de 12 a seis por año los cilindros de gas licuado que podían comprar a precios subvencionados las familias de menos recursos.

Y aún más: a las transnacionales extranjeras también se abrirían las aerolíneas y la televisión locales… por el momento, porque según diversas fuentes la decisión también alcanzará a la industria farmacéutica y hasta a los seguros y pensiones.

La India es el país con la mayor densidad de comercios en todo el mundo en virtud de la existencia de las kiranas, pequeños negocios que se heredan de padres a hijos y ofrecen desde créditos hasta el producto más impensado, entrega a domicilio incluida.

Considerados un elemento clave en la vida cotidiana, estos establecimientos dominan las ventas al por menor y han conseguido sobrevivir a la competencia de los grandes supermercados por estar junto al consumidor, conviviendo con la comunidad y formando parte de ella.

Esencia aparte, está la cantidad: se considera que los cerca de 50 millones de pequeñas tiendas existentes en el país le garantizan el sustento a un número cuatro o cinco veces superior de personas, o sea, a alrededor de la sexta parte de los mil 210 millones de indios.

Según cifras no oficiales, las kiranas mueven entre 350 mil y 400 mil millones de dólares al año, una cifra que hacia el 2020 pudiera llegar a la astronómica cota de un millón de millones de dólares.

Desde hace años, transnacionales como la norteamericana Walmart, la británica Tesco o la francesa Carrefour están a la espera de participar en la distribución de tamaño pastel.

El 99 por ciento de los propietarios de las kiranas, por no decir todos, temen que no podrán resistir semejante competencia. Y afirman que irán a cuanta huelga sea necesaria para forzar al gobierno a retirar la medida, como ya consiguieron a inicios de este año.

El gobierno dice que no hay marcha atrás

Ya en dos ocasiones el primer ministro Manmohan Singh ha salido a defender públicamente la necesidad de iniciar una campaña de reformas encaminadas a reactivar la economía, mejorar el clima de inversiones y sanear las finanzas públicas.

En su última intervención -televisada a todo el país y primero en hindi y luego en inglés para que no quedara por falta de idioma-, Singh dijo que las decisiones de aumentar el precio del diesel y de abrir el sector minorista a las compañías extranjeras se mantendrían por absoluta necesidad.

Sostuvo que aunque su administración no quiere poner cargas adicionales a los ciudadanos, se hace insostenible seguir subsidiando los precios del combustible y calificó de infundado el temor de los pequeños comerciantes a desaparecer ante la llegada de las transnacionales.