Jaime Septién
El comandante Chávez permanece en Cuba, hasta que el comandante Castro lo dé de alta. Mientras tanto, Venezuela pende de un hilo. Del hilo de la interpretación de la Constitución. Hay dos artículos, el 231 y el 234 que —como suele suceder en las constituciones latinoamericanas— dicen y se contradicen. A ello han apelado los seguidores de Chávez para subrayar que el líder puede estar en fase terminal, pero cuando se recupere, va a tomar el poder por otros seis años. El tema de la comunicación chavista y antichavista da para una tesis. Los primeros defienden la inmortalidad del jefe de la revolución bolivariana; los segundos hablan de manipulación brutal de la verdad. Chávez no puede tomar el poder y tiene que haber nuevas elecciones, dicen los contestatarios al régimen, mientras que los seguidores —quienes tienen en sus manos a los medios de comunicación— los califican de necrófilos, ardidos y perdedores, porque quieren ver a Capriles en la cumbre cuando perdió hace un par de meses, de manera inobjetable. La comunicación se ha convertido en la protagonista de la hora venezolana. Los más de 25 informes del estado de salud de Hugo Chávez dados por Nicolás Maduro, el vicepresidente y delegado por Chávez para seguir gobernando la revolución bolivariana, y su ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, son un dechado de ambigüedad. Según lo ha dicho Maduro, unas veces mejora y otras empeora, pero, en general, está estacionario pero evolucionando. Villegas, por su parte, aclara que no está en coma pero que puede estarlo. Y que lo más seguro es que quién sabe… La verdad política es una muy diferente a la verdad del estado de salud de Hugo Chávez. La verdad política es la que se exhibe en los medios y es la que están usando sus partidarios para ocultar la verdad real. Chávez se está muriendo en Cuba. No tiene mucho para dónde hacerse. Han fracasado las cuatro cirugías del cáncer prostático que sufre. Ha fracasado la quimioterapia. A lo mejor, hasta el vudú ha fracasado. Pero eso es imposible de reconocer cuando se ha endiosado a un personaje como “el Comandante Presidente”. Los venezolanos que le siguen se niegan a pensar en la sola posibilidad de que Chávez falte a la revolución que inventó. Ellos y los mandatarios como Evo Morales, que han surgido a su sombra y en su entorno, adictos a los dólares que vienen del petróleo. Nunca se había puesto tanta atención a un hombre entubado. Pareciera ser que cada uno de los informes médicos —debidamente filtrados por el equipo de prensa del comandante— son partes de guerra. De una guerra que se libra entre la revolución y la reacción. A todos nos han vendido ese camelo. Es fruto de la información al servicio del poder. Hace tiempo que no veíamos esto en un país democrático como Venezuela. Lo tenemos visto con Cuba y la vieja Unión Soviética. Y en tiempos de don Porfirio aquí.

