Jesús Hernández Garibay
El pasado 12 de febrero pronunció el presidente Barack Obama su discurso sobre el Estado de la Unión; en el mismo ofreció promover ante el Congreso una agenda que impulse la economía, controle la venta de armas y reforme el sistema migratorio; el mandatario centró su atención en esos temas domésticos, aunque también hizo anuncios en temas internacionales como el fin de la guerra en Afganistán para 2014 y el inicio de negociaciones para una zona de libre comercio con Europa. Un contexto todo, sin embargo, en el que la economía no alcanza a recuperarse de la peor crisis en décadas, golpeando a las familias, pero sobre todo a la población más joven del país.
El nivel de desempleo alcanza casi un 8 por ciento, pero afecta primordialmente a esos jóvenes: un informe de la Oficina de Estadísticas indica que el 21 por ciento de las personas entre 16 y 24 años no tienen trabajo, mientras que alrededor del 12 por ciento de quienes terminan sus estudios universitarios no logran un empleo fijo. Esos jóvenes viven hoy en un ambiente de incertidumbre y violencia por los efectos de la situación económica, las bajas en las guerras en Medio Oriente y los tiroteos en las escuelas; la masacre en un cine de Colorado y la matanza en una escuela de Connecticut, son sólo dos de los incidentes que marcan hoy las vidas de los adolescentes. El cine y la televisión tratan de aliviar el efecto negativo de esos sucesos violentos, pero a la vez golpean a niños y adolescentes que están expuestos de forma continua a la glorificación de la violencia.
Tan sólo en el estado de Nueva York el 12 por ciento de los estudiantes abandonan las escuelas secundarias antes de terminar, lo cual contribuye a que 20 por ciento de los jóvenes entre 17 y 24 años estén fuera del sistema educativo y además sin empleo. El flagelo de las drogas también carcome a los jóvenes; de acuerdo con la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, Estados Unidos encabeza la lista de naciones consumidoras de drogas, mientras que la Organización Mundial de la Salud afirma que el 41por ciento de los jóvenes que asisten a las escuelas secundarias y el 47 por ciento de los preuniversitarios ya consumen estupefacientes. Lo que empata con el problema de las severas patologías mentales que padecen muchos.
Los delitos sexuales también afectan a los jóvenes; la Red Contra los Abusos de Género informa que más de 200 mil mujeres son violadas cada año en Estados Unidos, 80 por ciento de ellas menores de 30 años y una de cada cinco son estudiantes universitarias. Una investigación publicada recién por la revista Time muestra que la población entre 18 y 33 años sufre los niveles más altos de tensiones emocionales; alrededor de 40 por ciento de este segmento reporta que su nivel de estrés se incrementó en los últimos 12 meses y que las causas principales estuvieron relacionadas con problemas en sus puestos de trabajo, el dinero y la amenaza del desempleo. Así, el incremento de la violencia, la incertidumbre sobre la economía familiar, el desempleo y las guerras, son hoy causas de frustración entre los jóvenes norteamericanos; una dramática realidad que no alcanza a exhibir el discurso de Obama.