Tal como lo hizo en 1993, durante su primera visita a Chile, Paul McCartney perpetuó este miércoles su leyenda, al ofrecer, en Santiago, ante 50 mil personas, un concierto en el marco de su Up and Coming Tour, cuya próxima parada es Brasil.

Tras el retraso de su prueba de sonido, con un “¡Hola, Chile!, ¡Hola chiquillos!”, en español, el ex beatle inició un maratón musical de casi tres horas, con más de 30 éxitos de su antigua banda de Liverpool, de los Wings y de su larga trayectoria solista, enloqueciendo, literalmente, al público chileno.

El concierto, marcado por la emoción y la intensidad, tuvo distintos puntos culminantes, como cuando el músico apareció ondeando una bandera chilena, o rindió homenaje a sus ex compañeros, John Lennon y George Harrison, o prometió volver, como lo hizo hace poco más de 17 años, cuando el gobierno chileno lo condecoró con la Orden “Gabriela Mistral”.

El público coreo con alegría y hasta llanto las canciones de los Beatles, disfrutó los fuegos artificiales durante el tema de la película de James Bond, ‘Live and Let Die’, y se entregó por completo al artista británico, pese al debate en los últimos días de los altos costos de las entradas, que en las primera filas, con pase al chequeo de sonido, llegaron a los 2 mil 250 dólares, cifra que constituyó una marca histórica en Chile, superando cuatro veces a Madonna y al cantante mexicano Luis Miguel.

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