Y en medio, el río Yaqui

El distrito de riego del río Yaqui es el mejor administrado del país y uno de los diez más eficientes del mundo en el manejo del agua. La cuenca de ese río ha sido durante 60 años altamente productiva. Sin embargo, está en riego de convertirse en un nuevo desastre de este país que no sabe reconocer cuándo y dónde las cosas funcionan bien.

Cuando el Yaqui lleva caudal suficiente se levantan dos muy buenas cosechas; cuando el líquido escasea, los agricultores han de conformarse con una, lo que demuestra que la prosperidad de la cuenca no se debe a la abundancia de agua, sino a su excelente administración, controlada desde un puesto central de mando desde el cual se pueden abrir y cerrar los grifos y simultáneamente controlar de manera exacta la cantidad de líquido que se entrega a cada rincón del valle.

Esa eficiencia en el empleo de un recurso limitado da la impresión de que el agua abunda. Acostumbrados a un empleo no siempre racional del líquido, los habitantes de otras regiones de Sonora llegan a suponer que al municipio de Cajeme le sobra lo que a otros, por ejemplo a los habitantes de la ciudad y el campo de Hermosillo, generalmente les hace falta.

Un viejo problema de la capital sonorense es la demanda urbana y rural insatisfecha. El nivel de los pozos ha descendido en forma ininterrumpida desde hace varias décadas y la pérdida de caudales de superficie, acrecentada por la prolongada sequía de estos años, llevó a que el actual gobernador, Guillermo Padrés Elías, durante su campaña electoral, prometiera la instalación de plantas desaladoras para quitarle la sed a Hermosillo.

Lamentablemente, en lugar de cumplir su promesa, el gobernador mudó de opinión y ha optado por quitarle al Yaqui una parte de su caudal, pese a que el déficit de Hermosillo se podría cubrir evitando que la mitad de su agua potable se perdiera en la red actual, obsoleta y defectuosa, o bien mediante el tratamiento y reúso del líquido.

Lamentablemente se ha optado por la solución que parece más fácil y pasando por encima de cuatro amparos vigentes, el gobernador ha optado por iniciar la construcción del acueducto del río Yaqui a Hermosillo. Malamente, la Comisión Nacional del Agua aprobó el despojo después de que José Luis Luege, su director, declarara en forma irresponsable que el proyecto se justifica por la relación costo-beneficio, pues a su muy estrecho juicio, es más importante darle agua a un hotel “porque genera riqueza”, sin importar que se afecte la producción agrícola. Y luego nos quejamos por la dependencia alimentaria.