Elecciones

En estas elecciones intermedias diversas voces se han alzado para defender el voto o para denostarlo. Los que lo defienden en general están ligados con los partidos, o reconocen que el sistema democrático es un logro y que debe lucharse porque se recupere votando, anulando el voto o incluso usando el voto de castigo contra el PRI, PAN, PRD y satélites (muchos incluso recomiendan dar un voto de confianza total a Morena), o que es mejor morir luchando.

Comerle el mandado al dino

Tengo la sensación de que desde hace mucho no se pensaba tanto qué hacer con el voto como en estas elecciones, y eso que son elecciones intermedias. Quizá la otra elección que recuerdo en la que se gastó mucho cerebro, y mucha tinta, y hasta harto corazón fue en la elección del 2000 cuando Vicente Fox ganó aparentemente por el apoyo del “voto inteligente” o “voto útil” o “voto de castigo”.

Voto consciente

Las elecciones intermedias se acercan, así como la hora de decidir qué haré con mi voto, qué hará cada quien con el suyo. El debate en los medios y en las redes sociales prosigue sobre qué hacer con el voto. Realmente da gusto que se dé esta polémica, lleve a donde lleve, y aunque se suscite entre un grupo pequeño de la sociedad mexicana.

Francisco y Cumbre de las Américas

Desde finales del siglo XIX, el papa León XXIII se sintió movido a escribir una encíclica para iluminar el nuevo panorama social que se manifestaba en el mundo occidental. Esta encíclica, Rerum novarum (“De las cosas nuevas”), dio pie a una sucesión de encíclicas papales que han ido formando lo que se ha dado por llamar La Doctrina Social de la Iglesia. Los papas han escrito una o más encíclicas para tocar asuntos relacionados a la vida social, en particular económica y política. Normalmente las nuevas encíclicas se han escrito para celebrar el aniversario de una encíclica anterior de la misma Doctrina.

Las 8 R del descrecimiento

En el mundo globalizado no podemos pensar la sociedad más que en términos de crecimiento o desarrollo como si ello fuera la panacea de un mundo libre de penurias, aunque el último tercio del siglo XX y los inicios del XXI hayan mostrado que el auge económico no disminuyó las situaciones de pobreza mundial acumulando la riqueza sólo en algunos países y sólo en algunos sectores sociales, y también aumentó gravemente el deterioro de la naturaleza.