Ignacio Trejo Fuentes

Pese a la brevedad de su obra (apenas dos novelas: El libro vacío y Los años falsos) Josefina Vicens debe ser considerada como una de las narradoras mexicanas más importantes y mejor dotadas. Por su primera novela recibió el Premio Xavier Villaurrutia, en 1957, convirtiéndola en la primera mujer en obtenerlo y la tercera en general, después de Juan Rulfo y Octavio Paz. El libro vacío es un auténtico himno a la mediocridad, a la soledad, a la más lacerante de las frustraciones. Recuérdese que el protagonista, José García, es un oscuro empleado de oficina que ambiciona escribir un libro, y lo anuncia a todo el mundo, aunque jamás logra escribir siquiera una frase.

Los años falsos, por su parte, dan cuenta de la sustitución de un padre por su hijo: lo que aquél no pudo hacer en varios terrenos, es intentado por el vástago, aunque con resultados catastróficos. En esa tarea, éste se queda incluso con la amante del papá. Otro canto a la desolación.

En ambas obras es evidente la pericia técnica de Vicens, proveniente sin duda de su contacto con el cine (escribió varios guiones cinematográficos). Destaca, ante todo, el hecho de que las dos narraciones corren por cuenta de voces masculinas, y es increíble la metamorfosis: de no ser advertidos por la firma de la autora, nos convenceríamos sin ninguna reserva de que quien escribe es un varón. Y eso es muy difcícil de conseguir.

Pero la literatura de La Peque, como se le conocía, deslumbra también por la elegancia de su prosa; aunque no arriesga demasiado en giros poéticos ni en abundancia de metáforas, exhibe tersura, calidez, naturalidad. Y por supuesto la hondura psicológica de los protagonistas principales hacen de sus novelas auténticas joyas.

Feminista, luchadora social, cronista taurina, guionista de cine, Josefina Vicens no tenía prisa por publicar, de eso da cuenta la distancia existente entre El libro vacío (1958) y Los años falsos (1982); pero qué importa, si al fin y al cabo se trata de obras magníficas que todo lector inteligente debe conocer. Este año, Vicens estaría cumpliendo cien años, motivo más que propicio para releerla o encontrarse con ella por vez primera.

Por supuesto, México ha sido cuna de espléndidas narradoras; pienso en Rosario Castellanos, Inés Arredondo, Rosario Castellanos, María Elvira Bermúdez, Amparo Dávila, Elena Garro, María Luisa Puga, Beatriz Espejo. Y muchas más. Entre ellas brilla La Peque.

Hace unos años, el Fondo de Cultura Económica hizo la edición de las dos novelas de la tabasqueña en un solo, bello volumen, precedido por anotaciones de Aline Pettersson.

Tuve la fortuna de conocer a Josefina Vicens, y aunque se decía que tenía un carácter hosco, siempre la vi alegre, festiva, de magnífico humor: prefería hablar de Gloria Trevi que de literatura; de Tin Tan que del Gran Arte. Brindo por ella.