La merma de recursos acerca a crisis de débito

Magdalena Galindo

Ahora que se han discutido los presupuestos de ingresos y de egresos del gobierno federal, se ha puesto atención en la deuda pública, incluso los empresarios de la Coparmex han recomendado a los diputados que tengan cuidado en la aprobación de los nuevos endeudamientos que se programan para 2016. Y es que, en efecto, el saldo de la deuda pública y, sobre todo, el rápido crecimiento que ha tenido durante los tres años de la actual administración obligan a prender las alarmas.

Todos los mexicanos con la edad suficiente recordamos la aciaga etapa del sexenio de Miguel de la Madrid, en el que el monto de la deuda y los intereses y amortizaciones que se cubrían cada año determinaron la peor agudización de la crisis económica que sufrimos entonces, con el consiguiente desempleo y el descenso de los niveles de vida que trajo la caída de la producción.

Las señales de alarma de hoy se justifican, porque en el tercer trimestre de este año, la deuda pública sumó 8 billones (millones de millones) 301 mil 911 millones, es decir creció en un 18.43 por ciento, respecto al mismo trimestre de 2014. De manera que el saldo de lo que se contabiliza bajo el rubro de Requerimientos Financieros del Sector Público, que abarca la deuda total del sector público federal, pasó del 40.8 en 2014 a representar el 46 por ciento del producto interno bruto (o sea, todo lo que produce el país en un año) en este septiembre de 2015. Algunos analistas señalan que de seguir este ritmo para 2018, el saldo histórico de la deuda llegará a significar el 60 por ciento del PIB.

Naturalmente, un endeudamiento tan alto y con ese rápido crecimiento implica que los intereses se eleven enormemente. En 2014 el pago de intereses fue de más de 350 mil millones y este año será de más de 400 mil millones.

Estas cifras millonarias obligan a prender las alarmas, porque, en primer lugar significan que se tienen que dedicar recursos para la deuda, que obviamente se restan a otros rubros del gasto público, y ya se sabe que siempre los rubros más castigados son precisamente aquéllos que se dedican a servicios sociales como educación, salud, seguridad social, o vivienda.

Lo peor es que la merma de recursos significa además que nos estamos acercando a una nueva crisis de deuda, con los riesgos de paralización de la economía y de una todavía mayor injerencia de los organismos internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en la administración del país. Basta recordar que en la crisis de los años ochenta esos organismos obligaron a la aplicación draconiana de las políticas neoliberales que han determinado el estancamiento económico, la profundización de la dependencia y la caída de los niveles de vida de la mayoría de la población. Aunque, eso sí, han creado y protegido a unos cuantos multimillonarios.