Las pensiones pierden miles de millones
Por supuesto, tal pérdida no es consecuencia de ninguna política en particular, sino de los vaivenes que son la esencia de los mercados de valores, no sólo aquí, sino en el mundo en su conjunto.
Por supuesto, tal pérdida no es consecuencia de ninguna política en particular, sino de los vaivenes que son la esencia de los mercados de valores, no sólo aquí, sino en el mundo en su conjunto.
En los tres crisis se han registrado fuertes caídas de la actividad económica, acompañadas del desempleo consecuente. Sin embargo, la crisis económica que hoy vive el mundo constituye una situación nunca antes vista.
Para llevar adelante esta última ofensiva se aprovechó el problema de la deuda que estalló a principios de los ochentas, empezando por cierto en México, que fue el primer país de América Latina que tuvo que reconocer una situación de insolvencia.
Hasta 2018, los empresarios mexicanos ya acumulaban un saldo de 72 mil 530 millones de dólares. Y eso a pesar de las políticas favorables para los capitalistas que se aplicaron en los sexenios anteriores.
No deja de llamar la atención que para describir el suceso se usen términos como inversión de culto, guerra de guerrillas y los peces chicos les van ganando a los grandes.
Un ejemplo, en el caso de México, es que en este 2020, las remesas, en vez de disminuir, hayan alcanzado la cifra récord de alrededor de 40 mil millones de dólares.
En otras palabras, se trata de una simulación, cuyo objetivo es eludir los derechos de los trabajadores, así como las obligaciones fiscales.
En ninguna de las crisis estructurales anteriores se había vivido una situación como la que enfrentamos hoy a causa de la pandemia de Covid-19. En estos meses y los que están por venir, se superponen tres fenómenos en la economía internacional.
La privatización, además, implicó un cambio estructural en el sistema, pues pasó de ser solidario y transgeneracional, esto es que las aportaciones de todos los trabajadores en activo.
La razón para tal afirmación es que el daño ya está hecho y que ahora la elevación de aranceles a las exportaciones mexicanas o el simple abandono del TLCAN, habría provocado una crisis de larga duración y enormes consecuencias.
En esas condiciones, la imposición de aranceles y otras trabas a las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos sólo hubiera acarreado una profundización de la crisis económica y abonado a una posible recesión por varios años.
Se ha dicho que la pandemia de Covid-19 es la peor que ha vivido la humanidad y ciertamente no es por el número de muertos sino por la rapidez y simultaneidad con que ha ocurrido en el mundo.
Nadie sabe hasta dónde va a llegar la crisis. La mayoría considera que podría ser tan grave como la que se inició en 1929 que es la más larga y profunda que ha vivido el capitalismo.
Aunque la economía ya estaba en una desaceleración, esta crisis será igual o más profunda que la de 1929 que ha sido la más grave que ha vivido el capitalismo y que desembocó en la Segunda Guerra Mundial.
Como en el caso de la pandemia, es imposible evitar el daño, y hay que conformarse con intentar aminorar los efectos.
El primer terreno en el que se manifestaron los trastornos fue en las Bolsas de Valores de todo el mundo, en las que se han registrado caídas de más del cuatro por ciento.
El T-MEC ayuda a crear certidumbre para los inversionistas en los tres países y en esa medida contribuye a la estabilidad económica y aún a atenuar las tendencias de desaceleración
Lo que sucede es que la burguesía mexicana está dividida, pues mientras algunos sectores están empeñados en la guerra contra el Presidente y su gobierno, otros han decidido aprovechar las oportunidades.
El actual gobierno, sin embargo, ha optado por otra vía, por la de combatir la elusión (es decir el eludir el pago de contribuciones aprovechando los resquicios de la ley) y la evasión (o sea alguna de las formas del fraude fiscal).
Por supuesto, la batalla no está ganada, porque, a pesar de las deserciones de Inglaterra y Estados Unidos, todavía persisten fracciones del gran capital financiero que se resisten a abandonar el neoliberalismo.