Elecciones en Irán retos y sorpresas

Luis Mesa Delmonte

El próximo 19 de mayo, el electorado iraní se presentará otra vez ante las urnas para decidir la reelección del actual presidente Hassan Rohaní, u optar por alguna otra de las cinco figuras que compiten por el alto cargo de la República Islámica de Irán. Al mismo tiempo se votará por la composición de los Consejos Municipales, y se efectuarán las elecciones correspondientes a la mitad del mandato del actual parlamento iraní.

La actual coyuntura mundial, y especialmente las históricas fricciones entre los Estados Unidos e Irán, podrán influir en esta contienda. Por lo pronto, y a pesar de que persiste un discurso crítico desde Washington contra Irán que pretende concentrar en Teherán la responsabilidad por las crisis en el Medio Oriente, y que lo acusa de incumplir con el “espíritu” de los acuerdos nucleares firmados en el 2015, la propia administración estadounidense ha reconocido que Irán cumple con los elementos objetivos que se firmaron, y el presidente Donald Trump, no ha optado por anular el acuerdo como alguna vez amenazó durante su campaña.

El factor de mayor peso en estas elecciones, parece ser la demanda popular de avanzar en sus aspiraciones económicas y sociales, pues los problemas de esta naturaleza son marcados, al mostrar una tasa de desempleo superior al 12% (aún peor en sectores juveniles donde se eleva hasta un 30%), una inflación superior al 10%, y un sector financiero maltrecho e ineficiente.

Muchos esperaban que, con el levantamiento de las sanciones internacionales a comienzos del 2016, el país iba mostrar un auge económico inmediato. Pero ello no ha sido exactamente así, pues el proceso de recuperación económica lleva un paso más moderado, lo que se explica, entre muchos otros factores, por: los retos internos del sistema económico, sus tradicionales ineficiencias y la necesidad de efectuar reformas estructurales; el ritmo del proceso de la reintegración iraní a la economía global, la banca, el comercio y las inversiones; y una depresión de los precios de los energéticos en el mercado mundial. De cualquier manera, el país comenzó a crecer con un índice de 4,6% en el 2016, y el Banco Mundial para el 2017 le proyecta un significativo 5,2%, dejando atrás años con índice de crecimiento negativo o bajos.

Estas nuevas cifras macroeconómicas, están en línea con el Sexto Plan Quinquenal de Desarrollo (2016-2021), y sus tres pilares fundamentales: el desarrollo de la llamada “economía de resistencia”, el avance en la ciencia y tecnología, y la promoción de la excelencia cultural. El mismo, prevé un ambicioso crecimiento anual del 8% y plantea la puesta en práctica de reformas en empresas estatales y del sector bancario y financiero.

Las frustradas expectativas populares, quedaron recogidas en el discurso en ocasión del año nuevo iraní (marzo) del Líder Supremo Alí Khamenei, cuando criticó la gestión y planes económicos del presidente Rohaní, y exhortó dar prioridad a una “economía de resistencia” que cree empleos e impulse la producción. Esta posición del Líder Supremo fue interpretada como un fuerte golpe a Rohaní y al campo de los reformistas, e incluso algunos llegaron a decir que la misma invalidaría a que el presidente aspirara a una reelección, y que era un llamado en favor de las líneas más conservadoras.

Tales especulaciones quedaron desechadas a partir del reciente anuncio del Consejo de Guardianes, órgano que se encargó de procesar a los cientos de aspirantes a participar en campaña, y dejó solo a seis contendientes sobre los cuales decidirá el electorado, incluyendo al actual presidente Hassan Rohaní, y logrando un equilibrio entre las llamadas tendencias “reformistas” y “principalistas”.

Uno de los aspectos que más llamó la atención en este proceso, fue la inscripción del ex presidente Mahmoud Ahmadineyad, como aspirante, a pesar de que el Líder Supremo había sugerido previamente que no debía contender en esta ocasión para evitar polarizaciones extremas dentro del electorado. Es muy probable que Ahmedineyad haya partido de un cálculo excesivamente optimista respecto a su base de apoyo dentro de las estructuras armadas (semejante a su momento de reelección en el 2009 que llevó a grandes manifestaciones de protesta popular), o que incluso se inclinara, una vez más, en intentar ganar legitimidad popular a partir de desafiar al poder de las figuras religiosas, de lo que ya existen ejemplos previos. Pero, su visión se frustró ante el rechazo del Consejo de Guardianes que lo invalidó como candidato.

Junto a Hassan Rohaní, hay dos rivales que parecen ser los principales retos en su reelección: Seyed Ebrahim Raisí y Mohamed Bagher Ghalibaf. Los otros tres contendientes parecen ser figuras que tendrán un peso menor en la contienda: el ex ministro de tendencia reformista Mostafa Hashemitaba; el también reformista y actual primer Vicepresidente de Irán, Eshaq Jahangiri; y el ex ministro de cultura y guía islámica, de tendencia islámico-conservadora, Mostafa Mir-Salim.

Raisí es una destacada figura religiosa que ha ocupado diversos cargos dentro del sistema legal iraní, desde Vicejefe de Justicia hasta el de Fiscal General, y es considerado como un conservador muy cercano al Líder Supremo. Su actual propuesta de llegar al gobierno para transformarlo y dar prioridad a la lucha contra la corrupción y eliminación de la pobreza, es atractiva para muchos, pero todavía tiene que enfrentar las recurrentes críticas provenientes de sectores de la sociedad civil, que lo responsabilizan con haber sido una figura central en las ejecuciones de prisioneros de 1988, hecho que mucho criticó el ya fallecido Gran Ayatolá Husein Alí Montazerí.

Ghalibaf es el actual alcalde de Teherán, quien se desempeñó previamente como Jefe de la Policía, y Comandante de la Fuerza Aérea de los Guardianes de la Revolución. Ya se ha presentado a elecciones presidenciales en dos ocasiones anteriores, y ahora parece contar con un buen respaldo en la capital, aunque las acusaciones sobre corrupción en parte de las estructuras bajo su responsabilidad, pueden afectarlo notablemente en este tercer intento.

Rohaní, con sus éxitos notables en materia de negociación nuclear y de logro de acuerdos con Occidente, requiere ahora más tiempo para poder llevar adelante un proceso económico transformador y boyante. Es muy posible que el electorado iraní, y especialmente la gran juventud citadina, le otorgue un segundo mandato para ello, lo que es bastante común dentro de la historia presidencialista del Irán revolucionario, aunque siempre, el proceso electoral iraní presenta retos y sorpresas.

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