Elecciones en Irán

Luis Mesa Delmonte*

A pesar de las diversas críticas enunciadas por el Líder Supremo, Ali Jamenei, en contra del presidente Hassan Rohaní, con el propósito de obstaculizar su posible reelección, el llamado “campo reformista” dentro del espectro político iraní sigue dando muestras de creciente unidad y fortaleza.

Jamenei en varias ocasiones ha lanzado golpes demoledores contra Rohaní en materia económica, cuando dijo, por ejemplo: “Siento en mi alma el dolor de los pobres y de los trabajadores, sobre todo debido a los altos precios, el desempleo y la desigualdad. El gobierno no cumple con las expectativas generales, ni con las mías tampoco”.

Igualmente, el Líder Supremo ha intentado desvirtuar el innegable e inmenso éxito de la política exterior de Rohaní con la negociación nuclear, que ha llevado al levantamiento de sanciones económicas y contribuido a la reinserción global del país. Luego de que Rohaní declarara que su política de distensión con Occidente ha ayudado a desvanecer la amenaza de la guerra, Jamenei le atacó nuevamente al declarar: “Algunos dicen que desde que asumieron el cargo la sombra de la guerra se ha desvanecido. Esto no es correcto. Ha sido la presencia de la gente en la escena política la que ha eliminado la sombra de la guerra del país.”

Es evidente que Rohaní no es el candidato predilecto del Líder Supremo para la actual contienda, sino otras figuras del campo llamado “principalista” conservador, como especialmente es el religioso de larga trayectoria jurídica Seyyed Ebrahim Raisí, (quien ha recibido el respaldo de la muy importante Sociedad del Seminario de Maestros de Qom); o el actual alcalde de Teherán, Mohamed Bagher Ghalibaf, con carrera previa en los órganos de seguridad y militares del país.

Es cierto que el Líder Supremo tiene un peso muy importante dentro del proceso de toma de decisiones y conformación de una perspectiva ideológica en el país, lo que para muchos es traducido como que “en Irán todo depende de su voluntad”. No obstante, un estudio de la complejidad política del país, matizaría en buena medida dicho planteamiento y nos haría comprender que tal aseveración es algo exagerada.

Ya en previas elecciones, se ha dado el caso de que el nuevo presidente salido de las urnas no ha sido exactamente el favorecido por el Líder. Los dos triunfos de Mohammed Jatami pueden ser considerados como ejemplos, al igual que la muy criticada y turbia reimposición del presidente Ahmadinejad en el 2009, apoyada por algunos sectores del aparato de seguridad nacional del país, en lo que para muchos fue un “golpe de estado” en contra del “establishment” religioso y de la misma figura del Líder Supremo. Por ello, esta contienda se hace bien interesante para poder medir y contrarrestar las interacciones entre las diversas tendencias políticas dentro de la República Islámica, el peso del punto de vista actual del Líder Supremo, y finalmente, la decisiva opinión popular expresada con su voto en las urnas.

Tal como advirtió el presidente Rohaní en uno de los debates televisivos entre los seis candidatos, votar por los rivales de “línea dura”, propiciará el desarrollo de mayor autoritarismo en el país, y exhortó a los iraníes que demuestren al mundo en estas elecciones que “la era de la violencia, el extremismo y las presiones en nuestro país, ha terminado, y que Irán sigue el camino de la razón”.

De los seis candidatos presidenciales, en general, tres son representantes de la llamada línea “principalista” o conservadora, y otros tres del llamado campo “reformista”. Es muy importante tener en cuenta que estas grandes divisiones no reflejan la enorme cantidad de diferencias y matices que existen dentro del muy plural posicionamiento político, económico y estratégico que existe dentro de Irán, ni sus múltiples mecánicas de debate y confrontación.

El actual primer vicepresidente, Eshaq Jahangiri, es un aliado de Rohaní, que se ha dicho participa en la campaña con el propósito central de apoyar la reelección de su presidente, lo que hace de forma consensuada con el equipo de Rohaní, por lo que algunos pronostican que podría renunciar en el último momento, llamar a sus seguidores a votar por Rohaní, y así garantizar el triunfo de los reformistas.

Luego de que Jahangiri tuviera un primer debate televisivo muy exitoso, una parte dentro del sector conservador comenzó a respaldar la hipótesis de la división entre Rohaní y Jahangiri, o de que el vicepresidente tenía mayores posibilidades que el presidente, con el obvio propósito de promover incertidumbres dentro del electorado reformista respecto a cuál pudiera ser su mejor opción el 19 de mayo.

Además, Jahangiri es una figura que los conservadores prefieren frente a Rohaní, pues consideran que puede ser más “maleable”; de hecho, el propio Líder Supremo lo convocó el pasado mes de marzo para invitarlo a mediar y abrir canales de comunicación con los reformistas.

No obstante, el intento de dividir a los reformistas no ha funcionado. Por el contrario, figuras de gran peso dentro de los “principalistas” y conservadores, han decidido, paradójicamente, brindar su apoyo a Rohaní; ya el vocero del parlamento Ali Larijani, desde hace tiempo, se ha alejado de las posiciones más extremas de los conservadores y expresó su apoyo a la reelección de Rohaní, mientras que el político de larga data, Akbar Nateq Nouri, ex vocero del parlamento, figura cercana al Líder Supremo, y que perdió las elecciones de 1997 frente a Jatamí, ha declarado claramente que el actual gobierno ha tenido un papel innegable en “reducir las tensiones y darle a la sociedad tranquilidad espiritual”.

El sector reformista también ha dado nuevos pasos en aras de fortalecer la candidatura de Rohaní. No solo Jahangiri ha mantenido su posición de apoyo y fidelidad a su presidente, sino que el Consejo Supremo Reformista para la Elaboración de Política, reaccionó inmediatamente anunciando que Rohaní continuaba siendo su principal candidato para las elecciones.

Pero el gran mensaje de apoyo a Rohaní, vendría de quien es considerado popularmente como uno de los más grandes líderes y símbolos de la tendencia reformista, el ex presidente Mohammed Jatamí, quien ya fue una figura clave para la elección de Rohaní en el 2013.

A pesar de todas las limitaciones que le ha impuesto el sistema en aras de restringirlo y bloquear su opinión, Jatamí no solo logró dar a conocer el pasado mes de febrero su idea sobre el imprescindible proceso de diálogo para la “reconciliación nacional”, sino que el 2 de mayo, desde su sitio de internet (www.khatami.ir) apoyó la reelección presidencial. “Si Rohaní no es electo, se incrementarán las posibilidades del regreso de Irán al asilamiento y a las sanciones. Todos nosotros, junto a Jahangiri, apoyaremos a Rohaní”.

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