El ataque desarrollado por la aviación israelí el pasado 7 de septiembre en contra de instalaciones estratégicas sirias, unido al desarrollo de amplios ejercicios militares de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en regiones fronterizas con el Líbano, constituyen nuevas acciones estratégicas que ilustran la constante volatilidad de los conflictos en la región del Medio Oriente.

El gobierno sirio, acusó a Israel de haber desarrollado esta acción, en momentos en que sus fuerzas militares han logrado arremeter fuertemente contra el grupo autodenominado Estado Islámico y otros de inspiración islamista. Según la visión de Damasco, el propósito de Israel es apoyar así a estas organizaciones terroristas, inmediatamente después del éxito en su recuperación de la ciudad de Deir al-Zour en el este del país.

Poniendo a un lado cualquier tipo de interés político-propagandístico sirio, no es menos cierto que un golpe de este tipo va directamente dirigido contra el gobierno de Bashar al Assad; pero el cálculo israelí seguramente incluye otros elementos.

Según Amos Yadlin, director del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv, y ex jefe de la inteligencia militar israelí, el Centro de Estudios Científicos e Investigación atacado (ubicado en la localidad de Masyaf, provincia de Hama al occidente del país) es un centro científico-militar, que desarrolla misiles de precisión, y produce barriles explosivos y armas químicas, entre otros armamentos.

Curiosamente, el ataque se produjo al día siguiente en que la Comisión Investigadora de la ONU sobre Siria, brindó su informe número 14 al Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, y en el cual se asegura que la fuerza aérea siria empleó gas sarín contra la localidad de Khan Shaykhun el 4 de abril de este año, causando la muerte de más de 80 personas; por lo que para muchos observadores, la acción israelí pretendió dar un mensaje positivo a nivel internacional y mostrar su decisión de actuar contra lo que quede del programa estratégico químico sirio.

Igualmente, se comentó que los cohetes y armas que se producen en esta instalación, y que se almacenan en depósitos aledaños, tienen como destino no solo al ejército sirio, sino que parte de los mismos son suministrados al grupo chiíta Hezbolá en el Líbano, y que en todo ello Irán desempeña un papel clave.

Por lo tanto, golpear a este punto, tendría entonces como propósito enviar una señal a Irán respecto a que Israel se opondrá a su creciente influencia en Siria, especialmente en momentos en que han recuperado la iniciativa militar desde hace muchos meses; castigar nuevamente al gobierno sirio por propiciar suministros a la guerrilla libanesa; y también enviar un mensaje al Hezbolá para indicarle que mantiene su labor de inteligencia y decisión de acción militar en su contra. Pero al mismo tiempo, Israel hace ver que tiene sus propias preocupaciones de seguridad, que traza “líneas rojas” frente a ellas, y que tendrán que ser tomadas en cuenta por Rusia y los Estados Unidos en los arreglos que realizan para lograr ceses al fuego parciales y otras negociaciones en el país.

Sería bueno recordar que Israel, a lo largo del conflicto sirio iniciado en el 2011, ha golpeado en varias ocasiones diversos objetivos en este territorio, para destruir armamentos y caravanas de suministros, que ha entendido son destinadas al Hezbolá.

En esta más reciente ocasión, la aviación de combate israelí decidió disparar sus misiles desde el espacio aéreo libanés, probablemente para evitar cualquier respuesta de los sistemas antimisiles tipo S-300 y S-400 que Rusia ha suministrado a Siria y que las propias fuerzas rusas en territorio sirio emplean para garantizar su defensa aérea. Hay que tener en cuenta que el sitio atacado está a solo unas decenas de kilómetros de instalaciones militares rusas como la base naval de Tartús, y la base aérea de Hmeymin, por lo que el riesgo de respuesta es muy alto.

Israel no puede darse el lujo de afectar o retar a Moscú con una acción militar semejante a esa y entiende que lo mejor es conservar sus buenos canales de comunicación con los rusos. El encuentro de el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu con el presidente ruso Vladimir Putin, el pasado mes de agosto en Soshi, fue muestra de un ejemplo de esta buena relación bilateral, cuando se supo que el tema principal que presentó Netanyahu, fue la preocupación israelí por el avance estratégico de Irán en Siria.

El primer ministro israelí ha acusado a Irán de estar construyendo instalaciones en Siria y Líbano, para la producción de misiles guiados de precisión, lo que para Israel es claramente inaceptable, especialmente en momentos en que evidentemente la ecuación estratégica ha cambiado en el conflicto sirio, y Hezbolá e Irán se afianzan al otro lado de las fronteras. Estos misiles engrosarían el supuesto potencial de más de 100 mil cohetes y proyectiles en manos del movimiento libanés, con quién podría desatarse un enfrentamiento futuro.

Es difícil pensar que en estos momentos Hezbolá e Israel estén interesados en enfrascarse en un conflicto militar directo de gran intensidad. Pero ello no excluye que ambos factores continúen preparándose para una contingencia semejante, en medio de acciones y ejercicios de corte disuasivo.

A tal efecto, las FDI desarrollaron durante la primera quincena de septiembre, las maniobras militares más grandes de los últimos 20 años en las que participaron decenas de miles de soldados de las distintas fuerzas permanentes y de las reservas. El ejercicio, incluyó a unidades terrestres, aéreas, navales, de inteligencia y cibernéticas, probó la capacidad defensiva de los sistemas antimisiles israelíes, y simuló un escenario de escalada rápida por parte de Hezbolá que desembocaría en una guerra total, en la que se pretendería aniquilar totalmente al enemigo.

Mientras los líderes de Hezbolá declaran estar siempre alertas y listos para cualquier confrontación con un Israel que “aprendió la lección durante el conflicto del 2006”, el teniente general Gadi Eisenkot, jefe del Estado Mayor de las FDI declaró que, aunque seguramente Hezbolá continuará con sus amenazas, aún no está listo para una guerra contra Israel, debido a su crisis interna económica y de liderazgo.

Es altamente deseable que las diversas dinámicas de conflictos en la región del Medio Oriente, no se compliquen aún más, y lleven a una nueva escalada.