El escritor español Jorge Santayana es el autor de la frase “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, misma que debemos tener muy presente al referirnos sobre la administración actual de nuestro país y sus efectos en los próximos años.

Esta frase cobra relevancia en estos días por los daños económicos ocasionados por el huracán Grace en su paso por México y donde la pregunta obligada es, ¿para qué desaparecieron el Fondo de Desastres Naturales (Fonden)?

Solo para no olvidar, el Fonden fue una herramienta financiera del Sistema Nacional de Protección Civil que proveía de recursos para enfrentar emergencias, la lógica de su creación es que, al ser consecuencia de los efectos de la naturaleza, no se pueden presupuestar. Sin embargo, bajo el argumento del combate a la corrupción, el 27 de julio de este año se publicó en el Diario Oficial de la Federación la extinción del Fondo, en menos de 30 días un huracán atravesó de costa a costa el país.

El huracán de un gobierno federal deficiente no solo ha arrasado con este fondo, sino con más de una centena de fideicomisos cuyos recursos se destinaban a la ciencia y tecnología, la educación, la cultura y el deporte y el financiamiento de algunos sectores económicos. No está sujeta a discusión la obligatoriedad de la transparencia de su ejercicio presupuestal y de la sanción ante prácticas ilegales en un marco de cero tolerancia a la impunidad; sin embargo, ¿era innecesaria su desaparición?, ¿por qué no rescatar lo útil para mejorarlo? Ahora estamos ante la indefensión de un potencial ejercicio presupuestal discrecional.

A esta decisión se suman otras como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México que ha tenido y tendrá un alto costo por la liquidación de las deudas, las multas por cancelaciones anticipadas, el mensaje de incertidumbre a la inversión y el costo de oportunidad a futuro de no contar con un aeropuerto acorde a las necesidades de México.

Al interior de la administración pública, es de recordar la diáspora de funcionarios técnicos altamente calificados y el desmantelamiento de órganos estratégicos como ProMéxico, el INADEM, el Consejo de Promoción Turística de México y el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa. Al exterior, no hay que olvidar las afectaciones a sectores como el energético.

Más allá de la crisis sanitaria de nivel mundial, el ambiente de negocios ha sido de los principales afectados destacando la opinión de la mayoría de especialistas consultados por el Banco de México en la que señalamos que los principales obstáculos para frenar el crecimiento económico están asociados con la gobernanza, las condiciones económicas internas y externas.

Aunque el gasto público tiene un importante componente de transferencias monetarias directas que no han logrado detonar el crecimiento por la vía del consumo, como toda tormenta puede traer algo bueno, hay que reconocer que en ese capítulo se mantienen los principios de responsabilidad fiscal y un ejercicio del gasto que no incurre en una ampliación de la deuda.

Un tema pendiente es aumentar la inversión en proyectos de infraestructura pública, como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que se perfila como un programa ambicioso de vocación regional que detone el desarrollo del sur-sureste del país, contribuya a reducir las brechas de crecimiento con la región centro norte y fortalezca nuestra condición de ser un HUB logístico continental por naturaleza.

Breve recuento de los daños y algunas mejoras que deben servirnos para recordar que las faltas y las carencias del día de mañana son producto de nuestras decisiones de hoy.

Gobierno, empresarios y ciudadanos tenemos una responsabilidad con el bienestar de México como nuestra nación. Nuestras decisiones repercuten en su desarrollo. La armonización de agendas económicas y el encuentro de puntos de acuerdo son la clave para impulsar nuestra economía en nuestro beneficio.

Después de todo, después de la tormenta viene la calma y en ese momento, recordemos cuáles son nuestras capacidades y fortalezas como nación para aprender de nuestros errores y estar listos para seguir construyendo un mejor futuro de México.

El autor es pesidente de Consultores Internacionales, S.C.®